sábado, 18 de octubre de 2014

Me pregunto a veces cual es el sentido

Breve escrito de diciembre del 2010 que he desempolvado a modo de reflexión y reevaluación personal.

Tomado de: http://youthvoices.net/discussion/chosen-chaim-potok-summary-0




Me pregunto a veces cual es el sentido


So it may be asked what value is there to a human life. There is so much pain in the world. What does it mean to have to suffer so much if our lives are nothing more than the blink of an eye?  
Chaim Potok. The Chosen
 
Me pregunto a veces cual es el sentido del quehacer humano. Tanta frustración y desánimo, tanta impotencia. Es imposible liberarnos de las cadenas que nos atan a la tierra, al cuerpo, a nuestras carencias intelectuales, emocionales, físicas y materiales. Como seres humanos estamos condenados al fracaso, a la muerte, a la soledad y a la decepción. No me crean fatalista, no solo yo me siento así. Todos los adultos sin excepción, excepto aquellos que padecen algún desvarío o se encuentran demasiado ocupados por sus insatisfacciones individuales, piensan por igual la mayoría de mañanas (eso si el sueño les permite pensar al despertar). Entonces, ¿cuál es el sentido de bajar los pies de la cama y ponerlos en el suelo?

El primer sentido, mejor dicho, la primera razón es obviamente tener una cama de la cual levantarse, aunque sea renuentemente. Esa cama no ha venido a nosotros de manera espontánea, no es parte de nuestra vida por ninguna casualidad cósmica, sino que es producto de un trabajo y un esfuerzo duradero que ejercimos o ejercieron por nosotros durante el transcurso de años y que se convirtió al final, en calor, estrés y dinero, con lo cual compramos la cama de la cual no queremos levantarnos más.

Si bien es cierto que ahora mismo se nos escapa entender el sistema global bajo el cual la sociedad está organizada, sistema que nos permite ocupar un nicho, proporcionar un servicio y recibir remuneración; incluso si estamos concientes de que nuestro esfuerzo transcendental no trasciende en lo más mínimo y que el objetivo de nuestro tiempo perdido, malgastado en trabajar para otros o para un fin desconocido, sólo sirve para obtener las cosas básicas que conforman una vida digna y nada más, aun así ese quehacer debe valer para algo, hasta la arena que el viento se lleva debe parar en algún lugar.

Es frustrante pensar que luchar interminablemente contra las vicisitudes del mundo exterior, no me proporciona nada más que el pan que me permite levantarme de aquella cama regalada y luchar de nuevo contra ese mundo exterior. Sin embargo, en 4,000 años las cosas se han organizado mucho para que los humanos podamos subsistir de una manera eficiente (lenta la historia, ¿verdad?). Hace 4,000 años, en los albores de la humanidad, era menester para nuestro ancestro más lejano buscar refugios proporcionados por la naturaleza, los cuales a menudo eran la causa de cruentas batallas, pues no había suficientes cuevas para todos lo australopitecos. Además, incapaces de guardar alimentos, se veían obligados a echar la suerte cada día y salir de su precaria guarida, siguiendo una dirección electa bajo alguna antigua lógica cavernícola, rezándole a todos sus dioses aun incorpóreos por el milagro mágico de encontrar una presa para cazar. Es verdad que nos ha tomado mucho, pero al menos hoy en día podemos dirigirnos al Supermercado.

Y para aquellos que encuentran desastrosa esa realidad, insuficiente esa comodidad, lo cierto es que existen cientos de millones de personas sin acceso a agua limpia para cubrir sus necesidades más básicas. Si, si, en África… ¡NO! No hablo solamente de África, hablo de aquí en Latinoamérica y específicamente me refiero a aquí en nuestro pequeño terruño, donde cerca del 42% de la población vive bajo las garras ignominiosas de la pobreza[1]. En palabras llanas, aquí hay mucha gente pobre que muere de hambre y no tiene techo, ni comida, ni agua. ¿Cuánta gente? Casi la mitad de los dominicanos.

Bueno, en ese sentido sé que la culpa no es un incentivo eficiente (alguien debería decírselo a las madres y las abuelas para que la dejen de utilizar), pero ante la realidad burguesa de dormir en cama propia (o regalada) es propicio anteponer la real pobreza que obliga a 4 millones de dominicanos a dormir en catres sucios, camas rotas, colchones alquilados, mantas viejas, suelo duro y como diría Mafalda: “¡quien sabe cuantas otras barbaridades!”. Es por lo tal que si a veces me pregunto cual es el sentido del quehacer humano al menos estoy conciente de que el accionar de este humano tiene un sentido, porque si he nacido con la capacidad de desarrollarme, enamorarme y ser feliz de una manera segura y saludable, a la vez he adquirido un compromiso de ayudar a otros a alcanzar dicha meta, a pesar de las barreras que la demagogia, la avaricia y la audacia demoníaca de uno que otro hombre de Estado interpone en el camino de los más humildes. ¡Caramba! ¡Si no van a trabajar, dejen de cobrar impuestos y ya!

