domingo, 28 de octubre de 2012

Elucubraciones sobre el derecho laboral



Elucubraciones sobre el derecho laboral
Por Erick Stern Comas







Mientras haya humanos, habrá derecho del trabajo”-Ismael Comprés

El derecho laboral es el más positivado de los derechos fundamentales. Fruto de dos realidades convergentes, a) la necesidad del trabajo como prerrequisito a la existencia (desde la expulsión del paraíso el hombre está “condenado” a trabajar para ganarse el pan con el sudor de su frente) y b) la dureza de la vida obrera desde los tiempos de la esclavitud, pasando por la industrialización y llegando a los albores del capitalismo; la humanidad ha utilizado el derecho como instrumento del trabajo, primero consagrando el derecho a trabajar en incontables Constituciones nacionales y tratados internacionales (artículo 62 de nuestra Constitución y artículo 6 del Pacto Internacional de los Derechos Económicos Sociales y Culturales) y segundo, regulando las condiciones de prestación de los servicios subordinados, a través de multitud de leyes nacionales y convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Es claro que para la humanidad es más importante poder trabajar que trabajar dignamente, así como toma preeminencia (o se prefiere) el vivir sobre el vivir con dignidad. Esto se ilustra en la jerarquía normativa correspondiente al derecho al trabajo (Constitución, tratados multilaterales de derechos humanos) y al derecho del trabajo (leyes, convenios de la OIT) y tiene consecuencias muy directas a la hora de una posible modificación del Código Laboral, pues los empleadores, dueños del trabajo, tienen una ventaja decisiva sobre los obreros, que requieren el trabajo para subsistir.

Si bien en lo personal somos contrarios a muchos de los criterios legales contenidos en el actual Código Laboral, si reconocemos que:

1)      Como decía Rafael Alburquerque “el derecho laboral es un estorbo al neoliberalismo” y la denodada labor de nuestros tribunales de trabajo nos ha salvado de caer completamente en las turbias aguas de la economía del libre mercado, ciega e implacable, propiciadora de injusticias y verduga de la moral, que actualmente experimenta su inexorable caída en el mundo occidental. Si en República Dominicana, aparte de todos sus problemas e iniquidades, los marginados obreros no tuvieran derecho siquiera a la liquidación y no sintieran que al menos ante los tribunales pueden llevar sus quejas y ser satisfechos en sus justos reclamos, sospechamos que, como en otros países de America, las posturas políticas radicales y la violencia clasista estarían más presentes en nuestra realidad cotidiana, lo cual la haría en verdad, insufrible.

2)      Los trabajadores y los empleadores necesitan instrumentos normativos que den respuesta a fenómenos actuales como el teletrabajo, la subcontratación, el outsourcing, el trabajo masivo de extranjeros o la seguridad social.


El Código Laboral dominicano es un instrumento anticuado que tampoco plantea nada claro relativo a la formación de personal (cuando la empresa eroga fondos para adiestrar trabajadores), al trabajo a destajo y la jornada laboral no fija o fuera del lugar de trabajo, al jus variandi o “reformatio imperius”, al trabajo pagado y no realizado, al cobro de costas y condenaciones a los trabajadores, a las huelgas y paros, etc. Todos estos son puntos clave que nuestra ley no contempla ni ayuda a nuestros tribunales a solucionar de manera pretoriana, por lo que deben ser urgentemente abordados de manera consensuada en una posible reforma laboral.

Es cierto que la humanidad ha avanzado mucho desde aquellos tiempos en que las huelgas eran punibles con la muerte. El primer paso de avance lo constituyó, según las fuentes más reputadas, el artículo 123 de la Constitución de Querétaro de 1917, el cual disponía que “toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil; al efecto, se promoverán la creación de empleos y la organización social de trabajo, conforme a la ley”. No obstante, el momento clave de la historia del derecho del trabajo no deja de ser la inclusión en el Tratado de Paz de Versalles de 1919 de su parte décimo tercera, la cual inicia diciendo que “considerando que la Sociedad de Naciones tiene por objeto el establecimiento de la paz universal y que esa paz solo puede ser establecida si se basa en la justicia social”, dejando incorporada allí mismo la Organización Internacional del Trabajo (OIT), único órgano internacional que sobrevivió la Segunda Guerra Mundial y continuó existiendo desolado hasta su incorporación al sistema de Naciones Unidas en 1945.

Quisiéramos hacer un breve paréntesis respecto a la OIT. En la actualidad, en virtud del artículo 27 de la Convención de Viena sobre el derecho de los Tratados (CVDT), ningún Estado puede alegar sus leyes internas para incumplir sus obligaciones internacionales, obligaciones que se consideran erga omnes, es decir, contratadas por el Estado con relación al resto de la humanidad. No obstante, para nosotros no está claro si las personas en República Dominicana pueden prevalerse ante los tribunales de trabajo de los Convenios de la OIT, ya que nuestra Constitución solamente acepta de manera clara la visión monista[1] del derecho internacional con relación a los tratados de derechos humanos (artículo 74.3 de la Constitución). Y aunque la República Dominicana “reconoce y aplica las normas del derecho internacional, general y americano, en la medida en que sus poderes públicos las hayan adoptado” (artículo 26.1 de nuestra Constitución), leyes como la 424-06[2] de implementación del DR-CAFTA, hacen pensar que para nuestras autoridades, se requieren leyes especiales para hacer lo tratados internacionales aplicables en el país, lo cual a nuestro entender es una práctica equivocada ya que los tratados, si bien son firmados por mandatarios de mandatarios (funcionarios nombrados por el presidente, que es mandatario del pueblo), siguen un proceso de ratificación que en nuestro país consiste en un control previo ejercido por el Tribunal Constitucional, seguido de una resolución del Congreso aprobando el Tratado, lo cual debe ser suficiente para legitimarlos.

Volviendo al tema de nuestro Código de Trabajo, obviamente es impensable retroceder en cuanto a la defensa de los derechos fundamentales, pero fenómenos como la modernización, la especialización del trabajo y el temor de la competencia internacional (la cual ha llegado a RD sin nosotros estar preparados para contrarrestarla), estimulan reformas a nuestro régimen de derecho del trabajo.

Problemas

Teletrabajo: Se pone en juego la subordinación y quien es el responsable. Ejemplo. Open English. Una compañía que contrata profesores que dan clases a los alumnos a través de sus computadoras, desde la comodidad de su hogar. ¿Existe, en este caso, un servicio personalizado, remunerado y subordinado, hecho a favor de otra persona? Si se es formalmente autónomo, pero materialmente dependiente, ¿se es trabajador en el sentido del Código Laboral?

La sublimación del concepto “lugar de trabajo”: Las personas contratadas para realizar un servicio subordinado en lugares distintos (compañías de pintores de casas o instaladores de ventanas), ¿siguen el mismo régimen que los trabajadores con un lugar preestablecido? ¿Debe el empleador transportarlos? ¿Cómo se imponen las restricciones en cuanto a horario de trabajo o el “abandono del lugar de trabajo”?

Relaciones triangulares: Empresas de empleo y subcontratación. Por ejemplo, las plazas y oficinas están consistentemente contratando con Doncella, compañía que maneja empleados de limpieza y camareros, ¿cuál es la relación de los trabajadores de Doncella con los dueños del local donde proporcionan sus servicios? ¿Deben obedecerlos “en lo relativo al trabajo”?

Call centers: No es la misma persona quien contrata el servicio que el dueño de los equipos sobre los cuales el servicio es realizado. ¿Qué pasa si hay robo de las herramientas?

Mercado informal: No tributa, no se cuantifica, no sigue normas de seguridad e higiene. La ley no lo excluye, pero no lo alcanza.

Asistentes o ayudantes: En muchos talleres y fábricas los trabajadores llevan ayudantes, generalmente sus hijos, pero la ley contempla muy poco respecto a los mismos. La ley debe adaptarse a la realidad, no viceversa.

La conciliación: La conciliación obligatoria en materia laboral no ha funcionado nunca y al momento, solo sirve para retrasar el proceso y aumentar los gastos. Se ha planteado la instalación de salas especiales para la Conciliación, pero también la eliminación completa de la institución. En todo caso, los vocales son una figura obsoleta que necesita repensarse.

El salario variable: La empresa quisiera tener el poder de variar el salario de acuerdo al rendimiento, a lo producido o las cualidades del trabajador, pero los formularios de trabajo no lo permiten, los tribunales lo consideran injusto y el Código Tributario penaliza con un 29% todas las prestaciones accesorias ofertadas por la empresa a trabajadores específicos, en lugar de a todo el personal.

El pago electrónico: El pago por transferencia electrónica choca con las reglas de la garantía del salario, pero la realidad parece señalarlo como preferible al efectivo.

Empleadores extranjeros no domiciliados en el país: ¿Ante que tribunal y cómo se interpone la demanda? ¿Cómo se demuestra la subordinación donde no hay gerente ni director? Se diluye la subordinación en todos los aspectos menos el económico.


El sector servicio: Se ha vuelto mucho mayor al sector primario o industrial y requiere normas especiales para regir sus relaciones de trabajo.

Dumping social: La competitividad internacional y, a veces, la ambición desmedida, busca rebajar garantías para reducir el costo y eso debe combatirse.

Finalizamos estas breves elucubraciones con otra cita de Ismael Comprés: “La flexibilización no es mala, la desregularización si, al menos regulación de principios”.


[1] Visión monista: Plantea que los tratados internacionales son aplicables sin necesidad de leyes que los introduzcan en el ordenamiento nacional.
[2] *Segundo Considerando de la ley 424-06: “Que para la adecuada puesta en vigencia de “El Tratado” es necesario asegurar la plena consistencia entre el orden jurídico interno y los compromisos de “El Tratado”, de forma tal que se elimine toda posibilidad de contradicción que pueda crear confusión e inseguridad jurídica para los agentes económicos y la inversión”.

