sábado, 3 de enero de 2015

La masculinización como mecanismo de valorización



La masculinización como mecanismo de valorización


http://www.taringa.net/posts/noticias/18304695/Los-varones-pueden-ser-feministas.html


Caveat lector: Por si el título no lo delató, les advierto, este pretende ser un artículo feminista. Antes de empezar, quisiera aclarar varios puntos. Primero, no soy un experto, sino más bien un entusiasta del tema. Mis conocimientos se basan en observación, artículos, en pláticas, en filmes, etc., ni siquiera en libros ni en educación formal. Por tal razón quiero advertirles que 1) Toda opinión aquí esbozada debe ser tomada con cautela antes de fiarse de ella, y 2) Les pido piedad por cualquier interpretación errónea o incompleta que pude haber hecho de alguna doctrina o evento.

La razón que motiva estas líneas es señalar un punto que entiendo otros han ignorado o enfocado de manera diferente. No pretendo ser ni el primero ni el que mejor señale estas cosas, las cuales, de hecho, ya han sido discutidas con amigos de manera esporádica. Es evidente que el feminismo surge como respuesta a la discriminación de la mujer frente a los hombres en virtualmente todas las desmembraciones del quehacer humano, discriminación   que es combatida de muchas maneras. En este artículo pretendo denunciar el combate a la discriminación a través de la asimilación por parte de la mujer de características masculinas. De este modo, opino, no se termina la discriminación contra la mujer, sino, como mucho, algunas mujeres la escapan confundiéndose con los hombres.

En el presente trabajo, como en todos mis escritos, encontrarán diversas digresiones, siendo esta la primera: No quiero que nadie adopte sin ton ni son mi punto de vista, ni tampoco que lo critique en razón de que contradice las opiniones de alguien más. Cada persona debe formarse su propio criterio, o al menos, expresar en sus propias palabras su adhesión a las ideas articuladas por otros. Quien no hace más que repetir lo escuchado por las personas a quienes considera autoridades, perpetua la horrenda cadena de servilismo intelectual que nos ha embrollado en la situación de decadencia conceptual de nuestro siglo, por el cual, parafraseando a Zizek, más fácil imaginamos el fin del mundo que un cambio mínimo en el estatus quo.

En otro ejemplo de servilismo intelectual me permito agregar que si bien hoy todos condenan inequívocamente al nazismo y al fascismo, la condena es más bien memorizada que internalizada, más bien en paquete que en razón de los postulados esenciales de estos movimientos políticos, como si todas sus partes fueran igual de horrendas que sus raíces intolerantemente discriminatorias. En directa contraposición, pero siendo tan similar como la otra cara de misma moneda, la democracia, la libertad, la sociedad, etc., son a menudo defendidas en paquete, como el antónimo de la dictadura y la barbarie, sin que nos sentemos a examinar cual es la visión de democracia, de libertad y civilidad que estamos defendiendo. Si alguien se puso morboso y cree que este será un artículo revisionista que arroje luces positivas sobre los antedichos movimientos u otros similares, por favor, sáquese esa idea de la cabeza.

Continuando la digresión, el servilismo intelectual también está presente en el feminismo a través de una conducta universal de los seres humanos: estereotipar. Existen modelos en base a los cuales se construye la imagen del feminista o, más apropiadamente, de la mujer que representa el ideal feminista de plena igualdad entre los géneros. Ese será el punto a tratar en estas líneas, pero, en un ejercicio de circunnavegación, permítanme por favor finalizar la digresión: El periodista argentino José Pablo Feinmann, expresaba una interesante idea en el programa financiado por el Ministerio de Educación Argentino, “Filosofía  Aquí y Ahora”, un programa de popularización de la filosofía propagado vía internet, que bien pudiera transportarse a República Dominicana bajo la dirección de pensadores como Odalis Pérez, Tahira Vargas, Carlos Andújar, Rosario Espinal, etc.

El mensaje de Feinmann, hablando acerca de Foucault[1], era  que el sujeto de hoy se encuentra sujetado por los medios de comunicación masivos, los cuales imponen la más dramática forma del “señorío de los otros” (termino de Feinman, estimo) que se ha visto jamás, el poder de imponer la verdad. El sujeto sujetado no piensa, sino que siente y actúa según la tendencia que los medios han dictado para él y se limita a repetir las ideas que les suplen las figuras que los medios han entronizado como autoridades. Bajo este escenario el sujeto sujetado ha visto aniquilada su capacidad crítica y sin culpa, pero sin mérito, vive la vida según el modelo ejemplificado por las autoridades de opinión. Por eso los medios deben esforzarse en mostrar modelos positivos para la gente, porque a fuerza de bombardeo de imágenes, los seres humanos terminamos ansiosos por emularlas. Esto es una pena. La vida del sujeto sujetado es una pena, porque “pasarse la vida bajo el señorío de los otros y nunca decir una palabra propia, es como haber vivido muerto”.

