lunes, 5 de enero de 2015

El Estado dominicano a los ojos de Rubén Darío



El Estado dominicano a los ojos de Rubén Darío

 
Guernica, porque el hombre de la derecha implora ante "lo fatal". http://artfrommymac.blogspot.com/

Hay un poema de Rubén Darío que siempre me hace pensar en el pueblo dominicano, se titula “Lo fatal” y dice:

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
¡Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

Lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos
y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo”

Hay grandes tragedias que azotan a todo un país, tsunamis, huracanes, sequías, pero hay una en particular que arrasa con el tercer mundo todos los días y es la falta de educación y en este caso, la ausencia de conciencia ambiental.

Entre las diversas imágenes del sub-desarrollo se encuentra plasmada la del auto de lujo con chofer ignorante arrojando una botella plástica por la ventana, violando la ley natural y la de los hombres (Ley 120-99 que prohíbe tirar desperdicios en calles y aceras, pero no mucha gente la conoce, en especial el Ministerio Público). Bajo esta situación, dichosos son los árboles dominicanos si es que son apenas sensitivos pues apenas sienten la suciedad del suelo, las aguas de escorrentía, mezcladas con aceite de motor y químicos para tratar el cuero. Dichosos son si no sienten el smog en sus hojas, el hollín en sus ramas y la podredumbre de la tierra en sus raíces.

A mi edad temprana, recuerdo la incidencia de campañas medioambientales, fruto de un interés político de pertenecer a una nueva ola ecologista y granjearse la aprobación domestica y foránea. Sin embargo, el interés murió al morir la idea del lucro y es que se juntan más gente y más votos dando ron que dando clases y se gasta mucho menos dinero amontonando la basura en un vertedero que creando un sistema de reciclaje. Como siempre, las nobles causas mueren por insuficiencia plutarquica. Ni el sector público ni el privado demuestran el interés necesario.

“Y más la piedra dura porque ésta ya no siente”


En el año 1962, durante su reunión plenaria 1194, la Asamblea General de las Naciones Unidas formalizó el reclamo de gran parte de sus miembros. La Resolución 1803 otorga o más bien reconoce el derecho de todos los Estados a soberanía permanente sobre sus recursos naturales, soberanía que debe ser empleada para propiciar el desarrollo nacional y el bienestar de sus habitantes. Este fue un encomiable esfuerzo de los países del tercer mundo para tratar de poner fin a la larga y oprobiosa relación entre gobiernos entreguistas y multinacionales golosas. Cuarenta y ocho (48) años después, continúa este nefasto amorío.

Pobres las joyas, los barros, las minas
Más pobres que el hombre pidiendo en la esquina
Pobres las gravas, los ríos, la arena
Más pobres que un preso cumpliendo condena
Pobres los picos, los bosques, los lagos
En manos de hombres que los hacen esclavos

Casi medio siglo después y aun nos entablamos en las mismas luchas. Hoy más que nunca la historia se repite como una espiral decadente y como dijo el poeta Mir: “Pasajeros despoblados y agrestes del rocío,
Van montañas y valles por el río,
Camino de los puertos extranjeros”

“Pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, ni mayor pesadumbre que la vida conciente”


García Márquez fue el padre del realismo mágico, género en el cual mezclaba las condiciones más paupérrimas con situaciones irreales e inverosímiles, tratado todo con la mayor cotidianidad. Es por ello que él, mejor que nadie, ha plasmado la autentica experiencia latinoamericana.

Habitamos en un país de lo absurdo, un absurdo que empieza con nuestra historia. La colonia que hoy llamamos país tiene más de 500 años de vida y de ser la colonia numero uno del mundo, hoy somos el septuagésimo octavo (78) país más corrupto del globo.

Es un absurdo encender la televisión. Las cosas que uno ve no tienen ni pie ni cabeza: muerte de generales, quema de secuestradores, cómplices enfermos de cáncer en prisión, funcionarios que cuelgan carteles gigantes para que los aplaudan por hacer su trabajo y políticos que niegan el empleo de fondos públicos en su campaña sin siquiera pestañear.