Samaná: La belleza oculta o el arte de no dar mente a nah



SAMANÁ: LA BELLEZA OCULTA O EL ARTE DE NO DAR MENTE A NAH

El pasado 15 de agosto tuve la oportunidad de visitar la exquisita provincia de Samaná, permaneciendo más tiempo en su común cabecera (“común” es sinónimo de “municipio”), Santa Bárbara de Samaná, incluyendo su distrito municipal, Las Galeras.

Samaná supuestamente fue elevado a distrito marítimo en 1867, lo cual equivalía a provincia, proviniendo su nombre de vocablos tainos. Su común cabecera data de alrededor de la mitad del siglo XVIII, siendo bautizada en honor a la reina Bárbara de Braganza, reina de España en ese momento.

Por supuesto, este no pretende ser un ensayo escolar acerca de tan singular provincia, históricamente ignorada por el gobierno nacional, sino un recuento escueto de mi viaje que me dejó algunas desabridas impresiones.



Lo cierto es que acompañado por un entrañable amigo nos embarcamos a nuestra travesía bien temprano, siguiendo la ruta de San Francisco de Macorís y tomando un desvío en Arenoso, para aprovechar un “tramito” de la carretera nueva, sin tener que atravesar Nagua. Al llegar a Santa Bárbara pude rápidamente resolver las diligencias que me llevaron a emprender el viaje y el resto del día se nos presentó como una buena oportunidad de exploración. Nuestra primera acción fue dirigirnos a Las Galeras, por una carretera estrecha, enlongada, pero en excelentes condiciones, donde pudimos disfrutar de frescos paisajes soleados. Al llegar a la Playa de las Galeras, el mar se abrió como una cuenca gigantesca, adornada por vistosas palmeras y vibrante follaje a su alrededor, el cual mi cámara fue incapaz de capturar en todo su esplendor.



Algunos restaurantes de la playa mostraban el tradicional estilo dominicano consistente en ranchos de mampostería, pisos de cemento pulido y techos de zinc, pintados todos de un solo color, verde, blanco o amarillo, con letras en rojo que dicen “Restaurant…” y publicitan su oferta gastronómica. La conversación con un botero arrojó luz sobre las playas cercanas para bañarse, su inaccesibilidad por otro medio que no sea bote y los precios que le dan a los cara-de-bobo como nosotros.

Mientras el hambre se cernía sobre nosotros, nos dimos cuenta de la necesidad de procurar sustento y recorrimos dos veces la calle principal del distrito en búsqueda de un sitio que nos llamara la atención. Finalmente, un letrero más estilizado que los demás nos hizo fijarnos en un sitio con mejor presencia que los otros.



Limpios pisos de grava, nuevas mesas de madera barnizada y un elevado techo de zinc cubierto de cana, nos invitaron a tomar asiento en un comedor típico donde el pescado, el arroz, el concón, las habichuelas, la limonada y hasta el aguacate eran tan baratos y exquisitos que cuando recordé que quería fotografiar la comida, ya había desaparecido casi la mitad.



Después de contentar nuestro paladar regresamos a Santa Bárbara, donde exploramos “la chorcha”, iglesia protestante construida por los pobladores cocolos en un estilo muy exógeno a nuestra isla y que se mantiene en pie y vigente como centro espiritual a más de un siglo de su fundación.


Podemos decir que hasta el momento, nuestro viaje había resultado ser positivo y revitalizante. Nos dirigimos hacia el muelle, curiosos por unas extrañas máquinas de ejercicio que vimos allá, muy peculiares y diría que hasta útiles, a fines de propiciar la práctica de deportes en un país donde las medallas de oro se celebran con tanta grasa y alcohol que hombres y mujeres jóvenes de nuestra nación presentan numerosos problemas de obesidad, gastritis y malnutrición. No obstante, más nos llamó la atención la negritud del agua de la costa, la cual, una inspección más detallada reveló que debíase al vertido intratado de aguas residuales directamente al mar, donde patos nadaban y botes pequeños atracaban. Definitivamente, no recomiendo bañarse en esa playa.



Como potencial turista sentí repulsión y preocupación, unidas al coraje de ver como todo parecía haber sido dispuesto para hacer de ese muelle el principal foco de atracción turística, con kioscos y miradores a lo largo de la orilla y el gran proyecto Plaza Príncipe (todavía pobremente explotado), solamente a una calle de distancia y, a pesar de ello, no parecía haber, por parte de las autoridades edilicias, un plan para al menos recoger la basura que se acumulaba en sus costas.



Vi una pareja que a mi entender era coreana (pero que bien podían ser dominicanos con ese fenotipo), desmontarse de su vehiculo con un niño pequeño, pararse a tomar dos fotos lejos de la orilla y marchar en menos de cinco minutos. ¿Qué los habrá hecho alejarse, el sol, la hora, la vista sucia? Quien sabe, no se quedaron lo suficiente como para poder deducirlo.

Prosiguiendo el camino tomamos lo que solo puede llamarse un sendero pedregoso para llegar al museo de la ballena, donde, por una simbólica contribución de 70 pesos por persona, recibimos un tour guiado por un joven de la localidad, acreditado por el Ministerio de Medioambiente para dirigir expediciones balleneras



El museo, aunque pequeño, era muy completo e incluía hasta el esqueleto casi completo de una ballena jorobada (no ponemos las fotos para que se motiven a ir a verlo). Resultó ser una experiencia muy positiva.

Después de salir del museo teníamos el interés de conocer el puente transmarino que adorna el retrato costero de la ciudad. Para sincerarme, siempre pensé que se trataba de un puente vehicular, pese a las admoniciones de mi amigo ingeniero civil. Al acercarnos, próximo al museo, pero atravesando una callejuela oculta, incluso en peores condiciones que la anterior, desembocamos en una triste esquina llena de basura y barcos encallados.



En una nota aparte, no sentí tristeza alguna al equivocarme respecto a la peatonalidad del puente, pues fue tan grata su visión y tan sincero mi orgullo patrio al verlo de acceso gratuito, disponible para todos los samanenses (tenia miedo, por su cercanía a un hotel aparentemente de lujo, que hubiera sido privatizado) que ni recordaba haberlo soñado vehicular. Quisiera resaltar, a favor del hotel, que a pesar de que éste opera la pequeña playa aledaña al puente y tiene su área reservada con “sheilones” y sombrillas de cana, esta área esta lejos de la costa y la playa es pública (¡gracias a Dios se respetan los derechos de nuestra ciudadanía!). A los blancos turistas se les ve jugando volleyball con los locales y comprando cositas de ocasión, pero si supieran que a unos 300 metros desaguan los inodoros de la ciudad, dudamos que fueran tan felices bañistas.



Volviendo al puente, el punto más álgido de nuestro viaje, el mismo está construido en concreto y recorre tres mogotes de piedra arborizados. Una vez salvada la escalera se abre ante ti la precaria construcción, cuyo aspecto es tan isleño y tan peculiar, que te invita a recorrerlo con un trago en la mano, descalzo o en sandalias, mientras ves los barcos y veleros maniobrar y digieres apaciblemente un coctel de camarones frescos.





Al terminar los primeros pasos entras al primer islote y eres seducido por una pétrea escalinata, amparada del inclemente sol por un tupido follaje. Todo está en paz y la vida es un camino sosegado que te espera. Entonce, cuando nada podía ser más perfecto, abres tus ojos dominicanos, escépticos, punzantes. Botellas viejas aquí, graffiti por acá, aquí hace falta una baranda y ¡saz!, caes al precipicio.



Te das cuenta que esta estructura se está a punto de desplomar. Las paredes se hacen añicos, las varillas se corroen por la sal, el moho y el olor a orines invaden el fétido ambiente y los “guaraguaos”, en su vuelo, no te parecen majestuosos, sino horribles y peligrosos. Ya ha muerto la ilusión primera y sólo queda la decepción típica del dominicano: todo lo bonito es una ilusión ya hace tiempo arruinada por manos inconcientes.

Al acercarnos al último peñasco, la impresión es la misma. De lejos, toda la exhuberancia de lo desconocido.



Al pisar tierra firme, una alfombra blanca tapizada de vasos y botellas, una playa sucia adornada de estiércol.



¿Por qué el síndico no tendrá al menos dos barrenderos asignados a esta área tan bella, tan azul e infinita? ¿Por qué la posible atracción turística más elegante y original de la zona parece un armatoste? Varillas desnudas y reducidas por el salitre, escaleras derruidas sin baranda o protección, miradores conquistados por maleza y hierba mala, placas de concreto ominosamente dispuestas, como esperando el sismo que las hará colapsar, tubos descascarados, ideales para guarecer el alambrado eléctrico mediante el cual el puente una vez se iluminó, mucho tiempo atrás. ¿Por qué “en medio de esta tierra recrecida… donde duerme un bosque en cada flor y en cada flor la vida”, ni siquiera los propios dominicanos sabemos darle un poquito de valor a lo nuestro? “Tierra santa y hedionda” como diría Joaquín Pasos.

En el camino de vuelta íbamos callados, dormidos, apesumbrados. Como nosotros, el cielo se anubló y una tormenta nos obligó a detenernos por un rato. Al final, horas después, crucé el umbral de mi casa en Santiago de los Caballeros, dejé mi bulto en la alcoba y me acosté a dormir. Por dentro, sabia que había realizado este viaje para limpiar mi alma y terminé igual de sucio, lo cual me hace sentir profundamente cansado.