Aun no tengo plan elaborado. Lo primero es ilustrarme para como decía Aristóteles “obrar bien y ser bueno”, lo segundo es involucrarme hasta romper la coraza de mi pasado indiferente, lo tercero es compartir lo que he aprendido, “el saber es poder” y cuando compartes tu conocimiento empoderas a tu prójimo, lo cuarto por último es reflexionar, mirar en retrospectiva y analizar si ha resultado, si en verdad ha valido la pena. Quizás suene un poco hipócrita porque después de todo, ¿no estaba yo seguro de que el quehacer humano tiene sentido? Precisamente, ahora viene la parte más difícil, identificar qué acciones de las millones posibles son las que entrañan algún tipo de propósito que sirva para algo y con servir para algo, me refiero a ¿qué puedo hacer como individuo cuyo objetivo sea otro aparte de satisfacer mi propio capricho? Por ejemplo, el aprender solo para acumular conocimiento es otra forma de glotonería, el entrenar solo para alcanzar un ideal heterónomo de belleza es otra forma de vanidad, el ahorrar con el único fin de acumular riquezas es una manifestación de avaricia. No hablo de una moral psicorrígida, hablo de replantear el porqué de nuestras acciones. ¿Qué queremos alcanzar en nuestra vida? ¿En verdad queremos eso o simplemente lo decimos para dar una apariencia de admirables o quizás para seguir una moda? ¿Realmente estamos haciendo las cosas que nos ayudaran a ser quienes queremos ser? Lo único que tengo son preguntas, las respuestas las pone cada quien.

Yo aun no he encontrado mis respuestas. Yo no sé quien quiero ser exactamente, pero sé que va muy por la línea de alguien que sepa mucho (ahí está mi vanidad), pero que utilice ese conocimiento para proporcionar un servicio y lo comparta libremente para que otros sean enriquecidos por él. Quiero ser una persona que se encuentre en buena forma física (nuevamente un poco de vanidad, pero hey, todos necesitamos un poco de motivación personal), pero que use esa buena condición para nunca sentirse limitado por enfermedades incapacitantes de la presión, de los ligamentos, de los pulmones, para no utilizar al cansancio o la incomodidad como excusas y así poder salir de la casa y conocer las bellezas de la naturaleza y también para ser capaz de realizar un gran esfuerzo y alcanzar objetivos difíciles, a pesar de las noches sin dormir, la privación de alimentos, el calor o cualquier otra carencia. Quiero ser una persona con gran sensibilidad social, pero que no se quede enfrascado en tontas lamentaciones acerca de las iniquidades de nuestra sociedad o se contente con alimentar de limosnas manos que se encontraran perpetuamente vacías a menos que se alcance un cambio sustancial en la manera en la cual distribuimos la riqueza; no solo la riqueza material, sino también la riqueza intelectual, cultural y humana de nuestro pueblo. Un hombre con el estomago vacío no tiene la fuerza de salir hacia delante, igualmente, un hombre con la barriga llena y la cabeza vacía no tiene idea de donde se encuentra “adelante”. Finalmente, aparte de alguien listo y servicial, saludable y proactivo, sensible y solidario (vaya que listita esa, ¡fácil el lío en que me metí!) me gustaría ser una persona humilde que nunca pierda el toque con la realidad y nunca olvide la necesidad de reevaluarse constantemente, pues nunca encontraremos verdades absolutas o que funcionen para todo el mundo (si entendiéramos eso creo que no volvería a haber una sola muerte ideológica, un sólo preso político más) y por lo tanto lo que yo haga puede que no este tan bien como lo que pudiera hacer y sobretodo no debo actuar como que tengo las respuestas necesarias o como si mi modelo fuese el único que funcionara.

Este es, podría llamarse, mi propósito de año nuevo, encontrar la persona que quiero ser y descubrir la manera de serlo. Perdonen si les he puesto a leer todo esto para finalmente descubrir que el mensaje era simplemente personal. Comparto este monólogo con ustedes porque un amigo de espíritu negro y audaz (el negro no es necesariamente malo, pero siempre es, indudablemente, oscuro) me dijo que las cosas que pensaba y los propósitos que me proponía debía compartirlos con mis amigo pues lo que yo encuentro útil, ustedes también pueden encontrarlo y entre los rincones de mi pensamiento, tal vez hallen algo similar a lo que ocurre en sus propias mentes. Espero que este escrito les guste, pues en mi vanidad quiero escribir cosas que a la gente le agraden, pero sobretodo que los motive a que siguiendo el espíritu de este año nuevo que comienza en unas horas, reflexionen también un poco respecto a como están manejando sus vidas e interactuando con el mundo a su alrededor, para que de una manera u otra puedan tomar una decisión consciente de si les gusta o no el resultado que en sus años sobre esta tierra han alcanzado. Algunos estarán contentos, otros, como yo, insatisfechos, pero creo que visto de buena manera, este ejercicio de reflexión nos puede ayudar a todos a ser mejores y ha causar un cambio positivo en nuestro ambiente. “Aprovechemos el tiempo” decía el patricio porque aunque la vida humana no perdura más que un parpadeo ante los ojos de Dios (que me perdonen los ateos), cada ser humano puede llenar ese pequeño instante de infinito valor, por lo que la calidad de su vida se hace inconmensurable a pesar de que su cantidad sea siempre insignificante (Chaim Potok. The Chosen).


En honor a Reuven Malter y su padre, que tanto me enseñaron acerca de la vida.