Este “señorío de los medios” entiendo, está afectando el feminismo, tergiversándolo en la medida que los medios masivos han descubierto que el feminismo ha  pasado de ser un movimiento revolucionario del cual era prudente excluirse, a una tendencia liberal con la cual es positivo identificarse. –Si le preguntas a una mujer de la edad de mi abuela si es feminista, pensará que le estás hablando de solteronas amachadas que “fracasaron en la vida”. Si se lo preguntas a una abogada joven de Santo Domingo que disfruta los vestidos cortos y los zapatos Louboutin, probablemente opinará que ella ES la imagen del feminismo– Los medios masivos son conceptualmente muy pobres y muy dados a reproducir, por alguna razón inexplicable, solo los elementos más impersonales de las personas que representan. Los medios, no sé si en reflejo de la realidad o a fin de manipular la realidad, han optado por presentarnos un modelo del feminismo masticado, digerido y armonizado lo más posible con valores retrógradas. Este modelo ha sido reproducido de manera reiterada hasta convertirlo en “verdad” y postula básicamente que la mujer vale en la medida que se parece al hombre, en contraposición a las demás mujeres, que no valen tanto. Para aclarar, existen muchas formas de parecerse a los hombres, como veremos más adelante.

Empecemos con un punto clave. Nos enseña Judith Butler que el género es performative (su equivalente en español sería “representativo” en el mismo sentido en el cual los actores representan una obra para la audiencia teatral), es decir, que las conductas de cada género no tienen ningún elemento ontológico que las sustente, sino que se tratan de actitudes y actuaciones aprendidas que se adoptan fruto de la presión social y que se representan durante toda la vida hasta que se hace imposible separar una conducta del genero al cual se le adscribe.

Diciendo las cosas de otra manera, a las personas nos adscriben un género al nacer por virtud de nuestro aparato reproductor (nuestro sexo), pero la manera en que nos comportamos, como vestimos, como pensamos, etc., es decir, como construimos nuestra identidad de género, no tendría nada que ver con ese sexo, a no ser que nos enseñaran que algunas cosas son femeninas y otras masculinas. En resumen, el género como concepto más allá que meramente ligado al aparato sexual es 100% actitud, 0% aptitud.

En esto es que baso mi enunciado de que las mujeres se tienen que parecer a los hombres. Para ganar respeto como individuo, las mujeres frecuentemente deben adoptar actitudes que socialmente se asocian al género masculino. Para mí, esto es una subversión total del ideal feminista que finalmente pudiera desembocar en su derrota y debe ser combatido. Explicaré esta idea de la siguiente manera: 1) Expondré mi concepción del ideal feminista; 2) Detallaré los indicios que me llevaron a pensar que en la actualidad se fuerza a las mujeres a asemejarse a los hombres para verse como triunfadoras y 3) Detallaré brevísimamente como pienso que deberían ser las cosas para vivir a la altura del ideal feminista.

1.      ¿Qué es ser feminista?

A fin de contestar esta pregunta rememoro la intervención del comediante Aziz Azari en el Tonight Show con David Letterman. En dicho programa, el comediante comentaba que todo aquel que crea que hombres y mujeres tienen igualdad de derechos es un feminista[2], a pesar de cualquier connotación negativa que erróneamente pueda habérsele dado al término. Como ejemplo decía:

- Entonces, ¿eres un doctor que trata principalmente problemas de la piel?
- Sí, eso es lo que hago.
- Ahh, entonces ¿eres un dermatólogo?
- O nooo, pienso que el termino dermatólogo es una palabra demasiado agresiva.