Conversaciones con mi fe- El dinero



CONVERSACIONES CON MI FE

Pónganse a salvo de este mundo corrompido” Hechos 2. 36-41

 
Hola. Hoy quisiera escribir de algunos temas religiosos y sus connotaciones políticas. Decía Gandhi, o al menos se le atribuye a él, que “el que piense que la religión no tiene nada que ver con política, no conoce el verdadero significado de la religión”. Esto porque la religión representa los anhelos más profundos y delicados del ser humano, no sólo el de trascendencia, sino su afán de justicia, de buenos gobiernos, de nobleza y reconocimiento, de explicación a la existencia y del lugar que se ocupa entre las criaturas, entre otras cosas. Visto así, las interrogantes son muchas y quizás resulten inabarcables por más libros que se escriban, pero mi afán no es dar respuestas, sino hacer preguntas.

El tema que quisiera tratar hoy es el dinero y la pobreza. ¿Se han preguntado ustedes alguna vez por qué Jesús exalta al pobre? No hablamos de mera defensa, ni tampoco compasión, sino dignificación en contraposición al rico: “Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de Dios” ¿Por qué? ¿Es la riqueza anticristiana? ¿Plantea la biblia el necesario fin de la economía como la practicamos? Y de ser así, ¿plantea otra opción económica viable? ¿Es objetable el patrimonio del Vaticano?...

Jesús siempre ha sido presentado como pobre. Algunos argumentan que no eran propias siquiera las vestimentas que utilizaba, lo cual se ha prestado para muchas interpretaciones poéticas de Jesucristo. Por ejemplo, decía Joaquín Pasos de los pobres: “Nuestras figuras son apenas figuras del que vino por el mismo camino. Por eso es divino el polvo de nuestros pies, y divino nuestro destino”. No obstante, existen dudas respecto al nivel de pobreza de Jesús, ya que la Biblia lo presenta como carpintero, lo cual, sin duda, debió ser una profesión sumamente distinguida en una Nazaret desértica. Por otra parte, su padre terreno, José, se decía proveniente de la familia de David, aunque en razón de las numerosas esposas disfrutadas por reyes antiguos y actuales, eso, de ser cierto, no necesariamente implicaría ventaja económica de ningún tipo. También existe la posibilidad de una mala traducción de los textos bíblicos y que Jesús no fuese carpintero, sino picapedrero, trabajo más acorde con su humildad. Este es un punto de discusión intrascendente, pero que resulta interesante psicológicamente a la hora de preguntarnos si Jesús fue auténticamente el primer comunista del mundo y de cómo eso afecta nuestra postura como cultura occidental tradicionalmente cristiana, pero capitalista.

Es difícil definir a Jesús. Era un rebelde, pero se rebelaba ante pocas estructuras. Reconocía la validez del dinero (“al césar lo que es del césar”), pero rechazaba el afán de lucro “cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío” (Lucas 14:33), viviendo su comunidad, no en la miseria, sino administrando una bolsa común (múltiples referencias a esto, ver e.g Juan 12:5). Aceptaba a los recolectores de impuestos y a las prostitutas, pero expulsó acremente a los mercaderes del templo. ¿Qué nos quiere decir Jesús con todo esto? ¿Acaso que la aspiración de la sociedad occidental equivocada y vacía al ser materialistas en lugar de espirituales, al ver al dinero como un fin, en lugar de un mero accidente? Posiblemente, pero ese no es todo el mensaje de Jesús, porque de serlo no hubiese dicho “vende todo lo que tienes, déjalo a los pobres y sígueme”. Hay algo más allá, algo consustancial a la riqueza que impide al corazón del que no es pobre acceder a la salvación. Esto es muy triste y susceptible a ataques como: 1) Venderlo todo y darlo a los pobres implica el reconocimiento del sistema mercantil, no ningún ataque o intento de destruir o modificar este sistema; 2) Dar todo a los pobres y unirme a ellos implicaría el agotamiento veloz de esa riqueza y la creación de un nuevo pobre, lo que no aliviaría en nada los males del mundo, en cambio, la riqueza bien administrada puede sostener una caridad constante por años; 3) El pobre no es modelo a seguir porque su corazón aspira a la riqueza para abandonar la penosa situación en que encuentra.

Todo esto es cierto, por lo que razonablemente podemos ver que la salvación no está intrínseca y exclusivamente ligada a la pobreza en el sentido de carecer de bienes. Como expresábamos, Jesús y sus seguidores no eran indigentes y en ningún momento de la biblia se evidencia que sufrían de necesidad. La dignificación del pobre en el Evangelio, así como la humillación del rico, tiene un significado mucho más profundo, en el cual el dinero está incluido, pero que lo desborda: Jesús nos pide acercarnos a los pobres para salir de la comodidad. Su predica es social, no para hacer del dinero un asunto relevante, sino para restarle importancia. Cuando Jesús nos dice: “esa viuda dio más, porque dio todo lo que tenía”, no la alaba por el dinero ofrecido, que era mucho desde un punto de vista relativo, sino porque fue mucho su desprendimiento y poca la importancia que le dio al dinero. Para la viuda, las monedas fueron un instrumento para hacer el bien, no un bien en si mismo para codiciar. Con su actuación, volvió a poner las cosas en el lugar que les corresponde.

Haciendo un poco de memoria, Adán y Eva no cometieron el pecado original al desobedecer a Dios simple y llanamente. Dios, de hecho, fue sumamente permisivo dándoles un paraíso y poniendo todo lo que se encontraba en él bajo su dominio. Sólo había un árbol del cual Dios no quería que los humanos comieran y no era ni siquiera el árbol de la eternidad (Génesis 2:17), sino el árbol de “la ciencia del bien y del mal”. ¿Qué peligro representaba este árbol? Que tan pronto el hombre comiera de él, se atribuiría el poder de decidir lo que era bueno y era malo. Ya no sería Dios, ni el orden natural por El instaurado lo que mediría y “justificaría” el accionar del hombre, sino la propia opinión humana. Al comer del árbol, el hombre se constituyó en la medida de todas las cosas y eso estuvo mal, por eso fue expulsado. Lo peor, es que ni siquiera se mantuvo así; ya para tiempos de Jesús, una fascinación primitiva había invadido al ser humano y para algunos, las cosas estaban incluso por encima del hombre.

Ante este panorama tan sombrío es que Jesús reacciona. El pecado del joven rico “que había cumplido todos los mandamientos”, no era ser rico, sino que cuando le preguntó a Jesús como salvarse, fue incapaz de poner a Dios por encima de sus bienes. Se evidencia que su deseo de salvación no era sincero si el Hijo de Dios Hecho Hombre le ponía como único requisito para seguirlo y llegar al Padre el renunciar a su oro, y al joven rico esto no le satisfizo.

Dice Tomás de Kempis en “La Imitación de Cristo”: “Que diferente sería la vida si adquiriésemos conciencia de la eternidad”. Aprenderíamos a desechar todas las pequeñas prisiones que nos impiden ver las cosas en su justa dimensión y en el lugar al que pertenecen.  Ciertamente, para el pobre, el que no cifra su esperanza en hombres o bienes, es más fácil seguir a Dios y renunciar a la falsa seguridad de este mundo, pero no puede afirmarse que esto sea una virtud, sino más bien, una necesidad, ante un mundo hostil que no ofrece ninguna seguridad.

No sé si lo correcto es el capitalismo, el socialismo o el anarquismo, si la salvación del pueblo será la educación o el libre comercio. El evangelio plantea tantas preguntas respecto a nuestro mundo actual que efectivamente constituye una obra al margen del tiempo. Esas preguntas corresponderán a mayores mentes que la mía tratarlas, pero mientras tanto, no debemos de dejar de preguntarnos y entre esas preguntas, debemos buscar si en nuestra pirámide de valores los asuntos accesorios de la vida permanecen siendo accesorios y si podemos considerarnos “pobres de espíritu”, es decir, si estamos libres de estorbos, prejuicios, vicios y rencores.

La carrera más necesaria



LA CARRERA MÁS NECESARIA


Estuve leyendo el excelente libro de Oscar Cañizares “Scribo vobis” (les escribo a ustedes, en latín), el cual contiene una serie de cartas enviadas por él a jóvenes que participaron en el Campamento Rodante o fueron guías de su empresa de ecoturismo “Camping Tours”, la cual ofrece, a través de sus excursiones, una experiencia purificante que transforma los espíritus más duros e indolentes en agradecidos hijos de la Madre Tierra, aunque sea por un instante.


El autor durante una de las actividades del “campamento rodante” en la Loma Guaconejo, Nagua.

En fin, lo interesante del libro, escrito por un cubano expatriado y jesuita retirado, residente en nuestro país, es que se nutre de su experiencia personal para tratar de transmitir algún aprendizaje a aquellos muchachos atribulados que constituyen los destinatarios de estas cartas. En una que me llamó especialmente la atención, la penúltima del libro, recuerda cuando era estudiante en Toronto y asistió a la conferencia de un prominente científico. Al terminar la ponencia se le acercó y le preguntó qué le recomendaba estudiar a un latinoamericano. Cañizares, quien esperaba escuchar algo como “política” o “economía” o “sociología”, se sintió molesto al escuchar su recomendación: “Estudie ecología”. Nos cuenta que por más de 15 años ese consejo permaneció en el olvido.

Años después, “Cañizo” empezó a utilizar la ecología como ciencia directriz para encaminar las ideas políticas que transmitió a decenas de generaciones insospechadas. En la carta en cuestión expuso algunas, las cuales comparto y sobre las que quisiera abundar:

Lo primero es que el hombre, como ser racional, es capaz de entender su existencia como la culminación de procesos biogenéticos profundos y ancestrales que nos han colocado en la cima de una cadena, de la cual, no obstante, no podemos desprendernos. Depredar la vida es depredar al hombre, producto de la vida, no causa o centro de la misma.

