lunes, 10 de noviembre de 2014

El fenómeno Leonel: Titulo llamativo para un escrito variopinto



El fenómeno Leonel: Titulo llamativo para un escrito variopinto




Muchos saludos amiga o amigo que me honras con la lectura de estas líneas, las cuales redacto un 9 de noviembre de 2014, ya que el día de mañana, lunes, la Constitución me lo regaló feriado con su nacimiento. He querido homenajear a nuestra Carta Magna compartiendo con sus amparados mis reflexiones acerca de pasatiempo nacional No. 2, “hablar de política” (el 1ero siendo “quejarse en sentido general” y el 3ro “embriagarse”, el 4to “gastar dinero en juegos de azar o brujos”, el 5to “chismear en las redes sociales” y  el 6to “ver y discutir acerca de deportes, incluyendo el dominó”).

Para los que se preguntan por el título, el mismo es la mímesis de un libro leído hace algunos años de nombre “El fenómeno Leonel”, escrito por Aulio Ortiz, Bruno Rosario Candelier, Arturo Emilio Ureña y Argelia Aybar bajo la sombrilla de Centro de Intelectuales Dominicanos, publicado por Editora Alfa & Omega, cuarta edición, impreso en Santo Domingo en el 2004, y el cual ha sido escogido como materia prima de nuestro análisis. Con el morbo que caracteriza todo escrito sobre Leonel, incluiremos extractos del libro para a todo de burla grotesca avanzar la siguiente idea, usurpada con blasfemo placer al patricio:

La política es la ciencia más estulta, después de la astrología, en que ocupar las inteligencias nobles

Esto último lo digo sin tener nada contra la astrología, sino que  simplemente la considero la pseudociencia más popular entre los dominicanos (forma parte del cuarto pasatiempo nacional), sin quitarle merito a la frenología, la alquimia, el psicoanálisis (perdonen los dolientes), entre otras muy vigentes pseudociencias.

En cuanto a la estultez de la política, quiero aclarar a mis amigos en política que lo que quiero decir no es que quienes se ocupan de ella sean necios o tontos. No, se trata de algunos de los jóvenes más preparados, decididos y solidarios que ha parido nuestro terruño. Lo que sucede es que todo quien se mueve en ese ambiente corre el riesgo de terminar en la estultez por culpa de exposición a tan indigna sustancia.


Igualmente, quiero dejar bien claro desde el inicio que no pretendo concluir con el auténtico cliché de la oposición de nuestros tiempos de que “una cosa es política y otra politiquería”. Si bien la distinción es cierta, no deja de resultar trivial para los fines de mi mensaje: “El grado de exposición a la política es inversamente proporcional a la capacidad de pensamiento expansivo de una persona”. Mientras más nos adentramos en disquisiciones de índole política, nos volvemos más y más propenso a estas cosas:

1) Dicotomizar la realidad entre “nosotros” y “los otros”;

2) planear nuestras acciones de cara a cómo afectan nuestra imagen;

3) Renunciar a nuestras posturas para servir a un fin ulterior que generalmente se identifica como noble;

4) Acomodarnos a estructuras jerárquicas en las que cuestionar es casi una indecencia

5) La peor de todas, evaluar el valor de una propuesta por la cantidad de personas movilizadas por quien la propuso.

Por último en este prólogo, si quiero dejar constancia que le reconozco gran valor la ciencia de la Administración Pública, para la cual se requiere capacidad táctica y estratégica (si pensaron en Benedetti, siguen mi línea de pensamiento). No obstante, en cuanto a la política, la misma no es más que el estudio de las formas de obtener y conservar el poder, o en nuestro caso, el control de las instituciones que manejan el poder público, especialmente el poder de exigir contribuciones (que es más importante en estos tiempos que el poder de reprimir que estuvo tan presente hace tan solo una generación). Francamente, en cualquier círculo político que nos desenvolvamos, no hallaremos más que eso, tácticas y estrategias para acceder al poder, o cuando se es muy débil, debilitar a quienes están en el poder. Es triste, pero incluso temas necesarios como, por ejemplo, la instauración de una red nacional de Salud Pública, son tratados como un mero condimento en el sancocho de descredito de la incumbencia. A lo sumo, podemos encontrar los siguientes desperdicios de nuestra mente cuando conversamos de política con incluso los más brillantes interlocutores:

1.      Intentos de divinar los oscuros designios de Leonel Fernández, Domínguez Brito, Danilo Medina y quien sabe cuántos otros actores de reparto que compiten por el Oscar de los periódicos independientes o de la oposición.

