miércoles, 27 de diciembre de 2017

El mito de la industrialización trujillista



El mito de la industrialización trujillista

Luis Ramfis Trujillo Dominguez. Nieto del dictador y aspirante a la presidencia dominicana. https://i.ytimg.com/vi/L4G8mMG4BRM/hqdefault.jpg 

Continuamos comentando algunas ideas derivadas de la lectura del Manual de Historia Dominicana” del maestro Frank Moya Pons, 11era Edición, 1997. En su página 524 Moya Pons comenta que si bien es cierto que el país experimentó industrialización con Trujillo, “la naturaleza depredadora” de su régimen, que explotaba la riqueza nacional para su beneficio, “creó un sistema de apropiación de riquezas que terminó por desposeer a miles de campesinos de sus tierras, forzándolos a emigrar a las ciudades y creó un gobierno encerrado en sí mismo”.

Esto es muy a propósito de la famosa Revolución Industrial que se llevó a cabo no mediante el progreso de todos por la técnica, sino mediante la expulsión por medio de la violencia de los habitantes de tierras rurales para dedicarlas al monocultivo de algodón y la apropiación de esos campesinos desposeídos como fuerza de trabajo barata y sin derechos. Recordemos que no fue sino después de incontables muertes y décadas de lucha que garantías como la jornada de trabajo de 8 horas, la seguridad industrial, el seguro contra accidentes laborales, etc., fueron finalmente ganadas (recomiendo, al respecto, esta charla del profesor John Merriman de Yale acerca de las Revoluciones Industriales en Europa). El mismo proceso fue llevado a cabo por Trujillo en República Dominicana, pero decía Juan Bosch dice en ya sea “La dictadura de Trujillo” o en “El Caribe frontera imperial” (no recuerdo en cuál), que lo que las burguesías europeas lograron en siglos, Trujillo lo llevó a cabo en algunas décadas.

Trujillo consolidó su poder cuando fue nombrado por los americanos jefe de la Guardia Nacional y lo mantuvo gracias a que los americanos lo apoyaron incondicionalmente hasta finales de los años 50. El Estado y su burocracia funcionaban esencialmente por miedo al dictador y servían a los intereses personales de éste, de su familia y de sus aduladores favoritos. En cuanto a sus empresas, la página 524 nos aclara que su “naturaleza monopolística dejaba poco campo a la inversión privada, pues nadie se sintió seguro de no ser despojado de sus negocios[1] una vez estos mostraran que estaban dando beneficios”. En palabras de Moya Pons, “Trujillo fue simplemente trujillista, no nacionalista”.

Según el mismo historiador, Trujillo amasó, no precisamente por sus dotes de buen hombre de negocios, una fortuna de cerca de 300 millones de dólares, mucha de la cual pudo depositar en bancos fuera del país. Sus empresas eran monopólicas y “gozaban de todas las protecciones posibles. Muchas no pagaban impuestos, los salarios que ganaban sus trabajadores eran bajísimos, otras utilizaban empleados públicos, miembros del Ejército y presidiarios como trabajadores y en aquellos casos que alguna dejaba pérdidas, Trujillo las vendía al Estado con ganancias”.

No obstante este legado de terror y pobreza, hay muchos que se enorgullecen de los supuestos aportes de Trujillo al país. Lo cierto es que Trujillo eficientizó las técnicas de violencia y corrupción empleadas por los caudillos republicanos y pervirtió el rol del gobierno a tal punto que a pesar de su muerte, los dominicanos seguimos viviendo esencialmente en un Estado Trujillista donde en lugar de democracia hay jefes arbitrarios y las instituciones públicas son utilizadas para servir a aquellos en puestos de poder, aunque, igual que en tiempos de Trujillo, hay un Congreso, una Suprema Corte y demás instituciones que traen orden y dan un servicio, pero dentro de los límites que el poder económico, militar, clerical, etc., permite.


[1] El abuelo de mi abuela paterna tenía, según ella, un negocio de quesos en Puerto Plata del cual fue desposeído por un hermano de Trujillo. Ella no sabe por cuál.

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