No es necesario siquiera llamar la atención sobre un punto que se explica a si mismo: el hombre sólo podrá subsistir en la medida que proteja la cadena que lo mantiene, así como el que vive de una cuenta de banco, si retira más allá de los intereses, acabará con el capital. Esto trae a colación numerosos tópicos sobre los cuales no quisiera abundar, como la sobrepoblación, la escasez de agua, los combustibles fósiles, las mareas crecientes que amenazan con sumergir naciones enteras…

Lo segundo es que todo ejercicio humano debe nacer de un profundo sentido de responsabilidad, enfocado principalmente en cuidar de un planeta que “no es herencia de nuestros padres, sino préstamo de nuestros hijos”. Aparejado a ese sentido de responsabilidad, deben venir tres cambios profundos: 1) Los países desarrollados deben dejar de promocionar un modelo de desarrollo basado en la superproducción de bienes, basura y consumo de energía, que se sostiene a costa del detrimento de la tierra, la cual no pertenece a ninguna persona, país o unión de Estados, sino a todos los habitantes del planeta, incluyendo a las demás especies y a los seres humanos que aún no han nacido. 2) Los países en desarrollo necesitan cambiar su proceso de crecimiento, en el cual no solo se aspira a un modelo irresponsable y derrochador, sino que se destruyen las pocas cosas buenas que la vida en un país en desarrollo ofrecía, como son: baja huella ambiental; ausencia de ruido, contaminación y delincuencia; muchos recursos naturales, materiales, genéticos y escénicos al servicio de todos; etc. 3) El ser humano no sólo debe desterrar la negligencia o franco abuso que hace de su préstamo terreno, sino que debe luchar por la elevación del ser humano en cuanto a su dignidad de vida: un ambiente sucio y hostil, un trabajo esclavo, el hambre inmisericorde, el frío y la sed; son todos flagelos de nuestra especie a los que los más pobres son condenados, en gran parte por la apropiación, por parte de unos pocos, de todo el espacio vital y su explotación irresponsable.

******Otro tema de aguda importancia sobre el cual no pretendemos ahora abundar es la justificación del derecho de propiedad como derecho humano. Exponen los cooperativistas socialistas o “integrales”, que la propiedad como fuente de renta y poder es nociva y solo el hombre mismo, con sus capacidades físicas y espirituales, puede constituirse en fuente legítima de riqueza. Si bien es cierto que el derecho de propiedad es el único que excluye a los demás humanos (“yo poseo algo, por ende, tu no puedes poseerlo”), un mundo donde no exista la propiedad privada y todos deban valerse de su cuerpo y dotes para sobrevivir sería, al menos a primera vista, un mundo donde las personas con discapacidad serian descartadas, los padres no pudieran legarle nada tangible a sus hijos y la utilidad del ser humano seria puesta en duda después de pasada cierta edad.*********************************************************************

A partir de la quinta página, la carta se vuelva más política y local en sus consejos que meramente ecológica y global. No obstante, podemos encontrar matices de marcado derecho natural en sus aseveraciones, como cuando dice que “es natural y conveniente que los grupos defiendan sus intereses, pero esa defensa no puede ser en perjuicio de los otros grupos, o de la especie. El Estado debe permitir y promover este principio, pero debe arbitrar…para que el desarrollo de un grupo no sea a base del perjuicio de otro”. ¿Por qué? Porque la norma última, el fin más elevado, es el bien común y para buscarlo es que creamos gobiernos.

Cañizares continúa hablando sobre el fracaso de los gobiernos neoliberales. Si bien reconoce el beneficio económico como legítimo resultado del trabajo, la creatividad y el conocimiento, critica fuertemente a los gobiernos que renuncian a su función de trazar el dialogo nacional respecto a las metas de la sociedad para buscar un crecimiento que muy rara vez lleva “a la autentica democracia y al respeto a la justicia”.

La carta finaliza exhortando al joven destinatario a embarcarse en una carrera política, porque “sin hombres honrados y coherentes, no habrá política honrada ni coherente”. Yo, por mi parte, continuo preguntándome, cual será la “carrera más necesaria”. En un sentido, sin duda se trata de la ecología, la cual estudia a toda la vida como parte de un mismo flujo, incluyendo al hombre, y nos permite ver que el mal que el dominicano le hace a su Patria y a su prójimo, es un mal que ejerce sobre si mismo. Sin embargo, en un sentido figurado, la carrera más necesaria es la que corremos todos contra nosotros mismos, la que nos funde y refunde en el crisol de esta vida y nos permite ir creciendo en sabiduría, a la vez que descubrimos que tan lejos podemos llegar y qué podemos aportar. La propiedad, incluso de los talentos, tiene un fin social nacido de la responsabilidad, y la práctica política se compone de la suma de nosotros los corredores y de todas las justicias e injusticias que realicemos. Nosotros, por santos que nos consideremos, hasta por omisión somos parte de la injusticia que llega a nuestro país y permaneciendo inertes no hacemos más que perpetuarla. Es necesario seguir “corriendo” y, como decía el Mahatma, “convertirnos en el cambio que deseamos ver en el mundo”.


Vista desde “Cayo Levantado”, isla dominicana entregada a una empresa extranjera para su explotación.

martes, 16 de octubre de 2012

REFORMA FISCAL ¿INTEGRAL?



REFORMA FISCAL ¿INTEGRAL?


 
Esta es una misiva a todos los dominicanos con el objetivo de motivar la reflexión sobre el momento histórico que estamos viviendo en nuestra sociedad virtud de la mal llamada “reforma” tributaria. No podemos dejarnos engañar por promesas o “datos” económicos, los cuales siempre son manipulados. La verdad sobre la “reforma” fiscal es que se nos prometió una reforma fiscal INTEGRAL, pero nos fue ofertado un simple proyecto de aumento impositivo. Ante esta decepción, sólo una idea tiene cabida: los dominicanos no podemos permitir la exacción de un centavo más de lo producido por nuestro trabajo hasta que el gobierno concierte con nosotros una reforma integral del gasto público, incluyendo los salarios públicos.

Como entusiastas del derecho tributario es nuestro deseo y deber plantearles a todos los hermanos y hermanas dominicanos algunas sentencias sobre el proyecto que ha salido de las filas del gobierno y su equipo económico, el cual puede ser catalogado de “irresponsable”. El esquema a seguir en este escrito será el siguiente: 1) Expondremos las falacias en las cuales el gobierno justifica el aumento de los impuestos; 2) Analizaremos los principales gravámenes que el proyecto gubernamental propone; 3) Desarrollaremos algunas ideas propias: a) La idea de que si bien es necesaria una reforma, es una reforma integral de todo el sector público lo que deseamos; y b) propuestas personales para esa reforma del sector público, propuestas que opinamos, el gobierno no ha querido hacer por miedo, vituperio o desinterés.

Antes de proceder, aclaramos que el presente análisis es fruto de una lectura conciente del proyecto de reforma presentado por el gobierno el 4 de octubre llamado “Propuesta para discusión: Componente Fortalecimiento de la Capacidad Recaudatoria del Estado para el Desarrollo Sostenido”, así como una recopilación de ideas provenientes de diversos artículos de la prensa nacional. Al día de hoy, 12 de octubre, ya ha sido revelado que el déficit enfrentado por la República Dominicana es de 187 mil millones de pesos, el más grande y preocupante en toda su historia. Las causas de ese déficit han sido explicadas a medias y serán abordadas en párrafos posteriores.

Las 4 mentiras

El gobierno fundamenta la necesidad de la reforma fiscal en cuatro postulados falaces que si bien representan realidades tangibles, no suceden tal como el gobierno las quiere plantear. Como ciudadanos concientes nos corresponde, más que decir NO A LA REFORMA, decir, “la reforma no procede porque no se han discutido las razones en las cuales se fundamenta”:

1-“El gobierno necesita más dinero para alcanzar el 4% para la educación”.

Esta es una cruzada noble para la cual todos estamos conscientes de que se requiere un sacrificio enorme y debemos reconocer los esfuerzos presupuestarios que se han llevado a cabo para lograrla. De acuerdo a la prensa nacional, parece ser que el gobierno ha venido asignando muchos más recursos cada año a la educación preuniversitaria desde que iniciara el movimiento amarillo: 1.637 millones de dólares, equivalentes al 15.3% del gasto público, fueron presupuestados este año. No obstante, la cifra apenas alcanza un 3% del PIB, por lo que el gobierno sigue lejos de cumplir el mandato de la ley (la ley de educación plantea que debe invertirse el que sea más alto de los dos: o 16% del gasto público o 4% del PIB). Debe resaltarse, además, que gran parte del dinero hasta hoy invertido va a “obras” o gastos de capital, cuando el artículo 198 de la ley 66-97 establece que el 80% del gasto en educación debe ser corriente, es decir, inversión en maestros, libros, programas especiales, etc. Deben inspeccionarse detalladamente los gastos de capital en consideración a la fuerte sospecha que existe en nuestro país de que los contratistas del gobierno suelen sobrevalorar sus obras entre 20 y 25%.

De antemano debemos aclarar que este no pretende ser un artículo sobre las bondades o maldades de la educación, sino uno que desmienta al 4% como raison d’ etre de la reforma. El alegato de nuestro gobierno parece ser que debido a que tiene gastos importantes, simplemente no puede colocar 4% del PIB en educación, por lo que su tarea es recaudar más a fin de poder cubrir sus demás gastos, e invertir en educación libremente. Esto se desmorona por dos razones:

1-      La primera es que si lo que se requiere es un porcentaje (4%) y no un monto específico, al gobierno no le valen excusas, simplemente debe retirar el dinero de otros sectores y transferirlo a educación, para cumplir el mandato de la ley, proponiendo nosotros que lo retire de los numerosos sectores infuncionales que mantiene, como INESPRE, la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado, El Consejo Estatal del Azúcar, La Comisión de Reforma a la Empresa Pública, la Liga Municipal, etc.