Comparto esa idea. Feminista, en sentido estricto, es quien cree que hombres y mujeres tienen los mismos derechos y, añadiría, deberes. Por supuesto, en sentido lato y por el mensaje de igualdad que le caracteriza, el feminismo se ha visto ligado en esta época a las reivindicaciones de diversos grupos socialmente marginados. Aunque el origen del feminismo haya sido laboral y sufragista[3], y el grupo de lucha hayan sido todas las mujeres, para muchos el término significa actualmente: “Hay una clase dominante y otra excluida, a veces legalmente y siempre extralegalmente. Nuestro objetivo es igualar a todas las clases, combatiendo la manera en la cual las categorías de discriminación[4] afectan negativamente la vida de los grupos marginados”. Esta visión del feminismo es revolucionaria porque rompe con la narrativa binaria que ha caracterizado la sociedad humana: hombres vs mujeres, nobles vs. plebeyos, ricos vs. pobres, para instaurar en su lugar, una sociedad donde las características extrínsecas no generen desigualdad.

Expuesta mi visión del feminismo, exploraré el enemigo del cual les comentaba al principio, la necesidad de masculinización.

2.      ¿La masculinidad como boost o garantía para tu valoración?

http://manett-art.deviantart.com/art/bad-girl-181516244


Existen cientos de formas en los cuales la existencia de grupos privilegiados limita las posibilidades de una existencia igualitaria para los grupos marginados. A veces es tan simple como no conseguir un trabajo por no pertenecer a cierta clase social, pero existen otras formas de afirmar la binaridad. Por ejemplo, todo el que haya leído hasta aquí (gracias, muchas gracias por su tiempo y atención inmerecidas) seguramente es: 1) una persona que me estima mucho, porque si no, para que leer lo que opina un pendejo. Gracias, el cariño es recíproco y 2) Una persona con amplia cultura e inteligencia. ¿Cuántas veces amigos hemos ignorado las opiniones de los demás que no consideramos pertenecen a nuestra subclase de personas “con cerebro”? ¿Cuántas veces hemos pensado que el otro requiere explicaciones extra-simplificadas, porque no pueden entender lo que nosotros sí podemos? Los feministas denominan mansplaining o privileged explaining cuando conversamos con personas que no pertenecen a nuestra propia clase privilegiada e iluminada como si ellos fueran niños. Esto, yéndome al extremo del cinismo, me recuerda al refrán africano acerca de la caridad: “la mano que da, siempre está arriba”.

El feminismo es esencialmente la lucha por la igualdad. En un primer término, esta igualdad debe buscarse con la igual valoración de las diferencias (no necesariamente con la celebración de “la diferencia”, pues que exista diversidad no es un valor per se, excepto genéticamente). No obstante, y, al menos a nivel personal, muchas personas de clases marginadas encontrarán que es más fácil vencer la desigualdad asemejándose al grupo privilegiado, aunque la igualdad nunca sea plena.

En términos específicos, me parece que la idea de la mujer exitosa actual responde a aquella que asume actitudes consideradas masculinas. Si bien compartimos ligeramente la idea de Butler de que no hay conductas específicas por género, discrepamos de ella porque entendemos que dentro de la sociedad, hombres y mujeres, en términos estadísticamente relevantes han aprendido a comportarse de acuerdo a patrones que difieren en cuanto al género. Esto no está mal, sea natural o aprendido. Lo que sí está mal o, al menos, es negativo para la igual valoración de todos los individuos, es que se le ha dado más peso a las conductas tradicionalmente masculinas que a las femeninas. Por tal razón, más que subvertir las estructuras subyacentes hasta el punto que suprimamos nuestro superego y actuemos todos igual, lo correcto sería aprender que otras narrativas vitales distintas de la arquetípicamente masculina, son igual y reitero IGUAL de válidas, y la inclinación por una u otra será cuestión de preferencia. En otras palabras, las conductas o costumbres, así como los valores y las aspiraciones de cada individuo no pueden ser valorados de cara a un modelo único y excluyente de persona.

Es difícil saber hasta qué punto se sostendría una sociedad en presencia de absoluta pluralidad, pero ese es un tema para un ensayo político más que sociológico. A continuación nos limitaremos a exponer las pistas que me revelaron que las mujeres han recibido presión en masculinizarse:

a)      El fenómeno de las heroínas de acción. En comics, en Hollywood, en los videojuegos y en el arte independiente, existe la exaltación del Bad Girl Art (Desde Sonja Red Warrior hasta la dominicana Gamora en Guardians of the Galaxy), es decir, de la mujer fuerte, despiadada, aguerrida e hipersexualizada[5], cuyas seductoras patadas rompen los huesos de los hombres. No obstante ser percibidas como objetos sexuales por la audiencia primordialmente masculina que se estima consume estos medios (realmente todos los medios masivos parecen estar dirigidos a los hombres), el carácter belicoso y autoritario de estas heroínas resalta, otorgándoles valor en el mundo de los hombres en el que se mueven, tanto en el contexto del comic, película, etc., donde es una líder., como en la mente de los hombres que han consumido su imagen, donde es una especie de diosa del amor y la guerra a la cual venerar.