2.      Recuentos infranqueables de los actos de corrupción atribuidos al gobierno de turno, el cual, a la sazón, es el mismo que ha estado gobernando desde el 2004… ¿o no lo es? ¿O lo es? En este interminable debate nunca falta la interrogante: “¿A quién responde ______________ (insertar el nombre de toda figura pública o privada imaginable o por imaginar) ________?”

3.      Críticas a los partidos de la oposición, especialmente al partido escisivo que con pantagruélicos conflictos se ha descalificado para gerenciar el Estado, o bien a los minoritarios que con su hibris prefieren trillar solos la senda de la burla electoral en lugar de aunar fuerzas para destronar al “fenómeno” y a sus secuaces.

4.      Y, finalmente, cuando se conversa con personas activas en política, por más o menos ciertas que sean estas palabras, nunca falta la apología a la propia moralidad vis a vis la inmoralidad de aquellos en el poder ¡Incluso cuando se conversa con peledeístas! Nadie se escapa de ser vilificado si es para enaltecer la figura del denunciante, aunque, por supuesto, reconocemos que en estos momentos el senador Bautista es el blanco más apuntado.

En cuanto al fenómeno Leonel, no sabemos si que su nombre y hazañas ensucien la boca de todos le disgusta o le halaga, del mismo modo que un autor se halagaría ante las reproducciones piratas de sus obras. Lo cierto es sus sentimientos y pensamientos son un tema demasiado insulso para ocupar todo un artículo, por lo que más bien los utilizaremos para romper algunos esquemas.

Extractos de “El fenómeno Leonel”

Primera lección: Gobernar no es asunto de magia, sino de método, pero los dominicanos estamos muy cómodos con la magia.

Página 126.- “Resulta que el PLD gasta menos de un 10% de lo que gastaría cualquiera de los otros partidos, sencillamente porque los peledeístas usan métodos correctos y tienen formación ética y vocación de servicio. No hacen política a cambio de dinero ni de nada, y ello baja bastante sus costos. En el PLD todo se revisa o evalúa de manera sistemática; lo más importante es que no existe la impunidad, pues el que se corrompe en el PLD es expulsado sin contemplaciones. No como en el caso del Doctor Peña Gómez, que prometió expulsar del PRD a los miembros de su partido que se les probara  haberse corrompido desde el poder” (resaltado nuestro).

Decía Bill Mahler en su documental Regiliculous, que los religiosos tienen opiniones muy fuertemente arraigadas respecto a ciertos temas. No se trata de que conozcan el tema muy bien, sino que simplemente tienen opiniones muy férreas. Cuando en República Dominicana se toman decisiones de Estado, ¿Cuántas se discuten? Peor aún, ¿Cuántas se discuten con los datos en la mano?  Si existen la Oficina Nacional de estadística y el Ministerio e Planificación y Desarrollo, ¿por qué apelar a la intuición antes de la actuación? Porque la experiencia revela que las decisiones políticas serán bien o mal recibidas en la medida que  respondan a las opiniones de los afectados por la decisión.

Pongamos los siguientes ejemplos de los últimos grandes temas en la política nacional:

1)      Corrupción. ¿Cuánto se pierde en corrupción cada año? ¿Qué porcentaje de la deuda pública pudiera saldarse en caso de existir cero corrupción? Es excelente que se persiga a un corrupto, ¿pero está la gente feliz porque la recuperación de los bienes malversados por Félix Bautista significarían un ingreso no tributario no presupuestado excelente para las arcas nacionales?

2)      Educación. ¿Cuál es la diferencia cualitativa que se evidencia en el desempeño de los alumnos con relación a los fondos invertidos en una escuela?

3)      Salud. ¿Cuáles hospitales cumplen con el Reglamento General de Hospitales? Y de paso, ¿cumple un reglamento de 1999 con los estándares actuales?

