miércoles, 12 de noviembre de 2014

Respuesta a mi amigo Jaime Rodríguez, pluma insigne del pensamiento reverso



Respuesta a mi amigo Jaime Rodríguez, pluma insigne del pensamiento reverso

Ver el escrito de Jaime Luis Rodriguez Rodriguez en el siguiente link:


Excelente, verdaderamente excelente Jaime Luis Rodríguez, desde la cuarta oración del 2do párrafo me has cautivado. La política es el estudio de las relaciones de poder  y relaciones de poder hay en todas las instancias de la vida social, la cual es la única vida que existe, incluso para el ermitaño que al recluirse ha optado por renegar la sociedad, pero jamás le podrá ser totalmente indiferente.

Por supuesto, no estoy de acuerdo con el punto que haces al inicio de que  he “extrapolado una crítica in concreto de la política dominicana a la concepción abstracta de la política como ciencia social”. La política como idea totalizante está triunfando en todas partes del mundo, desde que se hizo común el engranaje de la democracia liberal para organizar los modelos de Estados nacionales. El faccionismo se ve en las protestas de Corea del Sur, en las huelgas de Bangladesh, en la guerra civil del Líbano, en la derrota rotunda de los demócratas, en los resabios diestros de la oligarquía argentina. Es por eso precisamente que la política es para mí indigna substancia, porque totaliza el debate público, porque nos convierte en abanderados y, justo como en una justa deportiva, alabamos al nuestro, demonizamos al contrario y todo se reduce a un juego “suma-cero”. ¿Qué es ña vida pública nacional? Un ruedo donde se torea con las posturas; con mucha parafernalia y muestras de poder, liderazgo, respaldo, etc., se festina cualquier debate para atender al combate.

Cada párrafo, cada línea de tu escrito está llena de tópicos por explotar. La estructura patriarcal por ejemplo, como magníficamente expuso Yanibel Cepín, se esconde hasta en los intereses de las mujeres “totalmente liberadas”. En el mundo de la abogacía puede decirse que hombres y mujeres juegan en un campo nivelado, graduándose constantemente más mujeres que hombres y con mejores calificaciones. Cuando ocurra el relevo generacional, cerca del 2025, serán las mujeres que ocupen los cargos más importantes para abogados, de eso no me cabe duda. Pero, entre tantas mujeres brillantes, preparadas, ambiciosas, ¿cuantas podemos sacar que se interesen en el debate público? Se dedican a prepararse constantemente en sus carreras, pero más allá de esas fronteras, ¿cuántas conoces que se hayan desimplantado del chip de que armar un “hogar feliz” es el paso cumbre de sus vidas? Evidentemente que menos que los hombres, a quienes, me atrevo a decir, es más por cultura que por una cualidad puramente genética, que les crea menos culpabilidad dedicarse a su carrera con preeminencia sobre el hogar.

Respecto a la realidad del poder como una relación en lugar de un objeto, tu idea es tan genial como subversiva, pues nos obliga a romper el aparato institucional hacia el cual miramos cuando pensamos en poder. Ciertamente acceder a las vías que “legitiman” el ejercicio del poder requiere a su vez de tener un poder real, poder para convocar, para movilizar, para convencer; poder para transgredir las reglas de las vías estructuradas para obtener el poder institucional y, por ejemplo, comprar votos, ocultar urnas, falsificar boletas… Por supuesto, en todos los países de occidente, países que enarbolan la democracia representativa como su sistema de nombrar a los detentadores del poder institucional, cualquier otra vía de ejercer los poderes que por acuerdo o imposición hemos aprendido que corresponden al Estado, es visto con recelo y genera rechazo por la mayor parte de la población. ¿Qué cuando Pablo Escobar financiaba un sistema prestacional paralelo al gobierno solamente el mismo gobierno se manifestó en su contra? Eso es una muestra del poder como relación estrictamente fáctica, y es lo que sale a la luz cuando son subvertidas las instituciones: el golpe de Estado a Chávez en el 2002 y el de Zelaya en el 2009 son dos caras opuestas de la misma moneda. No obstante, la fuerza que impregna la institucionalidad  al ejercicio del poder no tiene ejemplo más claro que el de nuestra propia media isla. Citando a Fernández Domínguez "La ley es la regla a la cual deben acomodar sus actos, así los gobernados como los gobernantes".