El poder es visto como el gran asignador de valor, sea físico, económico, etc. Estas heroínas a menudo tienen dinero o poder político, pero generalmente lo que tienen es fuerza y destreza física, por lo que podemos inferir que su hipersexualidad es una forma de afirmar su carácter femenino de cara a la masculinización que han sufrido por haber recibido poder. Ya en otra digresión, pero más cercana al tema, la mujer guerrera y escasamente vestida de nuestro cine es otra expresión de la obsesión romana[6]  con los hermafroditas: la atracción sexual atribuida a las mujeres combinada con las virtudes de la personalidad atribuidas a los hombres.

b)      Dar órdenes a hombres que las superan en edad. A menudo las profesionales se encontrarán en posición de superioridad jerárquica respecto a hombres que, primero, no son profesionales y, segundo, las superan en edad. En estos casos la experiencia suele ser que dichas mujeres encuentran difícil obtener respeto de parte de estos señores, por factores que combinan juventud con feminidad. Para lograrlo, a menudo han tenido que rebajar su estilo de vestir hasta un punto masculino, combinándolo con una actitud constantemente alerta, dominante y cerrada a entrar en la más mínima confianza o amistad. Aunque las mujeres que dirigen hombres menores o con formación universitaria encuentran mayor espacio para bajar la guardia sin miedo a perder su autoridad, puede decirse que aunque la conserven, esa autoridad se siente menos que con relación a colegas masculinos de la misma jerarquía. Esta última percepción solo puedo sustentarla en el siguiente fenómeno, presentado en la mayoría de lugares en los que he trabajado: La facilidad de tutear o destitularizar a las mujeres. Cuando una persona, hombre o mujer entra a un trabajo, trata de usted o con su título (doctor, licenciado, ingeniero, etc.) a todos sus superiores, pero a medida que entra en confianza, sustituye el título por el nombre hasta que a veces llega a perder el “usted”. Esto podrá deberse a muchos factores, pero pienso que nace de una idea general de lo femenino como más joven y, por lo tanto, menos experimentado. Por más que una mujer sea jefa, sus subordinados verán en ella más rápidamente una igual, una colega, una cómplice, de lo que verían en una contraparte masculina, a pesar de que la contraparte masculina pueda ser más joven o con menor experiencia que la mujer.

c)      La atribución de una conducta a un género específico y la valoración de dichas  conductas de acuerdo al género. Ya aquí estamos entrando en terreno profundo, y en el cual no siempre encontraremos uniformidad porque vamos a hablar de lo que siento son actitudes de toda la sociedad. Siendo la sociedad tan grande, las generalizaciones empiezan a “generalizarse” cada vez más, pero para introducir, diremos que es obvio que las mujeres están socialmente sujetas a muchas presiones que los hombres no sienten o sienten en menor medida. Las principales que vienen a la mente son el llamado slut shaming mediante el cual las mujeres son criticadas por tener una vida amorosa activa, mientras que en los hombres se le celebra o, al menos, no se ve como un rasgo personal dañino. Otro caso es el fat shaming, por el cual tanto hombres y mujeres son criticados por encontrarse en sobrepeso, pero subsiste la creencia de que para los hombres pesados es más viable “encontrar el amor” que para una fémina en sobrepeso. Decía una presentadora en un TED Women –no sé por qué esta tendencia de pensar que a las mujeres no les interesan cosas que fueron concebidas como generales, y que solo se interesan en relaciones y apariencia física, por lo que hay que crear cosas generales solo para mujeres. Productos como los infames Lego Friends o Bic for her[7] revelan esta percepción– “chicas, para mantener la atracción de su marido no necesitan estar flacas, solo tienen que estar más flacas que él”[8].

Con lo anterior como premisa, quiero referirme a tres conductas consideradas femeninas y, por lo tanto, valoradas como negativas. El hecho de que estas conductas se practiquen de la manera en que se percibe o el hecho de que sean realmente femeninas de una manera estadísticamente relevante, no incide en el análisis que es el siguiente: Se percibe que las mujeres se comportan así y es malo, por lo que deberían comportarse como los hombres, que es bueno.