Es absurdo, irrisorio, irreal que falten butacas, pero sobren empleos en la Administración, es absurdo que se pida dinero prestado para solventar las cargas públicas y sin embargo no haya fondos para los médicos, los maestros, los policías… Es tan absurdo como aquel poema que un amigo escribió en octavo de primaria:

“Rastreria, Rastreria, Rastreria
Yo pago la luz
Pero se va todos los días”

“Ser y no saber nada”


La mayoría de dominicanos vive con un sentimiento subyacente de que las cosas andan mal, de que alguien nos engaña, de que el Gran Hermano nos observa. Las calles están sucias, la justicia es ineficaz y tenemos la sospecha suspicaz de que es culpa de alguien o algo, algún ente abstracto y ubicuo al que solo atinamos a llamar corrupción.  Esa hidra de cinco, siete, diez o diez mil cabezas cuyas garras alcanzan los rincones más recónditos, hasta aquel punto de drogas en medio del plantío o junto a los desfiladeros de las costas no comerciables. Lo que era antes campesino y pescador, ahora no es más que ratero y malhechor. Y así somos, sin saber lo que ocurre a nuestro alrededor, sin entender porque estamos mal, si será Dios que se olvido de nosotros o quizás nos olvidamos de rezar.

“Y ser sin rumbo cierto”


¿Adonde vamos? ¿Qué nos espera? A diferencia del poema, la Republica Dominicana si tiene rumbo cierto. Solo nos basta mirar hacia atrás, muy atrás en nuestra historia:

Colonizados por los ladrones y convictos que vinieron con Colon, logramos progresar matando indios, pero sin olvidar nuestras raíces. Eventualmente llegaron los dones y gobernadores, seguidos de las damas de sociedad, quienes nunca perdieron su dignidad ni siquiera cuando España se olvido de ellos. Fieles a su verdad, vestían sus trajes de gala harapientos y sus sombreros florales macilentos, se negaban a hablar con los mulatos a su lado y para ellos trabajar era un autentico pecado, características a las cuales nos hemos aferrado. Cuando el gobernador español Carlos Urrutia les urgió a cosechar la tierra, le apodaron con un pseudónimo que manifestaba todo el desden de aquella sociedad atrasada sentía hacia la idea de ganarse el pan con el sudor de su frente, “Carlos Conuco”.

En el año 1821 nació oficialmente el entreguismo dominicano. José Núñez de Cáceres proclama el Estado del Haití Español con el fin de anexarse a la gran Colombia, pero sectores influyentes de la población consideraron más propicia la anexión con Haití. Es durante esos 22 años de vida unitaria cuando Haití pretende gravar a la antigua colonia de Santo Domingo con la deuda requerida por Francia bajo concepto de indemnización que surge la primera de tres anomalías libertarias en el pueblo dominicano. Anomalía personificada primero en la Trinitaria y posteriormente en la figura de nuestros tres próceres, cuya historia de seguro es desconocida por la mayoría de los niños dominicanos.

Afortunadamente para el oficialismo esta anomalía fue rápidamente aplastada con el encierro y destierro de Duarte y la puesta de nuestros demás “héroes“ frente al batallón de fusilamiento.

Un rápido esbozo de la historia ulterior nos permitirá identificar la tendencia: anexión, Restauración (la segunda anomalía libertaria); Luperon, Báez y Lilix; Gallos, Coludos y Ramón Cáceres; Primera ocupación, Horacio Vásquez y Trujillo, Trujillo, Trujillo, Trujillo y Balaguer, entonces la tercera anomalía y la más efímera de todas, durando solo siete meses. A partir de entonces entramos en la edad contemporánea, pero la tendencia se ha mantenido fiel y es posible predecir en que deparará. Resulta espeluznante, pero saber de donde venimos es el primer paso para saber a donde nos dirigimos.

Camina, caminante perdido
Detente y elige el camino
Piensa y pondera tu destino
Camina, caminante perdido

“Y el temor de haber sido y un futuro terror”


Los hombres olvidan muy rápido, pero todos quienes poseen algo de memoria histórica recuerdan con horror los crímenes de las ultimas décadas, la lucha por la expresión, por la democracia… ¿Justamente cuantos murieron para que aquello que nos duele en el tuétano que nos pisoteen, hoy se llamara derecho?

Las bombas estallan, las botellas se estrallan,
Las banderas ondean pa' que los niños las vean,
Los desfiles de rostros perdidos,
Las lagrimas públicas por los desaparecidos
Y el gobierno, ese señor ciego y silencioso,
Que a las ideas encierra en calabozos.

Tengo temor por lo que hemos sido,
Tengo temor por lo que devendremos.
Los muertos ya no son tantos ni los desmanes tan evidentes,
Ya casi no se usan armas sino que se compran las mentes.