2-      Si en verdad hace falta dinero específicamente para educación, ¿por qué no se establecen contribuciones atadas a fin de recaudar solamente para este sector, en lugar de aumentar las arcas del gobierno en general? Si el gobierno recauda 100 e invierte 8, la inversión es de 8%, pero si llegase a recaudar 200 e invirtiera 16, seguiría invirtiendo solamente 8%, por lo que el gobierno tendría que invertir 32 para llegar al 16%. En ese caso, si se aumentan las recaudaciones en general, ¿qué pasa con el dinero recaudado en virtud de la reforma que no va directamente a educación?, que en nuestro ejemplo serian 76 pesos. No existe plan para gastarlo ni razón para recaudarlo, por lo tanto, no es necesario. No podemos fiarnos de la palabra de un gobierno con un mes en el poder. El partido que actualmente controla el Poder Ejecutivo, también controla las dos cámaras del Congreso; si en verdad se hace imposible cumplir la ley de educación, ¿por qué no la cambian? Algunos dirían que porque les sirve de excusa para seguir aumentando la carga tributaria. Sea cual sea la razón, a 15 años de la ley 66-97, no deberían quedar más excusas.

2-“La República Dominicana goza de muy baja presión tributaria, esta debe aumentar a un nivel equiparable con los de la región para propiciar una economía más sana”

La presión tributaria en RD es actualmente un 13% (dato oficial, pero CIA World Factbook la coloca en 14.1%, aunque sigue siendo una de las más bajas del mundo). El gobierno quisiera aumentarla a 20%, para ir a la par con diversos países de la región (en países desarrollados la presión oscila entre 30 y 40%), pero por el momento se conforma con un 15%. Su argumento es que los dominicanos la tenemos bien fácil porque tenemos baja presión tributaria. Ante ese argumento, muchos alegarían que no nos corresponde pagar impuestos a nivel de países ricos, especialmente porque nuestras contribuciones nunca repercuten en beneficio de la población y debemos incurrir en gastos extra para asegurar energía, agua, seguridad, educación, salud, transporte, etc. Lo cierto es que estos argumentos son innecesarios ya que aquello de la baja presión tributaria es una tergiversación de los datos (una mentira, en otras palabras). Nos explayamos: La presión tributaria se calcula de esta manera: PT= PIB ÷ ingresos recibidos por el gobierno en razón de impuestos internos. En otras palabras, la Presión Tributaria mide cuanto aportan los ciudadanos al Estado en comparación con el PIB, lo que permite determinar si los agentes económicos están contribuyendo en razón de sus ganancias; esta es la razón por la cual el presidente Fernández dijo que el gobierno se había quedado pequeño en comparación con la economía. No obstante, nuestra propuesta es que este dato, si bien es cierto, a) no es culpa de la población y ésta no debe cargar con la solución, b) el PIB es calculado de una forma tal que esconde la realidad tributaria de la mayoría de dominicanos, que sí están sometidos a alta tributación.

1-      Las principales tasas de impuestos en República Dominicana son: 29% de Impuesto sobre la Renta (ISR), 16% de Impuesto a la Transferencia de Bienes Industrializados y Servicios (ITBIS), 1% de Impuesto sobre los Activos (ISA), diversas tasas entre el 7 y el 16% de Impuesto Selectivo al Consumo (ISC), 1% de Impuesto a la Propiedad Inmobiliaria y 3% sobre Sucesiones o sobre transferencias Inmobiliarias. Dicho esto, la presión tributaria se calcula en base al PIB, tomando en cuenta no la tasa de impuesto contenida en la ley, sino la cantidad de dinero efectivamente recaudada, por lo que cuando hay mucha evasión, la presión tributaria baja. En ese entendido, el gobierno propone aumentar los impuestos a sectores que no evaden (o que les es imposible evadir, por ejemplo, los consumidores de productos no pueden evadir el ITBIS de ninguna forma, porque viene siempre aparejado con el precio, ni los ahorrantes, porque el banco les retendría de sus intereses, etc.) para compensar por la evasión, obligando a pagar más a los que siempre pagan. Esta historia de nunca acabar constituye la mayor injusticia que nuestro gobierno quiere cometer contra sus propios habitantes y, a riesgo de levantar sospechas, vale la pena preguntarse, si las fortunas millonarias declaradas por varios funcionarios han pagado los debidos impuestos durante su proceso de formación.

2-      El PIB es calculado según la siguiente formula: P= C+I+E+G o mejor dicho PIB= Gastos de los consumidores+ Inversiones hechas en el país+ Exceso en las exportaciones (superávit en la balanza de pagos) + Gastos del gobierno. Todos estos elementos arrojan una luz negativa sobre el cálculo del PIB y la efectividad de la presión tributaria. Primero, los grandes consumidores, en un país sin ingresos y contaminado por la evasión, el lavado y la corrupción administrativa, crean una percepción falsa de alto consumo, cuando la mayoría de la población subsiste con menos de RD$ 10,000.00 al mes. Segundo, los gastos del gobierno, que incluso el subdirector del FMI para el Hemisferio Occidental, Miguel Savastano, calificó como superiores a lo que recomendable, generan una distorsión a la hora de calcular la presión tributaria porque aumentan el PIB, pero no pagan impuestos. Tercero, además, renglones importantes como el turismo, la zona franca y empresas acogidas a leyes de incentivo, la minería, el transporte, la educación, la salud y los bienes agrícolas (estos cuatro últimos no pagan ITBIS), etc., todos aumentan el PIB, pero ninguno paga impuestos, o pagan muy poco. De hecho, en un estudio del 2009 titulado “Evolución de la Presión Tributaria: El impacto de las reformas tributarias y de la crisis mundial”, la DGII admite el divorcio entre PIB y la recaudación. Por ejemplo, el combustible salido de REFIDOMSA en el 2008 representó el 0.2% del PIB, pero el 14% de las recaudaciones. Por otra parte, las exportaciones de azúcar representaron el 7.7% del PIB, mientras contribuyeron solamente el 0.4% de las recaudaciones (las exportaciones tampoco pagan ITBIS). El ejemplo más claro es el del comercio, que representó el 8.5% del PIB, pero el 23.8% de las recaudaciones. Si analizamos bien esta realidad, veremos como el gobierno pretende aumentar impuestos en base a la siguiente premisa: “El país produce 100 y se recaudan 13, por ende, la presión tributaria es poca”, cuando en realidad lo que sucede es que los contribuyentes producen una parte mínima, digamos 40 y pagan 13 (equivalente al 32%) y los sectores exentos (incluyendo gobierno) gastan y producen 60, pero contribuyen 0, desvirtuando las estadísticas. Esto no quiere decir que los sectores exentos sean responsables del debacle fiscal, sino que la presión tributaria arroja una conclusión desembarazada de la realidad.

3-      Por último, en la República Dominicana, según el artículo 296 del Código Tributario, las personas físicas gozan de una exención contributiva según la cual si ganan menos de RD$ 400,000.00 al año, no deben pagar impuestos sobre la renta. Ya que RD$ 400,000.00 al año equivale a RD$ 33,000.00 al mes y como se estima que el 35% de la población dominicana vive bajo la línea de la pobreza, no es una sorpresa que no muchos dominicanos paguen impuestos, ya que simplemente ganan demasiado poco. En una charla impartida el 11 de octubre en la Cámara de Comercio de Santiago, el economista Henri Hebrard establecía que el Impuesto Sobre la Renta representa el 25% de las recaudaciones tributarias, pero que el 85% de los dominicanos económicamente activos no gana lo suficiente para tener el privilegio de pagar este impuesto, razón por la cual parece que pocos dominicanos contribuyen, cuando lo cierto es que auténticamente no están en condiciones de contribuir.

Para expandir nuestra reflexión, según estos datos, podemos concluir que el ISR es una contribución sustanciosa sufragada únicamente por las clases más favorecidas, por lo que puede incluso decirse que es un impuesto justo, al tomar de los que tienen capacidad para dar. No obstante, la “reforma” fiscal pretende gravar más los productos de consumo necesarios, con un mayor ITBIS y un mayor número de productos gravados. Esto elevará necesariamente el costo de vivir (alimentarse, vestirse, alojarse, ahorrar…), repercutiendo en todos los estamentos de la sociedad. Bajo estas condiciones, será todavía más difícil iniciar un negocio o producir dinero, por lo que se reducirá la inversión, la generación de empleo y los ingresos de la población, lo que se traducirá en dos cosas: a) el dinero recaudado también disminuirá y 2) la población perderá su seguridad económica y tendrá que gastar más de su dinero en simplemente vivir, perdiendo sus pocos “gustos” (beber alcohol, viajar, comprar ropa de marca), todo lo cual fomentará el descontento social, la violencia y la apatía.

3- “El gobierno tiene un déficit, para este año, de más de 58 mil millones de pesos, por lo que estamos dispuestos a negociar la forma, pero debemos recaudar esos montos”.