1)      El chisme: De primeras diré que la práctica de comentar y ponerse al día con los sucesos ocurridos entre los miembros de un colectivo social es positiva y necesaria para que el grupo pueda seguir identificándose como tal y mantener su cohesión. No obstante, se percibe que las mujeres realizan esta actividad de manera insidiosa, poniendo énfasis en lo considerado negativo y sintiéndose justificadas en criticar hasta el punto de excluir a miembros (especialmente “miembras”) del grupo que han transgredido la barrera de lo aceptable. Más allá de ello, las mujeres disfrutan de señalar fracasos de parte personas foráneas al grupo, especialmente mujeres. Finalmente, aunque se trate de personas que las interlocutoras no conocen más que por referencia (¡celebrities!), estas disfrutarán señalar sus defectos (shortcomings), especialmente si se trata de una mujer.

Lo que se considera correcto es que se adopte una conversación de absoluta neutralidad e impersonalidad, tratando temas como los deportes, las elecciones, el tránsito o temas considerados relevantes, como actualidad global, la tasa de cambio, etc. Los temas relacionados a los hijos, el hogar, la apariencia…, son considerados mera cháchara y por consiguiente, femeninos. Éstos deben ser evitados, pero en caso de ser tratados, lo serán siempre de manera positiva y, como muchos hombres hacen, con un no siempre saludable grado de exageración.

2)      La delación: Existe el refrán “los bomberos no se pisan la manguera” para señalar que los hombres se apoyan, especialmente que se apoyan en todas sus “vagabunderías”.  La narrativa social ha creado esto en directo contraste con la conducta percibida como femenina de la delación. Se dice que las mujeres harán lo que sea para hacer tropezar a otra mujer, incluyendo hacer público, a través del mecanismo del chisme, cualquier fracaso o falta de la otra mujer y lo harán de una manera socialmente hiriente. Se estima que en persecución de tal objetivo son capaces de “inventar cosas”. Tengo algunas bases para pensar que estas conductas existen, pero que no son femeninas en su esencia, sino que las adoptan generalmente las mujeres como una extensión de su lucha para conservar los pocos privilegios que pueden obtener como mujeres al fin. Me explico, los hombres la tienen fácil. Ser un hombre básicamente te libera de un sinnúmero de presiones sociales e implica, que en todo caso, tus fracasos serán superados con mayor facilidad. Las mujeres en cambio, saben que su posición es precaria y puede fácilmente ser consideradas fracasadas, sin que puedan recuperarse tan fácilmente como los hombres. Por tal razón, siempre están a la defensiva con otras mujeres de un modo que los hombres no tienen que estarlo socialmente con otros hombres. ¿Quiero esto decir que los hombres no son juzgados y evaluados de cara a todos los demás hombres? No, los hombres también son objeto de escrutinio, pero solo por ser hombres, se les trata con menor severidad.  NO sé porque.

Aquí un ejemplo que evidencia lo anterior. Preguntándole a una amiga por qué la esposa de un colega no la soportaba me respondió “porque soy  mujer, ¿es que hace falta otra razón?”. Me pareció una respuesta graciosa, pero insatisfactoria (hombre al fin no concibo estos antagonismos como naturales. Recuerden, conductas repetidas hasta que se hace imposible no concebirlas). Indagando un poco más me señaló un episodio extraño: cuando mi amiga fue trasladada a otro departamento dentro del trabajo, la esposa del colega expresó su regocijo; no porque dudara de la fidelidad de su marido, sino porque ya no aguantaba que la gente comentara que entre mi amiga y él había un romance adultero. Si al leer estas líneas piensa con morbo cosas como “a lo mejor había algo” o “si el río suena es porque agua trae” usted sería un excelente delator chismoso, y si bien no necesariamente sería responsable, al menos sería instrumento del malestar tanto de mi amiga, como de la esposa del colega, ninguna de las cuales tiene la culpa de que sus privilegios como respetable profesional y esposa amada, respectivamente, sean tan fácilmente derrumbados por la situación fáctica de que mi amiga entabló amistad con un hombre casado.

Lo masculino hubiera sido evitar el tema por completo, para no incurrir en chisme y en caso de enterarse de algo, guardar el más estricto secreto. Ahora bien, por la manera en la que opera nuestra sociedad, el secreto hubiera sido para apoyar al adúltero, no a la amante, la cual seguramente es una slut que lo sedujo a un punto donde era imposible resistirse de romper la fidelidad de su matrimonio.

