lunes, 9 de abril de 2012

De las bailarinas y la campaña política


 
La "corrección de lo que está mal" y sobre todo "el continuismo de lo que está bien". Me parece absurdo que un partido que pretende basar su campaña en los supuestos valores de sus integrantes y candidatos utilice burdamente el atractivo lascivo de la carne para incentivar a los jóvenes machos a concurrir a sus manifestaciones. ESO NO ES EDUCACION, SINO CORRUPCION DE LA CIUDADANIA.
Como opina Alba Mercedes, si el candidato fuera un patán podría excusarse este tipo de campaña, pero siendo una mujer quien se postula para la vicepresidencia, cabe preguntarse si no le avergüenza ver su imagen asociada a este tipo de manifestaciones.

Por otra parte, es cierto que las bailarinas sólo hacían su trabajo, recibiendo un pago por atraer con su encanto físico la presencia de muchos jóvenes varones, por lo que su actitud no debía de avergonzarlas a ellas. Así como las porristas, su presencia no aporta al desarrollo del juego, pero si ayuda a convertir el deporte en NEGOCIO, motivando a muchos hombres a comprar las boletas para asistir al encuentro deportivo. Aquí yace el gran escándalo. No se trata simplemente de la cosificación de la mujer (que de por sí es un mal en si mismo, presente en otros estamentos), sino de la comercialización de la política por parte de los candidatos: No se trata de cuantas conciencias puedo despertar, sino de cantidad de espectadores puedo amasar, a fin de aparentar liderazgo. De esa manera no se transforma la sociedad, sino que se le utiliza, se le engaña y después se le descarta, dejándole como único aporte, el morbo.

Este tipo de manifestaciones no es privativo de la República Dominicana, sino que lo vimos hace algunos años en el auge de funerales chinos que incluían presentaciones de strip-tease. Esta realidad no sirve como elemento justificador, sino como muestra que ni siquiera en las malas costumbres somos capaces de expresar originalidad.