El gobierno atribuye ese déficit a los subsidios (12 mil millones de pesos), a la amortización de la deuda publica y al déficit cuasi fiscal (deuda del Banco Central) del año 2002, pero lo cierto es que no existe tal déficit. Nos explicamos: El gobierno elabora presupuestos cada año considerando lo que va a gastar y de donde lo va a cubrir y siempre, igual que en muchos hogares dominicanos, calcula un déficit operacional manejable (dinero que “hay” que gastar, pero no se tiene) que puede luego compensar endeudándose o emitiendo bonos soberanos. El presupuesto para el 2012 contemplaba un déficit de 22 mil millones de pesos, pero los gastos programados ya eran de por sí 40 mil millones de pesos mayores a los presupuestado para el año anterior (390 mil millones en 2011 y 430 mil millones en 2012). Al final, como dijo el Ministro de Economía, “no se recaudó lo que se esperaba”, pero tampoco se gastó lo que se esperaba, ya que como revelan los datos proporcionados esta semana, el déficit del año 2012 ascendió a 187 mil millones de pesos, 8.5 veces más que lo contemplaba el artículo 3 de la Ley 294-11[1] de presupuesto para el 2012. 






En conclusión, sí existe un déficit que los dominicanos debemos cubrir, el déficit contemplado en la ley de presupuesto nacional, no el descalabro actual cuyas causas el gobierno central no ha compartido en su totalidad, aunque bien puede sospecharse que se originó en ocasión de la campaña electoral y el inmenso programa de obras que coincidió con el cierre de esta misma, obras que, como se recordará, fueron inauguradas sin estar en condiciones para funcionar. Ahora el gobierno pretende desbancar los bolsillos de la población para cubrir un déficit no admitido por nuestros legisladores, pero los dominicanos no podemos consentir el aumento de un sólo por ciento de nuestros impuestos hasta que los sectores “deficitarios” del gobierno sean revisados para que dejen de ser “barriles sin fondo”. Entre estos “barriles” resaltan el sector eléctrico, el de transporte público, las obras públicas y los salarios de los funcionarios.

4-“La reforma tributaria es necesaria para sostener el programa del gasto social del gobierno”.

Nuestro presidente alega que requiere el dinero para continuar el amplio programa social del gobierno. De hecho, sin el aumento solicitado, el gobierno no tendría más que quedarse “de brazos cruzados”, según el presidente Medina. La respuesta de la población no se ha hecho esperar, en ambos lados, demostrando un gran abismo entre las dos clases económicas, los que necesitan y el gobierno se apoya en su necesidad y los que tienen y no quieren ser despojados de lo suyo. Este es un punto sociológico sobre el cual volveremos más tarde.

El gasto social, si bien suena como algo muy noble, en nuestro país no deja de ser nefasto por dos razones: a) El partido de gobierno ha repartido el dinero de los contribuyentes a título personal para acrecentar sus propias figuras (y algunos dirían que también sus propias fortunas) como si el dinero aportado por nosotros fuera de su patrimonio particular; b) todavía no existe prueba de un solo dominicano que haya salido de la pobreza gracias al plan social del gobierno, ya que éste se administra con miras a solucionar momentáneamente la necesidades que el propio gobierno provoca con su mala gestión.

Los opositores a la reforma podemos ser llamados indolentes, avariciosos o irresponsables por no querer contribuir con el desarrollo del país y con los “pobres”. Eso puede ser manipulado por la opinión pública para causar resentimiento social, algo muy útil para una campaña demagógica: ¿Por qué el carro de lujo paga la misma matrícula que el carro económico? ¿Por qué el “rentista” puede vivir de sus intereses si la mayoría de los dominicanos no tienen certificados de crédito? ¿Por qué el terrateniente puede tener numerosas propiedades y si ninguna pasa de 5 millones, no pagar nada por ese lujo? Son argumentos a los que todos debemos enfrentarnos porque en su reclamo guardan visos de verdad. Sin embargo, somos de la opinión que el aumento de los impuestos para ser destinados a la ayuda social es bien visto por la mayoría de dominicanos, incluso los acaudalados y así lo demuestran las amplias campañas a favor de la educación, la salud y el transporte público, nada de lo cual “beneficia” a las clases económicas poderosas. El quid del asunto es que a nivel personal ningún dominicano está preparado para aceptar más impuestos, si estos no vienen acompañados por mecanismos de transparencia respecto a como el gobierno gasta el dinero recaudado, a fin de que llegue a quien lo necesita en realidad. El gobierno ha perdido la confianza de los dominicanos y le es imposible pedir nada, hasta que la restaure.

5- “El gobierno ha hecho de su parte reduciendo el gasto público, ahora le toca a los ciudadanos contribuir”.

Esta es quizás, la mayor mentira de todas. Es loable la audacia del actual presidente al publicar el decreto 499-12 sobre racionalización del gasto público, el cual incluye algunas medidas para controlar los gastos del gobierno, que como hemos visto, constituyen la auténtica causa del déficit, no la falta de ingresos. El decreto versa sobre gastos en fiestas, regalos, viajes, gasolina y gastos de representación y si bien el decreto empezó cojo porque en su artículo 1 excluyó de su círculo de acción a los demás Poderes de Estado (constitucionalmente el Ejecutivo no puede obligar mediante decreto a los demás poderes), así como al Banco de Reservas, Banco Agrícola y al Banco Nacional del Fomento de la Vivienda y Producción, constituye un paso de avance importante para esclarecer “el verdadero rol de los servidores públicos”.

Sin embargo, el decreto tiene 50 días de su promulgación, su duración es de solamente un año y palidece en comparación con el escándalo de las pensiones destapado la semana pasada. Un gobierno que no ha cumplido ni dos meses de ejercicio no puede decir que ya ha puesto su grano de arena y un gobierno que pretenda “frizar” el gasto público en comparación con el año más deficitario en toda la historia de la República Dominicana, ciertamente no ha hecho su parte para enfrentar la crisis que se avecina. El compromiso del gobierno debe ser mayor y debe haberse hecho efectivo antes de siquiera acercarse a la población con un proyecto de aumento tributario.

Para concluir, compatriotas, conociendo las mentiras en las cuales se basa la “reforma” podemos oponerla de una manera más coherente y trabajada. Para influir en las decisiones, debemos participar en el debate y para hacerlo, debemos prepararnos bien. Como siguiente paso, a fin de contar con mejores argumentos a la hora de enfrascarnos en el debate de la reforma que ha de venir, les presentamos los principales descalabros planteados en el actual proyecto y hacemos énfasis en que resulta actualmente imposible pensar en el más mínimo aumento en las tasas impositivas. Dicho aquello, no dejamos de advertirles que a menos que nos cohesionemos de manera integral y luchemos no sólo por nuestro propio interés sino por el de todos los dominicanos, la “reforma” fiscal pasará sobre nosotros y todo grupo que no haya negociado un tratamiento favorable, sufrirá el peso completo de la única ley que el Estado se ocupa en hacer cumplir, la tributaria. Esto no lo podemos permitir, EL PAPEL DEL GOBIERNO NO ES RECAUDAR DINERO, sino garantizar a la población el disfrute de sus derechos, tales como salud, educación, bienestar, trabajo, libertad, etc.; los fondos públicos son simplemente una herramienta para alcanzar el bien común. Teniendo eso claro, debemos forzar al gobierno a dialogar con los “gobernados” que lo eligieron para hacérselo entender.

Antes de proceder, puntualizamos que el proyecto del gobierno no incluye ninguna reforma sobre ningún sector de la legislación nacional, sino que se limita a derogar o modificar artículos beneficiosos para el contribuyente desparramados en las diversas leyes tributarias que tiene nuestra república.

Principales gravámenes contemplados

  • El artículo 1 congela el monto exento de ISR en RD$ 400,000.00 por tres años, por lo que hasta el 2016, no volverá a ajustarse por inflación.

  • El artículo 2 reduce la tasa pagada por la repartición de dividendos de 29 a 10%,  pero con la excepción de que antes, las personas morales, cuando pagaban dividendos, podían acreditarse la retención hecha sobre el dividendo pagado al accionista, como un aporte deducible del impuesto sobre la renta. ¿Por qué? Porque la empresa paga dividendos después de pagar impuestos sobre la renta y cobrarle 29% a la empresa y 29% a los accionistas era considerado una doble tributación. Sin embargo, ahora las empresas deben retener 10, en lugar de 29%, pero ya no pueden descontarse lo retenido del ISR, por lo que si la empresa decide repartir dividendos, sus accionistas experimentarán una carga fiscal del 36.1% de los beneficios de la empresa (La empresa tiene utilidades por 100, paga 29% de ISR y le quedan utilidades por 71, esto paga 10% sobre los dividendos, por lo que a la empresa solo le quedan 63.9 para repartir. El total de impuestos pagados después de repartir los dividendos fue de 36.1, independientemente que hayan sido 29 la empresa y 10 el accionista).

  • El artículo 3 deroga la exención contenida en el artículo 222 del Código de Trabajo, por consiguiente, el salario de navidad ahora pagará impuestos sobre la renta, siempre que exceda la exención contributiva de RD 33,000.00 al mes.

  • El artículo 5 plantea una retención del 25% de todo premio obtenido en lotería, bancas o promoción de cualquier tipo, aunque después plantea una escala de 10, 15 y 25% dependiendo del valor del premio (a partir del primer millón, 25%) y 10% para las ganancias obtenidas a través de tragamonedas. También retorna a 5% la retención hecha por el Estado sobre pagos realizados a sus proveedores y elimina el párrafo del artículo 309 del Código Tributario que establecía que los bancos no debían hacer retenciones sobre los intereses pagados a sus ahorrantes.

  • El artículo 6 mantiene la tasa del 29% del impuesto sobre la renta, pero proyecta su reducción hasta 27% en el 2015, lo cual es oneroso ya que se planteaba su retorno a 25%.

  • Según el artículo 7, los intereses pagados por depósito (los famosos “plazos fijos”), inclusos los pagados por el BNV y las Asociaciones de Ahorros y Préstamos, ahora serán gravados con un 10%, cuando antes estaban exentos.