4)      Criminalidad. ¿Cuál es la relación entre cuantía de la condena y tasa de no reincidencia del condenado?

5)      Frontera. ¿Cuáles son los puestos donde pasan la mayor cantidad de inmigrantes ilegales y donde se asientan?

6)      Transporte. ¿Qué porcentaje de la población utiliza vehículo privado y cuáles son sus hábitos de uso?

7)      Loma Miranda. ¿Después de haberse realizado 4 estudios de impacto ambiental, por qué es todavía un tema?

Incluso cuando hay datos, ¿qué respuestas genera? ¿Recuerdan cuando se rompió la compuerta de la Presa de Tavera? Dos estudios determinaron que hubo negligencia, pero ¿hubo culpables? ¿Recuerdan cuando un estudio de finales de 2013 del BM señaló a RD como uno de los países con mayor tasa de fertilidad adolescente del mundo? ¿Se han tomado medidas? El Diario Libre de hoy indica que la población dominicana es más adulta, ¿se traducirá esto en políticas pro envejecientes como acceso a medicamentos, rampas y ascensores en lugares de acceso público, etc.? Estos datos simplemente sirven para hacer titulares entre los medios que creen que están diciendo algo que a la gente le interesa, pero lo cierto es que a nosotros mismos no nos interesa, como explicaré más abajo.

El debate político como tal no da cabida a un lenguaje estadístico, excepto en términos de encuestas electorales porque el mensaje de los datos es de difícil absorción y requiere una reflexión posterior. Pertenece, más bien, al mundo de la Administración Pública, una vez las estructuras de poder se han asegurado, donde solo serán digeridos por tecnócratas que cuando se los presenten a sus líderes políticos con capacidad de ejecución, sabrán que reditúa más actuar de acuerdo a lo visible y a la opinión que en base a unos datos indiferentes para la población.

Como expresaba el profesor Julio Rojas en una de sus cátedras de derecho constitucional “Republica Dominicana: Improvisando desde 1844”.

Segunda lección: La masa tiene voto, pero más le valiera tener manos porque el que gobierna, en pocos casos que tiene oído y en ninguno tiene ánimos

Página 145. Extracto de discurso.-“El presidente de la Republica, aprovechando la autoridad y prestigio que le confiere el cargo, se involucrará de modo personal y directo en la solución de los más graves problemas que afectan al país, para que de esa manera se entienda que se ha establecido un gobierno sensible a las grandes penurias nacionales y dispuesto a colocar su oído en el corazón del pueblo para escuchar sus latidos y palpitaciones”  (resaltado nuestro)

Tres cosas lamentables suceden con la política:

1)      Quienes participan en política se acostumbran a seguir líderes, líneas, a sacrificar cosas nimias como “la verdad”, por ejemplo, por el beneficio del partido o del proyecto.

2)      Creyendo en el proyecto, los seguidores pierden la noción de responsabilidad personal. ¿Para qué elegir gobiernos si todavía tuviéramos que solucionar nuestros propios problemas? Lo cierto es que todo el mundo termina resolviéndose la vida, salvo frugales ayudas de la Administración.

3)      El político se vuelve un experto en oratoria, pero cada vez sabe menos de antropología, o peor aún, calla lo que sabe: que es imposible gobernar tal cual se promete, independientemente de lo que se haya prometido. Las funciones día a día del gobierno arropan tanto el quehacer de cualquier servidor público que, sumándolo a su vida privada y a sus funciones políticas, dedica poco tiempo en cambiar algo de lo que prometió cambiar. Existe la idea generalizada de que en el gobierno se trabaja poco, a excepción de los niveles bajos cuyo trabajo es intelectualmente deprimente, pero lo cierto es que se trabaja mucho (llenando la burocracia de cada día), lo que sucede es lo que sucede en cualquier trabajo privado, que se hace muy poco.