Respecto a las críticas a un manejo tecnocrático del Estado, te entiendo y comparto. Los datos dicen lo que quieren que diga quien los maneja y, sobretodo, ¿para que nos sirve los datos si no tenemos un objetivo que alcanzar mediante ellos? El objetivo, el fin, será una decisión política. Mi crítica, y me perdonan si no fui claro, es que las decisiones públicas no deben tomarse en base a valores que sustentan posturas que no resisten el debate técnico. Por ejemplo: ¿Tendrán derecho las parejas homosexuales a adoptar hijos? Yo me pregunto, ¿por qué no? Hasta que no exista un estudio donde se compare el desarrollo psicosocial de los niños criados por parejas homosexuales y se les compare con los niños criados en hogares nucleares tradicionales, entonces esta decisión será tendenciada por un valor de fundamento religioso o social y  digo aquí valor, adscribiéndole un contenido neutro al término.

Respecto a que la participación plural deplora la técnica y que en caso de elegir, eliges la primera sobre la segunda, que es la excusa de los conservadores para mantener el poder (“el pueblo no sabría gobernarse”), repruebo tu conclusión. El pueblo no es “sabio” no como no lo es ningún hombre, los datos deben estar presentes en toda decisión  y es parte de la educación necesaria que todos nos alfabeticemos respecto a las ramas básicas de las ciencias y aprendamos a valorar más las decisiones asentadas en ellas que en mera ideología.

Me gusta tu idea de política desde la no política. Yo diría que hace falta política “desde afuera de los partidos”.

Respecto a la posdemocracia del señor Crouch, discrepo. En estos tiempos vale la idea lo mismo que siempre, nada. La democracia liberar tiene digamos 300 años sobre la tierra, pero salvo los experimentos federales vs unitarios, nunca ha valido tanto la idea como el candidato y su modo de transmitir victoria segura, hegemonía. ¿Por qué la gente vota por el que va a ganar? Porque cree en el sueño de que con su triunfo, formará parte de los que “están arriba en la sociedad”.

Finalmente, como respuesta a tu conclusión, admito las peripecias oratorias en las que debí incurrir para que el término política pudiera ser denostado, pues como dices, ¿qué política? No existe otro termino para denominar al ejercicio ideal, nunca ejercido, de poner al individuo como sujeto y entremezclarlo con demás sujetos igual de dignos a fin de conformar un conglomerado que sea igualmente sujeto, más preponderante, pero nunca más digno, solo diferente. La complacencia intelectual de la que me acusas es mi pecado social, la que me hace admirar más a Buda que a Albizu Campos, cuando ninguno de los dos escribió un libro. Creo que todavía necesito acumular más información y conocerme mejor. ¿Por qué es la política un ejercicio inversamente proporcional a la capacidad de pensamiento expansivo del hombre? Porque desde que se piensa en lo público como misión, la sociedad se vuelve objeto de pensamiento e intentamos moldearla para encajar nuestras concepciones de  cómo debe ser, y en dicha narrativa, si tenemos éxito, siempre acabamos ocupando un sitial privilegiado, manteniendo nuestra subjetividad de cara a una masa, unos hombres-masa, unas personas-medio, incluso cuando nuestro objetivo político sea despojar a la gente de la indignidad de ser cosa. Si quieres que comparta tu concepto de política, diré que solo vale la política solo vale la pena en la medida que constituya el ejercicio de encontrar formas de vivir en sociedad, con la más absoluta libertad, libres de la heteronomía de los demás, de las mayorías, de las instituciones.

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