  • Los artículos 8 y 9 no son claros. Parecen repetir lo mismo que la ley actual manda: pagar el excedente sobre los cinco millones del valor de cada casa o solar urbano no edificado, ordenando, incluso, el ajuste por inflación cada año respecto a los 5 millones. No obstante, también puede interpretarse (y creemos que esta es la verdadera intención) que a partir de ahora, el Impuesto sobre la Propiedad Inmobiliaria gravará el total del valor de los inmuebles de una persona con un 1%, quedando exentos sólo los primeros 5 millones.

  • El artículo 11 plantea que el impuesto de transferencias inmobiliarias aumentará de un 3% a un 4.55%, aunque después deja entender que en lugar de 4.55 es 5% sobre el valor total del inmueble. En contraposición, se elimina la tasa del 2% para la reinscripción de una hipoteca.

  • El artículo 14 grava con un 10% de ITBIS al agua en todas sus formas, incluyendo gaseada, endulzada, mineral, etc.

  • El artículo 15 plantea un impuesto de circulación para vehículos (marbete) del 1% anual sobre el valor del vehiculo, en lugar de los 2,200 que pagaban los vehículos con menos de 5 años y 1,200 los que tenían más de 5 años. La ley no prescribe nada respecto a si hay variación del impuesto por depreciación del vehiculo o si se considerará, para fines del valor, si el vehiculo está siendo adquirido mediante préstamo o, al menos, en pagos deferidos.

  • El artículo 16 contempla, además del impuesto de registro o inscripción (“primera placa”) de un 17% del valor CIF (costo + seguro + flete), se crea un impuesto extra a los vehículos en razón de sus emisiones de CO2.

  • El artículo 17 prescribe una tasa de 63 pesos sobre el galón de gasolina, sea premium o regular y de 28 pesos sobre los galones de gasoil. Aparte, se pagará un 16% de Impuesto Selectivo al Consumo sobre el precio de venta de cada galón.

  • El artículo 20 prescribe un 10% de impuesto selectivo al consumo al servicio de transmisiones hechas por radio y televisión.

  • El artículo 21 unificó todas las tasas de Impuesto Selectivo al Consumo del artículo 375 del Código Tributario. Es cierto que las redujo, pero se trataban de bienes de alto lujo como caviar, yates, jacuzzis, etc.

  • Artículo 22, el más controversial. Se eleva por dos años la tasa del ITBIS a 18%, bajo el entendido de que se revisará su eficiencia, para decidir si se reduce después de pasado el plazo. Innumerables productos de consumo básico que antes estaban exentos serán gravados por un ITBIS del 10%, que ascenderá hasta 16% en tres años. Cabe recalcar que nuestra tasa de ITBIS (impuesto equivalente al IVA) es la más alta de toda Centroamérica.

  • El artículo 23 añade páginas y páginas de nuevos artículos que serán gravados con el ITBIS. Cosas tan básicas o sencillas como el azúcar, la miel, varios tipos de panes, el hielo, cazabe, la carne de gallina, las chuletas de cerdo, el aceite para cocinar, etc. Ya sólo quedan fuera los productos considerados de baja calidad como la molleja, así como las frutas y vegetales.

  • De acuerdo al artículo 24, los servicios de cuidado personal (salones y spas), ya no estarán exentos de ITBIS. También tendrán que pagar ITBIS los servicios de estiba y desestiba, así como las presentaciones artísticas y culturales.

  • El artículo 25 limita el monto que puede deducirse para fines del impuesto sobre la renta por concepto de intereses pagados en razón de deudas o gastos ocasionados por la constitución y operación de compañías. Esa deducción ya no podrá pasar del 50% de la renta neta imponible, lo que desfavorece en gran parte a las PYMES, las cuales no suelen contar con capital propio.

  • El artículo 26 aumenta el poder de la DGII de impugnar transacciones cuando los sujetos económicos estén relacionados, o uno de ellos se encuentre domiciliado en un país con un bajo régimen de tributación.

  • El artículo 28 retira a todas las ONG todos sus beneficios fiscales, excepto la exención del ISR (deben pagar ITBIS, IPI, ISC, diversas tasas, etc.). Además, si la ONG realiza alguna actividad comercial, como dirigir una revista u operar una cafetería, entrando en competencia con empresas sujetas a tributación ordinaria, perderán su único beneficio y deberán pagar ISR.

  • El artículo 29 aumenta de 2.5 a 5% el impuesto sobre las ventas brutas de las zonas francas al mercado local.

  • El artículo 30 plantea un impuesto del 5% para las ventas realizadas en el mercado local de las empresas acogidas a la ley 56-07 de prioridad al sector textil. Parece ser que este impuesto no existía antes.

  • El artículo 31 elimina las exenciones relativas a la energía renovable.

  • El artículo 32 plantea la modificación del párrafo IV del artículo 4 de la ley 158-01, pero no existe tal párrafo IV, por lo que es imposible conocer que parte de la ley es derogada. En todo caso, se plantea una modificación del régimen de exenciones previsto por esta ley, incluyendo el hecho de que las mismas (las exenciones), ya no son transferibles.

  • El artículo 33 desmonta el incentivo proporcionado por la ley de cine, 108-10, que permitía a las personas morales deducir del impuesto sobre la renta lo invertido en dinero efectivo a proyectos cinematográficos de largometrajes.

  • El artículo 34 plantea que las zonas francas “normales” (las acogidas a la ley 4315) deberán pagar el impuesto sobre la renta contenido en el Código Tributario.

  • Por último, el artículo 37 es ambiguo. Quiere decir una de dos cosas: 1) Se eliminan todas las exenciones otorgadas; o 2) El gobierno no permitirá a nadie más acogerse a alguna exención hasta que se promulgue una nueva ley de incentivos. En cualquiera de los dos casos, se mantendrán vigentes las exenciones contenidas en las leyes 8-90 sobre Zona Franca de Exportación (pero excluyendo a las Zonas Francas Especiales), 158-01, sobre Desarrollo Turístico, 108-10, de Fomento de la Actividad Cinematográfica y Ley 28-01 de Desarrollo Fronterizo (pero excluyendo a las empresas que compitan de manera directa con empresas acogidas al régimen de tributación ordinario).

  • Según datos recogidos en la prensa se pretende iniciar con el régimen contributivo subsidiado de la seguridad social para que el sector informal puede tributar. También hay rumores de que se anulará la ley 179-09 sobre deducción de gastos educativos incurridos por la persona física. Hasta el día de hoy, permanecen como rumores.

Estos son, en esencia, los principales vejámenes infligidos por el proyecto gubernamental que hasta el mismo ministro de economía admitió que producirían inflación y amenazarían la “estabilidad” de la tasa de cambio. Queremos, por último, a fin de enriquecer el debate y proporcionar respuestas a los contribuyentes, proponer algunas ideas propias y prestadas respecto a auténticas soluciones para la crisis que afecta a nuestro país:

Respuestas, Propuestas y Realidades

Primero, debemos dejar bien en claro que SI se requiere un pacto fiscal, pero de una manera muy distinta a como lo propone el gobierno. Una reforma fiscal integral debe buscar la forma de beneficiar a la población dominicana y asegurar la tributación en base a la justicia, es decir, que todos contribuyamos de acuerdo a nuestra capacidad económica y que dicha contribución nos beneficie a todos según el monto de lo contribuido o la mayor necesidad. Para el pacto estrictamente fiscal, debemos considerar los siguientes puntos:

1-      El nuevo esquema tributario debe incluir fuertes controles de transparencia para que la población conozca en que se invierte su dinero.
2-      Debe hacerse una reforma del Código Tributario para consagrar los derechos del contribuyente frente a la Administración abusiva y voraz, limitando la discrecionalidad de la DGII y DGA.
3-      Debe buscarse la simplificación de los tributos para hacer más fácil la tarea de calcularlos y pagarlos. No proponemos solamente hacer más accesibles los impuestos internos clásicos como ISR e ITBIS, sino también la unificación de todas las tasas del país para evitar la penosa tarea de la compra constante de sellos y recibos, para lo cual sería apropiado considerar la tarjeta bancaria prepago aprobada por la Junta Monetaria, como un modo de pagar todo tipo de tasas públicas. Además debemos buscar el desabultamiento de la burocracia administrativa y la tecnificación y eficientización de los pagos para reducir el gasto de tiempo experimentado en la DGII y DGA.
4-      El nuevo esquema impositivo debe gravar la capacidad contributiva de las personas, no su necesidad de consumir para vivir, y debe permitir la entrada al mercado de nuevos capitales y empresas innovadoras. Por ejemplo, proponemos eliminar todas las fianzas millonarias que impiden nuevos ingresantes en determinadas áreas, eliminar los anticipos del ISR que reducen el capital de trabajo de las personas y empresas, modificar el régimen de tributación de la persona física para que puedan desarrollar actividades comerciales o profesionales por cuenta propia, sin tener que constituir compañías y aun así deducir gastos, etc.

El pacto fiscal debe necesariamente ser consensuado, pero también debe provenir de un esquema mayor, de un “Pacto Social” que materialice el anhelo de todos los dominicanos de un Estado más responsable. El presidente Medina clamaba que la realidad era más fuerte que sus deseos y pedía nuestro apoyo para la reforma fiscal, lo que demuestra que nuestra oposición se está dejando sentir y el gobierno, que pensaba encontrar un pueblo dormido, ha despertado la indignación de todos los ciudadanos. Este es el momento más importante de nuestra historia actual, es el momento de revelar al gobierno lo que el pueblo realmente necesita, no lo que los “líderes” creen que le conviene. En el esquema de ese gran pacto social, proponemos los siguientes puntos:

1-      Debemos forzar la convocatoria de otro dialogo nacional, como el organizado por el presidente Leonel Fernández mediante decreto 489 de 1997, celebrado en enero del 1998. Ha llegado el momento de devolver el poder a su titular, los ciudadanos.