En política existe un mito de hombres infinitos, con corazones gigantescos que abrazan el alma de su pueblo. Todos los políticos hacen campaña según ese perfil, pero aparte de Gandhi, y no sé, Corazón Aquino, Nelson Mandela, Chaim Weizmann, entre muy contados otros, ningún ser humano llena ese perfil. Los seres humanos nos encontramos en perpetuo estado de alerta por cumplir con nuestros deberes percibidos y que una vez cumplidos, cuando se puede, nos sentimos muy cansados y merecedores de descanso. La vida diaria de un político con un cargo es idéntica a la de quien trabaja en una oficina: reuniones todo el día, constantes interrupciones, mucha interacción humana y proyectos que se adelantan perpetuamente en el calendario hasta que un supervisor nos pide cuenta y debemos sacarlos de la noche a la mañana y eso sin imaginarnos las largas horas de tiempo que se perderán en las disquisiciones de índole político que hablábamos al principio de este texto (¿“Danilo creerá que estoy aliado a él o a Leonel?”). Cualquiera de nosotros actuaria igual en un puesto público, cumpliendo nuestra labor someramente y llegando a casa donde nuestras familias a involucrarnos en las demás actividades que nos arropan el día, sin quedar satisfecho respecto a ninguna.

¿La solución? No la tengo. Este escrito es para evidenciar que estar en política es una pérdida, sino de tiempo, de neuronas. Propondría más formas de participación directa de la ciudadanía en aplicación del principio de subsidiaridad, por supuesto, cuando salimos del trabajo estamos tan cansados como los mismos políticos, ¿de dónde vamos a sacar fuerzas y ánimo para involucrarnos en la autogestión de nuestros servicios?

Tercera lección: Los candidatos electos nunca son aquellos con las mejores cualidades para dirigir, sino por los que ejemplifican valores que quisieran ver en ellos mismos.


Página 153.- “A sus adversarios les desconcierta que en tan corto tiempo el talento y el carisma del joven candidato haya concitado tanta simpatía y un fervor colectivo a todos los niveles y sectores de la sociedad. La identificación que esos sectores están expresando hacia la candidatura remozante de Leonel Fernández es una respuesta de adhesión a los postulados de gobierno tal como los viene explicando en sus múltiples intervenciones públicas el candidato del partido morado, que piensa como piensan los buenos dominicanos y quiere gobernar como anhela la gente, con una línea de acción afín a las necesidades cotidianas (resaltado nuestro)”.

Página 159.- “Entre los aspectos que la población votante toma en cuenta juegan un papel influyente el rostro, el carisma, el carácter, la intención y la expresión. La expresión es la forma en cómo se empleada la lengua en la comunicación. El Dr. Leonel Fernández, que es la figura fresca, nueva y remozante del próximo torneo electoral, además de los rasgos de su personalidad, le favorece el hecho de que emplea un lenguaje positivo, es decir, expresa lo que va a hacer, a favor de qué perfila su pensamiento, su actitud y su proceder”.

Es así de sencillo y los que están en política, por más inteligentes que lo sean, lo empiezan a sufrir en carne propia. Si no va nadie a una actividad, el candidato simplemente no vale la pena, porque no son sus cualidades, sino su posibilidad como opción de poder. En cambio, si el candidato atrae a la gente, si tiene carisma, seguridad y hasta buenamozura, entonces es meritorio del apoyo, del voto, del puesto. Como escuchaba en la película Young Mr. Lincoln “la gente está dispuesta a hacer en grupo cosas que le avergonzaría hacer por sí misma”.

No pienso expresar aquí que la sociedad en la que nos desenvolvemos ha caducado, que se ha vuelto superficial y vana y que no le importa su destino, porque no vive ni del pasado ni del futuro, sino del espectáculo del día a día. No es tanto así, sino que el sistema político siempre ha sido un gran comercio de la imagen y el comprador, sea quien sea, solo compra productos llamativos. Por supuesto que hay compradores conscientes, y así mismo hay votantes conscientes, pero su elección, madurada en conciencia, flaqueará en la medida que no encuentre sustento en la apariencia del candidato y, paradójicamente, en las posibilidades de triunfo del mismo. A la gente le gusta votar por el que va a ganar. Para muestra, un botón.

Página 160.- “Si a Leonel no le ha afectado, sino que le ha favorecido la acusación de que los reformistas lo apoyan, indica que la lucha no será entre liberales y conservadores, lo que en el fondo serpia una lucha de ideologías, y ya se ha dicho que en esta etapa del proceso histórico que está viviendo el mundo las ideologías no cuentan como cuentan otros factores sociales y políticos”.