3)      El descuido: Decía Vito Corleone “women and children can afford to be careless, but not men[9]. Existe la percepción de que las mujeres son en cierto modo menos sagaces, incapaces de elaborar planes estratégicos, incapaces de get things done más allá de ciertas cosas consideradas sin importancia, como planes del hogar, o supervisar entregables, etc. Para mí esta es la percepción más dañina y la culpable del techo de cristal, es decir, esa barrera invisible que causa que las mujeres sean excluidas de puestos de liderazgo a pesar de objetivamente cumplir con todos los requisitos que se exigiría a un equivalente masculino. ¿Cuál es el origen de esta percepción de las mujeres como descuidadas en contraposición a la presunción masculina de capacidad en casi todas las ramas? Es difícil y a lo mejor las causales son numerosas, pero pienso que una muy importante es la debilidad física, la cual, por alguna razón, trae consigo connotaciones de otras debilidades.

Saltan a la vista  para incluso el peor observador obvias diferencias entre hombres y mujeres. El dimorfismo sexual humano es mayor que entre otros mamíferos, hasta el punto que en el cuento de Asimov “What is this thing called love?” unos alienígenas no consideraban que hombres y mujeres constituyan siquiera la misma especie. Las diferencias en tamaño y fuerza física son las que hicieron y hacen de tan estrafalaria la idea de la mujer soldado, de la mujer policía o mujer agente de seguridad, pero estimo, igualmente hacen foránea la idea de la mujer emprendedora, mujer jefe, mujer líder. He observado una tendencia hacia esperar que las mujeres líderes luzcan en forma, sean fuertes y escondan cualquier muestra de debilidad que pueda resultar de asuntos tan naturales como el periodo de menstruación, el embarazo[10] o la práctica de usar tacones altos. La debilidad y la queja son actitudes consideradas femeninas, opuestas la resistencia y estoicismo masculinos. Cuando una mujer demuestra estos últimos dotes, gana crédito inmediato, aunque no tenga nada que ver con su trabajo, mientras que el hombre que no los demuestre es inmediatamente vilificado. Este vilipendio, no es sorpresa, adopta la forma de un cuestionamiento a su masculinidad, por lo que cuando un hombre se comporta de una manera considerada ñoña no se le llama niño sino niña, pussy o algo por el estilo.

Quiero cerrar la triada de las conductas femeninas vs masculinas para explicar cómo cuando una mujer evidencia que tiene una conducta de las consideradas masculinas, inmediatamente es valorada de manera más positiva que el resto de sus congéneres. Sin explayarme en el tema, diré que una mujer “discreta”, se valora mucho más que una chismosa, mientras que una mujer “leal”, se valora mucho más que una delatora oportunista. Eso es tan evidente que pudiéramos argumentar que no depende si quiera del género. Yo lo que señalaba es que las conductas consideradas negativas (chisme y delación), son también consideradas esencialmente femeninas. Ahora bien, para profundizar en el tema de la fuerza que pienso que lo dejé un poco suelto, habrá que preguntarse si el hecho de que una mujer se muestre físicamente fuerte le asigna mayor valor. Si tal premisa es cierta, entonces, por cuestiones hasta endocrinas (testosterona), daríamos valor a un modelo que la mayoría de mujeres objetivamente no podrían alcanzar y sometiendo, oh Dios, como siempre, a la mujer a estándares de imposible cumplimiento.

El mejor ejemplo de esta valorización de lo fuerte (es decir, lo masculino) en contraposición, ni siquiera a lo débil, sino a lo no tan fuerte (lo femenino), lo tenemos en la manera en la cual es relatada la historia de las guerras. En un documental acerca del feminismo en Latinoamérica que penosamente no he podido encontrar en YouTube, recuerdo a creo que Marta Lamas hablar del rol de la mujer en las luchas de emancipación mexicana. Ella comentaba que de las “Adelitas” o soldaderas se resaltaba el papel luchador como un elemento dignificante. De allí extendía el argumento para expresar que efectivamente las mujeres que han pasado a la historia han sido supermujeres que se asemejaron a los hombres. Opuesto ha sido el destino del grueso de las mujeres que participaron en la contienda, como si sus contribuciones fueran triviales simplemente por no ocupar el frente de batalla. Lamas se pregunta en qué medida hubiera sido posible la revolución mexicana si entre enfrentamiento y enfrentamiento no hubieran existido “batallones” de mujeres que cocinaban la comida de los soldados, lavaban su ropa, hacían las tiendas, cuidaban a los heridos, etc. Evidentemente que el ejército no hubiera  sobrevivido más que unos días sin ellas, pero producto de cómo se cuenta la historia, no han pasado a la posteridad los nombres de las líderes de aquella época y lo más que podemos hacer es rememorarlas como un colectivo, mucho más lejano, anónimo y opaco que cualquier pequeño héroe masculino.

