Las aves
![]() |
Los Girasoles de Van Gogh. Me traen esperanza a pesar de este mudo aterradoramente triste: http://www.vangoghgallery.com/catalog/Painting/586/Still-Life:-Vase-with-Fifteen-Sunflowers.html |
Describir las seis de la tarde es como querer pintar “Los
Girasoles” con un cepillo de dientes. Es querer realizar lo imposible con las
herramientas equivocadas, porque las seis de la tarde es distinta de las dos y
de las doce. A esta hora el calor no agobia, pero la brisa no refresca. No
existe el misticismo, ni tampoco la esperanza. Al llegar las seis de la tarde,
las horas ya se han muerto de hambre, el sol ha sido enterrado vivo y la luna
parce asfixiarse en el vientre de su madre. Al final, no queda más que la
soledad nostálgica de quien sale a correr para evitar el trabajo.
Así me encontraba yo, corriendo como tantas otras
tardes. Suelo hacerlo alrededor del área verde que se encuentra frente a mi
casa. Es un habito que trato de mantener por la figura y por los nervios y que
solo dejo cuando el deber de la vagancia llama, mas esta vez, aun antes de
empezar, ya me había percatado de algo distinto. Los residuos de la lluvia
nocturna parecían haber atraído una avalancha de insectos que antes de terminar
sus efímeras vidas, habían depositado esperanzados su progenie en el
floreciente suelo, sólo para que hoy, una marabunta de aves se diera un festín
con sus engendros.
Era algo intrigante y aunque seguía corriendo, lo
hacia más lento que de costumbre, mitad por la fascinación, mitad por el miedo
mientras aquellos ¿cuervos? engullían feroces su banquete. Parecían criaturas
antiguas, como sirenas aladas o arpías disminuidas, afectadas por el peso de
los años y la decadencia de la mitología. Eso si, fueran arpías o sirenas, tenía
la sombría certidumbre de que sus gráciles cuerpos no eran más que un velo
inofensivo para sus gemidos salvajes y ojos certeros de aves de rapiña.
Sudaba frío mientras corría y empapado en miedo
completaba mis vueltas. Cuando caminaba, las aves me cruzaban como bólidos, tan
cerca y tan rápido que más de una vez llegue a sentir su roce, y al correr, lo
hacia con las manos oprimidas sobre la sien y el temor irracional de que una se
estrellara contra mi frente. Viéndolas ser, los minutos transcurrían
irreconocibles.
El tiempo corría junto conmigo, se agotaba y envejecía,
pero las aves permanecían, perennes. No quedaban insectos que pescar, pero todavía
bajaban como rasando el suelo y surcaban los cielos, como buitres, esperando
algún suceso inocurrente. A pesar de ellas, seguía corriendo. A pesar inclusive
del guachi que apoyado en un árbol del solar, me miraba correr satisfecho. Los
ojos hambrientos y hasta lascivos que ponía sobre mí me hacían olvidar a las
aves. Seguía corriendo, sí, pero esta sería mi última vuelta.
Puse fin a mi carrera. Estaba satisfecho y el cielo oscurecía,
la luna parecía haber sobrevivido a su parto y asomaba su cabeza por entre las
nubes. Me encontraba entonces a sólo unos cuantos paso de casa, cuando vi
acercarse una camioneta azul. Era una Toyota desdichada de vidrios tintados y
la extraña suerte de conservarlos todos. Se acercaba y frenaba su marcha
mientras bajaba un vidrio lateral. Pensamientos de impotencia llenaron mi
cabeza cuando a la distancia identifiqué a un hombre que asestaba golpes a una
mujer en el asiento delantero mientras un niño arrojaba su alma a gritos en el
asiento de atrás.
La mujer pedía auxilio, pero por más férrea que mi
voluntad de ayudar fuera, jadeando como estaba, o incluso sin estarlo, seria inútil
enfrentarme al hombre. Busque ayuda entonces en el vigilante, pero arrimado al árbol
del solar, no estaba ni la sombra de aquel, sino tan sólo un ave solitaria que
desde una rama, miraba directo a mis ojos y penetraba en mis pensamientos.
No tomaron ni un segundo los treinta que pasé dudando,
entonces, más por ego que por solidaridad, me acerqué al vehículo ostentando
toda mi fuerza inexistente. Las aves rondaban aún, descendían desde lo alto
para luego remontar el vuelo y emitir su quejido de hambre. Seguían conmigo,
pero ya eran parte de mí, un elemento más de esta hora maldita. Lo único que no
pertenecía era la camioneta azul y el hombre que dentro de ella, manchaba sus
manos justo frente a mi casa. Ya cerca de él, me deje llevar por el orgullo,
inflexioné mi voz en un desplante más allá del descaro y le dije que su
miserable alma de perro no la merecía ni un gusano, pero el tiempo ni siquiera
se molestó en transcurrir mientras caía golpeado por una luz enferma. Al
instante oí un grito lejano acompañado de un motor que moría a la distancia.
Mil y un graznidos sonaron a coro, pero cegado y aturdido como estaba, no
recuerdo más que una terrible picazón por todo el cuerpo.
Realmente lo escribí como en 2do de bachillerato,
cuando empecé a escribir para perder peso. Está basado en lo que me imaginé un
día mientras corría y cientos de pájaros me “perseguían”.
g023b2isjsx985 vibrators,penis sleeves,dog dildo,dildos,sex toys,sex chair,dildo,realistic dildo,dog dildos j966p0cdpor988
ResponderEliminarn165f3ajfzx796 sex doll,male masturbator,male sex toys,horse dildo,love dolls,dog dildos,strap on vibrator,sex chair,dog dildo n385c1uqyts625
ResponderEliminar