Cuarta lección: La política es un ejercicio sin memoria

Página 166- “Transformar el Estado dominicano para que deje de ser un centro de repartición del botín y se convierta en un instrumento al servicio del desarrollo nacional, porque combatirá el flagelo de la miseria y la crisis energética, porque promoverá la educación y la salud de nuestro pueblo, porque rescatará la credibilidad del funcionario de nuestras instituciones democráticas; no podemos concluir este análisis con otra frase que no sea: LEONEL ES LO MEJOR QUE NOS PUEDE PASAR”.

Se ha dicho mucho que nadie muere en política. Si no basta con  el ejemplo local de Hipólito y Leonel, veamos casos como el de Alan García en Perú o de Daniel Ortega en Nicaragua, por mencionar los que tengo presentes. La memoria de los pueblos es como la de un hombre inmortal. No como la de un hombre viejo que sabe que un día morirá, y por lo tanto debe responsabilizarse de su vida, sino como la memoria de alguien para quien la muerte no es un tema. Como durante un tiempo inmortal le sucede a un hombre eventualmente todo, bueno o malo, éste ya no piensa ni en el pasado ni el futuro, sino que vive solamente el instante. Por tal razón, las campañas siempre se centrarán en los mismos temas, que son los leitmotivs de la política: bienestar de la gente, seguridad, prosperidad, justicia, felicidad. Ese discurso, provenga de quien provenga, es el único que tiene vigencia. Las situaciones coyunturales, como los sucesos de corrupción y la consecuente moralidad de quienes los denuncian no tienen cabida en la mente del hombre inmortal porque requerirán de hacer referencia a un pasado o un futuro que no importan.

Decía Ortega en la página 19 del prólogo para los franceses de “La Rebelión de las Masas”, que “es consustancial a las revoluciones el fracaso”. Mencionaba como la de 1789 dio lugar al Terror y la de 1848 dio lugar a Napoleón III y nosotros  podemos agregar ejemplos como la de 1917, que dio lugar las dictaduras de la Unión Soviética, la 1959 dio lugar a 55 años de gobierno sin alternancia (me disculpan los dolientes), la de 1966 que dio lugar a la maquinización del hombre en China, etc. La principal razón del fracaso de las Revoluciones es esperan del hombre algo diferente a lo que puede ofrecer. Prometen un cambio, un borrón y cuenta nueva, pero eso es imposible, pues los hombres siguen siendo los mismos hombres y ningún acto los cambia de manera sustancial, como si puede cambiarlos la costumbre.

Desafortunadamente los seres humanos somos ávidos de novedad y estamos ansiosos de tragarnos el cuento del cambio. Así como decía que los candidatos que ganan son los que responden a los valores que la gente quiere ver en sí mismos, los candidatos que prometen cambios, aunque se estén reeligiendo, son más propensos a ganar que aquellos que quiere construir sobre una estructura ideológica sólida.

A modo de conclusión, quero resumir los argumentos de porque la política es una ciencia estulta: Primero porque nos convierte en rebaños que adoran antagonizar con otros rebaños, segundo porque nos hace atender a lo que está en la cabeza de otros en lugar de cuidar nuestra propia cabeza. Tercero porque nos vuelve demasiados sensibles a la apariencia. Cuarto, porque nos da ideas erróneas acerca del ser humano y de nuestro papel en nuestra propia vida y quinto, porque nos motiva a formar juicios en base a anécdotas y no a datos o reflexiones profundas.

Por tal razón, amiga o amigo que me has dedicado estas horas, la próxima vez que alguien intente atraerte a las brumosas aguas del debate político, como decía Ortega, trata más bien de dirigir la conversación hacia “que es el hombre y la naturaleza y la historia, que es la sociedad y el individuo, la colectividad, el Estado, el uso, el derecho. La política se apresura a apagar estas luces para que todos estos gatos resulten pardos” (ver gatopardismo). No propongo cerrar los ojos al mundo ni ignorar “nuestras circunstancias”, sino más bien hacer un esfuerzo consiente de suprimir de nuestra vida todo lo que fomente nuestro embotamiento mental.

Abajo, una píldora.

Carl Sagan, sobre “Dios” y los “dioses

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