Esta empresa de venderse por dinero solo me hace pensar en Quevedo: “Madre, yo al oro me humillo, el es mi amante y mi amado” ¿Qué tan bajo hemos llegado?. Esta es la época de la lucha de las conciencias, tú contra tu propia conciencia. En estos días, el dinero abunda gracias al narcotráfico, pero la maquinaria política se lo traga todo de modo que cada vez hay que cobrar más impuestos, pedir más préstamos, vender más pedazos del país… Hay un futuro terror por nuestra suerte, como aquel momento 26 años atrás cuando estalló la bomba de tiempo y la tasa ficticia del dólar tuvo que dejarse flotar desencadenando en la mayor alza de precios que ha experimentado la República Dominicana. El gobierno entreguista e irresponsable había vendido a la población una falsa idea de estabilidad la cual se vio forzosamente desmantelada cuando quiso pedirle dinero al FMI, desembocando en las “pobladas de abril”. ¿Y este blindaje que tenemos ahora, en que desembocará?

“Y el espanto seguro de estar mañana muerto”


Nos decía Platón en su Republica, que los guardianes del orden y la sociedad  debieran de ser los más capaces, inteligentes, preparados y bien alimentados. Sin embargo, los caudillos y pequeños Trujillos de nuestro país se han beneficiado de la precariedad de nuestras fuerzas armadas para así encumbrarse como lideres territoriales que aprovechan su posición para amparar actividades ilegales.

El que ve una placa en estos días lo último que siente es seguridad. El que ve un uniforme no siente admiración, sino pena y animadversión. La policía es corrupta se dice, los militares violentos se clama, pero ¿como puede una persona ser excelente ganando 4,000 pesos al mes? ¿Cómo puede un oficial amar la Constitución, como va a pedir ser enterrado envuelto en la bandera, cuando su jefe y ejemplo las pisotea en privado a pesar de honrarlas en público? Cuantos casos de muerte en prisión, de balas cruzadas, de oficiales ajusticiados, de verdades calladas. ¿Cuánto ha de flaquear el rígido instrumento de la fuerza militar hasta que la gente se de cuenta que la situación es tal que ya hay que poner fiscalias en las escuelas?

Nada se mueve en la policía  ni en las Fuerzas Armadas sin la orden de un superior. Toda organización es como una pirámide: Cuando los bloques del fondo están sucios,  no basta más que limpiarlos, pero cuando la mugre cubre toda la cúspide, al caer la lluvia toda se escurre y la suciedad se permea a través de toda la estructura.

“Y sufrir por la vida y por la sombra y por lo que no conocemos y apenas sospechamos”


Que duro es vivir bajo el imperio de la codicia
Cuanto se sufre por la vida, viviendo entre la malicia

Lo más triste del caso es nuestra ignorancia. Nadie sabe que se dice en esas reuniones secretas en las cuales se “bajan líneas” y se compran lealtades. Esta situación se ha extendido a todos los estratos de la vida dominicana, no solo la política, sino también la ciencia, el deporte, el arte… Nadie se salva, pero tampoco nadie deja de jugar, todos halan para su lado y es cuestión de quien hala más pesado.

De todo esto, hay algo ignominioso. Aquellos fantoches o farsantes, aquellos falaces maleantes de quienes tanto nos quejamos como si no supiéramos quienes son, no son extranjeros ni son extraños, son dominicanos. Nuestros vecinos, amigos, compadres, el primo de fulano, el novio de mi hermana…, todos nos son familiares. No hay dominicano que no conozca a un corrupto y a veces, solo nos hace falta mirarnos en el espejo.

“Sed justos lo primero, si queréis ser felices” fueron las palabras del maestro, del idealista. Cuando entendamos que apostando por la justicia nos beneficiamos tanto a nosotros como a otros, dejaremos atrás el sistema nefando que procura beneficios fugaces a la costa de aquellos más débiles. Jugamos un juego sin reglas, cuidando siempre nuestra espalda de uno que demuestre ser más tramposo que nosotros.

Es asqueante ver a los prohombres del país cargando cuchillos envueltos en flores y que ellos pretendan hacernos creer que esta es la mejor manera de hacer las cosas. Es cierto que “La carne nos tienta con su frescos racimos, pero así la tumba nos aguarda con sus fúnebres ramos” pueblo dominicano, cambiemos por donde vamos, si es que entendemos de donde venimos”.

Santiago
26 de febrero de 2010
Ensayo poético político




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