Un ejemplo actual de esa valorización de lo fuerte y aguerrido puede apreciarse en una lista que hace poco me llegó por Facebook de mujeres que “cambiaron la historia”. La lista es ciertamente incompleta y se limita en muchos casos a presentar mujeres anónimas cuya única contribución era hacer algo considerado masculino. http://news.distractify.com/people/powerful-photos-of-women/ (portar un arma, o andar con las piernas afuera). En cambio, la lista http://www.emlii.com/9146884/31-Most-Inspiring-Women-Who-Changed-The-World sí presenta mujeres protagonistas que por su influjo han podido resaltar como figuras propias, siendo recordadas por sus contribuciones y no porque se asemejaron a los hombres, sin referencia alguna a un esposo o padre. Les pido por favor ignorar a la duquesa de Cambridge, que no sé porque rayos se encuentra en la antedicha lista.

Un último ejemplo de lo fuerte-masculino como protagonista en contraposición a lo débil-femenino como subordinado quizás esté un poco forzado e intentaré explicar por qué lo colocó aquí. Recuerdo un artículo leído hace tiempo no recuerdo si en feminispire o everydayfeminism (tampoco he podido encontrarlo) en el cual se explora el sexismo en las lesbianas butch. Las butch, para quien no lo sabe, son las lesbianas que sin identificarse como hombres, eligen asemejar su aspecto al estereotipo masculino.

La premisa central era desmentir la noción de que por ser mujeres, las butches no presentan actitudes sexistas[11] o patriarcales. Pero la autora, una lesbiana butch, hablaba de como tener novias femme (las que lucen el estereotipo femenino) que “estén buenas”, les daba validez instantánea frente a los hombres. En palabras de la autora, “when I show a man pictures of my current girlfriend, it’s like getting your masculinity validated from the source[12].

Aquí lo que veo es la subordinación de las mujeres por parte de otras mujeres consideradas más masculinas. Ejercer esta jerarquía en la relación genera respeto inmediato. El estereotipo de las butchs es destacarse en conductas “masculinas”: arreglar carros, disparar armas y, como vemos, objetivar (tratar como objeto) a las mujeres que se adaptan a los estándares tradicionales de feminidad.

Ponderando estas cosas es que he llegado a la conclusión de que las mujeres que se asemejan al estereotipo de hombres son más valoradas y por lo tanto, tendrán más probabilidades de evadir las arremetidas sociales, laborales, políticas, etc., que afectan la igualdad de las mujeres con relación a los hombres. Entiendo que esta es una realidad que debe combatirse, ya que ninguna persona debería verse en la necesidad de modificar su aspecto o conductas a fin de ser igualmente valorada en cuanto a su dignidad. Esto es un derecho que le corresponde por el mero hecho de ser persona y creyendo esto firmemente propongo la siguiente idea de lo que opino es el ideal feminista.

3.      Ideal feminista en el mundo actual


http://www.huffingtonpost.com/2014/01/17/lego-ad-1981_n_4617704.html


Para expresar lo que significaría un auténtico feminismo en sentido lato, tengo a bien transcribir las palabras de una inefable amiga a quien estimo y respeto en demasía:

“No tenemos que ser iguales para tener el mismo valor. Hay  un impulso que  proviene del individuo como tal que no depende de ser hombre o mujer. Puedo ser súper fuerte o una mujer débil y seguiré siendo yo misma. Cada género, por su constitución física o mental, tipo y frecuencia de intereses y necesidades hace de la interacción humana lo que es. Así como no es saludable homogeneizar a las personas, tampoco lo es homogeneizar los géneros borrando sus diferencias como si las diferencias fueran negativas. La auténtica igualdad estará en igualdad del derecho a decidir ser como quieres ser.

Entiendo que hombres y mujeres serán diferentes sin importar su crianza. Yo fui educada de una manera que combatía directamente los roles de género estereotipados y cuando crecí me incliné más por el lado considerado femenino sin que vea en esto un fracaso. ¿Por qué he de sentirme mal de pedirle a un hombre que haga algo físico, aunque yo lo pueda hacer con mayor trabajo? Yo me siento mucho más inteligente que mis amigos masculinos en muchas cosas y tampoco por ello me siento superior o que valgo más.