2-      No podemos permitir que aumente la carga tributaria en un solo por ciento hasta que el gobierno (junto a nosotros), no se aboque a resolver los problemas que según ellos mismos, son los causantes del gran déficit que nos agobia: El subsidio al sector eléctrico, a los combustibles para el transporte, la evasión y, por supuesto, la pérdida de fondos públicos en salarios, pensiones y gastos de representación millonarios. El pacto social debe incluir:

i.                    Una reforma estructural del sector eléctrico para que no sea deficitario. Esto puede basarse en la revisión de los contratos de generación, la instalación de plantas generadoras pertenecientes al Estado, la modernización de las vías de transmisión, la persecución eficaz del robo eléctrico, la sustitución por energía renovable y autogenerada, la instalación de suministro prepago de energía, etc.

ii.                  Una reforma del sector transporte, especialmente ahora que el gobierno quiere aumentar el costo del transporte privado en cuanto a vehículos y combustibles. Esta reforma puede contemplar la renovación y mantenimiento del parque vehicular del transporte público, combate a los monopolios del transporte público, migración hacia el transporte masivo fiscalizado por el Estado, mejoramiento de caminos y rutas vehiculares, puesta en funcionamiento de semáforos y señalizaciones, acondicionamiento de las calles para permitir un mejor transporte a pie o bicicleta, papel más activo de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET), el favorecimiento aduanal a vehículos híbridos o de bajo consumo, el gravamen en 1 o 2 pesos al Gas Licuado de Petróleo o al Gas Natural, etc.

iii.                Una reforma de las retribuciones públicas a los funcionarios, incluyendo, entre otras cosas, una tasa de pago para el presidente y ministros atada al desempeño económico del gobierno o del salario mínimo nacional, la promoción de la carrera administrativa para evitar el partidismo de los empleos, una fiscalización y persecución criminal de las botellas y nominillas, una redistribución del gasto para aumentar los salarios de los funcionarios de carrera y disminuir el de aquellos de libre nombramiento y remoción, el combate al poder de determinar el propio salario, aumento de requisitos para gozar de pensiones como servidor público, etc.

iv.                Un pacto para mejorar los sectores en los cuales la población se ha sentido más dolida: educación, salud y seguridad. Las ideas necesarias para enfrentar estos problemas deben de salir del seno del dialogo nacional y tienen demasiadas implicaciones como para abordarlas en este artículo; no obstante, debemos de estar concientes que en la actualidad estos sectores no reciben los fondos suficientes, por lo que su mejoramiento debe ser considerado ahora, en la medida que se combate el despilfarro público, para que no se conviertan en excusas para nuevas “reformas fiscales” propuestas por el gobierno.

v.                  Por último, aunque suene descabellado, los dominicanos debemos exigir, para cooperar con el pacto fiscal, la responsabilización de los culpables directos de la crisis que nos agobia. Busquemos que “caiga el peso infinito de los pueblos sobre los hombros de los culpables”; que se incaute su patrimonio mal habido y que se utilice para solventar parte de las deudas en las que nos han hecho incurrir.

Recordamos, el deber del gobierno no es “buscar dinero”, es procurar el bien de todos los dominicanos, que para eso le han dado autoridad. La falta de fondos públicos se debe a todos estos fallos estructurales antes descritos, que de ser remediados, sin aumentar los impuestos, acrecentaría de sobremanera las arcas estatales.

Para finalizar nuestro análisis queremos dar algunas ideas sobre como reorientar los impuestos que el gobierno ha incluido en su proyecto de “reforma”.

Primero, el gobierno plantea que las exenciones deben eliminarse porque no han repercutido en ningún beneficio para el país, no obstante alegar entre los logros de su partido, el crecimiento constante de la economía. Eliminar las exenciones puede significar la muerte de una economía floreciente, así como puede lograr el saneamiento de sectores ineficientes. Todo debe ser cuidadosamente ponderado y en cuanto a las exenciones, debemos distinguir entre las que existen para fomentar un fin social de aquellas orientadas a buscar un fin económico.

1-      Las que buscan un fin social, como todas aquellas contenidas en la ley 122-05 o las relativas a las cooperativas, deben ser mantenidas ya que ayudan a entidades que satisfacen una necesidad social que el gobierno no está en condiciones de cubrir. Apoyamos la fiscalización y el control de estas entidades para asegurar que no sean utilizadas como vehículos de lucro.

2-      Las que persiguen fines económicos deben ser consideradas en dos renglones: i) aquellas que existen para apoyar a sectores considerados socialmente importantes, de ii) aquellas que buscan fortalecer la economía nacional.

i.                    Las que buscan apoyar causas especificas, como los incentivos al cine o a la energía renovable, deben ser mantenidas y fortalecidas para propiciar un país más culto, más identificado culturalmente y más sano y responsable en relación al medioambiente, fines todos que el Estado, según la Constitución, debe perseguir.

ii.                  Las exenciones que redundan simplemente en “activar la economía”, como las relativas al turismo, zona franca y desarrollo fronterizo, deben ser estudiadas en cuanto a su continuación. Proponemos, que en lugar de eliminar estos incentivos, que los mismos se mantengan, pero que estos sectores estén obligados a pagar salarios superiores al salario mínimo nacional (50 o 100% más), a fin de devolver a la sociedad parte de los beneficios que ésta les otorga al no cobrarles impuestos. Estos mayores salarios aumentarían el dinero circulante y repercutirían favorablemente en el consumo, activando las economías locales en las cuales se desenvuelven los empleados de estos sectores, quienes, por lo regular, provienen de comunidades muy pobres.

Segundo, al gobierno le gusta gravar el consumo (ITBIS), en lugar de la renta (ISR) porque el impuesto al consumo es casi imposible de evadir. No obstante, si bien no todos producimos, todos sí consumimos, por lo que el ITIBIS repercute en igual proporción sobre ricos y pobres, impidiendo a los segundos abastecerse de los productos necesarios. El ITBIS si es muy alto, se convierte entonces en un impuesto injusto, porque no grava la capacidad económica, la capacidad de producir, sino que grava la necesidad de consumir. Esto no estaría mal si se limitara a productos de lujo, pero con el aumento del número de productos gravados por ITBIS y el aumento de la tasa de un 16 a un 18%, este impuesto se encamina a convertirse en una sentencia condenatoria para todos los dominicanos. El estado debe buscar otras formas de recaudar, aunque implique un aumento del ISR.

Tercero, en lugar de aumentar el impuesto sobre la circulación vehicular, el gobierno podría propiciarse un aumento en las recaudaciones con un incremento sobre los vehículos de alto cilindraje, a fin de reducir la presencia multitudinaria de jeepetas en el país, lo que a la vez ayudaría al parque vehicular dominicano a reducir su consumo de combustible, el cual pudiera ser dirigido a la generación eléctrica.

Cuarto, los impuestos deben motivar el ahorro bancario, no desincentivarlo. Al país le conviene la bancarización y la formalización de las actividades económicas de todos los dominicanos, por lo que no es factible ni recomendable el impuesto a los ahorros. Proponemos en cambio, un mayor control del ISR, la reducción de las tasas de interés para préstamos (en especial de los bancos controlados por el Estado como el de la vivienda y el agrícola, que han perdido de vista su misión) y la puesta en marcha del fideicomiso, ampliando los instrumentos de inversión con los que contarán los ahorrantes.

Quinto, en la República Dominicana más de la mitad de la población económicamente activa se desenvuelve en la informalidad. Para reducir esto, al microempresario debe ponérsele en condiciones de salir a la luz pública, pero éste no lo hará mientras por el hecho de constituirse como sociedad comercial deba empezar a contribuir 29%. Proponemos, en cambio, el acceso al microcrédito, como está supuesto a hacerlo PROMIPYMES, pero condicionar este crédito a que los microempresarios se formalicen como sociedades comerciales (SA, SRL, SAS, EIRL…), a la vez que se establecen tasas progresivas del ISR para que la microempresa pague 10, 20 y 30%, dependiendo de sus ganancias, lo cual reduciría la tasa, pero: 1) sacaría más empresas de la informalidad, las cuales empezarían a contribuir ISR, así como tasas de inscripción y renovación de registros mercantiles y 2) haría más fácil la recaudación de las personas que contraten servicios con la microempresa, ya que las empresas están obligadas a una serie de retenciones.

Sexto, el gobierno pudiera explorar otras vías de recaudación que hasta hoy no ha explotado. Un ejemplo sería aumentar la persecución y las multas de los ilícitos medioambientales, que en el país se cometen muchos. Otra contribución a considerar serian las multas por ruido, por arrojamiento de basura, por conducción insegura, por expendio de sustancias controladas a menores, etc. Una política seria de recaudación por concepto de actividades ilícitas ciertamente no constituiría una fuente permanente de ingresos, pero a la larga desincentivaría dichas violaciones, repercutiendo en mejoras para la población en general.

Estas son solo unas ideas peregrinas, nada en comparación que lo que un autentico Dialogo Nacional ha de producir, por lo que no podemos dormirnos ni perder el ímpetu, este es el momento de transformar nuestra democracia en una democracia participativa y nuestro gobierno indolente en un gobierno que realmente gobierne “con el oído puesto en el pueblo”. Nuestro último mensaje y el que más queremos transmitir es que en los últimos doce años la República Dominicana ha experimentado 6 reformas tributarias de envergadura mediante las leyes: 147-00 que modifica el código tributario, 288-04 de reforma fiscal, 557-05 de reforma tributaria, 495-06 de rectificación tributaria, 173-07 de eficiencia recaudatoria, 139-11 sobre aumento tributario. Si algo esto debe evidenciar, es que el problema es el gasto, no los ingresos.