viernes, 10 de septiembre de 2010

Poema Ololoi... de Gastón Fernando Deligne

Fragmento...

Y clamando, clamaban no en vano.
Ya aquel pueblo detesta al tirano;
y por más que indicándolo, actúe,
y por más que su estrella fluctúe,
augurando propincuos adioses,
no lo vio. ¡Lo impidieron los dioses!

Y por mucho que en gamas variables
-no prudentes, mas no refrenables-
estallasen los odios en coro,
como estalla en tal templo sonoro
un insólito enjambre de toses,
no lo oyó. ¡Lo impidieron los dioses!

Y pasó, que la sangre vertida
con baldón de la ley y la vida,
trasponiendo el cadalso vetusto,
se cuajó… se cuajó… se hizo un busto.
Y pasó, que la ruin puñalada,
a traición o en la sombra vibrada,
con su mismo diabólico trazo
se alargó… se alargó… se hizo un brazo,
cuyo extremo, terrífico lanza
un gesto de muda venganza.
Y la ingente maldad vampirina
de aquella alma zorruna y felina,
de aquel hombre de sangre y pecado,
vióse dentro del tubo argenado
de una maza que gira y que ruge.

¡Y ha caído el coloso al empuje
de un minuto y dos onzas de plomo!
Los que odiais la opresión, ¡ved ahí cómo!…
Si después no han de ver sus paisanos,
cual malaria de muertos pantanos,
otra peste brotar cual la suya,
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Si soltada la Fuerza cautiva,
ha de hacer que resurja y reviva
lo estancado, lo hundido, lo inerte,
¡paz al muerto!, ¡loor a la Muerte!

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