Finalmente, creo que el problema radica en que hay relaciones tan estandarizadas en el pensamiento humano que es casi imposible separarlas aunque sepamos que no están realmente relacionadas. El ejemplo más funesto es el color de piel con la pobreza. Pienso, con relación a la valoración de lo masculino que las habilidades masculinas se consideraron más preponderantes en la construcción de las naciones (Guerra de Independencia, de Restauración, Guerra de Abril…) y que por eso todavía se asocia masculinidad con importancia, sin que haya ninguna razón actual para hacerlo.

Estas ideas fueron tomadas en una conversación telefónica mientras le comentaba mi deseo de escribir este artículo y me parecieron coincidir perfectamente con lo que quería expresar. Me permito, simplemente, añadir a los postulados de mi brillante amiga, que esta presunción de valía que tiene lo masculino prevalecerá hasta que se revalorice la superestructura social (costumbre, instituciones, vínculos) de cara a la infraestructura (conquista, construcción, control). Parafraseando a Ortega en la Rebelión  de las Masas, las conductas masculinas establecen fronteras, zonas de control; mientras que las femeninas crean sociedades incluso capaces de traspasar dichas fronteras. Si bien en estos tiempos debemos cuidarnos de atribuir cualquier efecto a la feminidad a riesgo de sonar extra-simplificadores, pues femineidad y masculinidad oficialmente no existen más que como un maniqueísmo dentro de la humanidad, entiendo que de manera objetiva Ortega tenía razón, amen que esto no implique o asuma que una mujer para sentirse mujer deba ser conciliadora en lugar de conquistadora.

Siguiendo la línea anterior, quiero resumir la idea que motivó este trabajo de la siguiente manera: Toda narrativa vital es igual de válida y toda conducta o actitud ES HUMANA, más que esencialmente femenina o masculina. Ser feminista en el sentido lato significará que la mujer que aspira a ser madre y la que aspira a destacarse exclusivamente a nivel profesional no son ni mejores ni peores por esas aspiraciones que las que aspiran a ser sacerdotisas, las que usan maquillaje, las que abandonaron los tacos, las que disfrutan ser mimadas, etc. Igual pasará con los hombres en todas sus conductas y actitudes y con todas las demás personas que no se sienten cómodos cayendo bajo una de las dos categorías asignadas al nacer o al menos, con aquella que le asignaron sin su consentimiento. Lo importante ES SER y tu forma de ser deberá evaluarse de acuerdo a criterios que no examinaremos aquí, pero que ciertamente tienen todo que ver con la substancia y nada con los accidentes.



[1] Podrán encontrar esta referencia en este link: https://www.youtube.com/watch?v=mv4GtOK52uI   
[2] Podrán encontrar el video en este link: www.youtube.com/watch?v=Sz7ZzQbSiGA
[3] Recomiendo el documental las sufragistas sobre la lucha de la mujer dominicana por votar http://www.imagenesdominicanas.com/2010/03/las-sufragistas-va-al-festival-de-cine.html
[4] Las categorías de discriminación, a riesgo de sonar limitativo, quedan expresadas para mí en el artículo 1 de la Convención Americana de derechos humanos que prohíbe la discriminación en el acceso a los derechos fundamentales en razón de  raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social”.
[5] Ver el interesante caso de la Hawkeye Initiative (disponible aquí: http://thehawkeyeinitiative.com/), movimiento en el cual, escenas de los comics en los cuales se sospecha que las protagonistas femeninas han adoptado una pose irrealmente sexualizada, dibujantes fans las han sustituido por Hawkeye. En la medida que la imagen luce rara con Hawkeye en lugar de una mujer, nos revela que la pose no se compaginaba con la realidad.
[7] Algunos ejemplos de productos generales mercadeados en versión “femenina”:http://www.adweek.com/adfreak/10-dumbest-products-marketed-women-148886#the-pink-tablet-1
[8] Lamentablemente no pude encontrar este video. Realmente no me burlo de ese comentario, creo que toda opinión es válida en cuanto opinión y que es emitida en razón de una experiencia subjetiva propia del opinante. No obstante, lo transcribo para sustentar la percepción de que los gorditos están mejor posicionados que las gorditas.
[9] Las mujeres y los niños pueden ser descuidados, los hombres no
[10] Si quieres ver a una embarazada levantando pesas, aquí está: https://www.youtube.com/watch?v=Fo2nh-8F3FY
[11]  Para una explicación de lo que es el sexismo, recomiendo este artículo: http://feminspire.com/this-is-what-sexism-looks-like/
[12] Cuando le enseño a un hombre fotos de mi novia del momento, es como obtener  tu masculinidad validada desde la fuente

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