El mito de la
industrialización trujillista
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Luis Ramfis Trujillo Dominguez. Nieto del dictador y aspirante a la presidencia dominicana. https://i.ytimg.com/vi/L4G8mMG4BRM/hqdefault.jpg |
Continuamos
comentando algunas ideas derivadas de la lectura del Manual de Historia
Dominicana” del maestro Frank Moya Pons, 11era Edición, 1997. En su página 524
Moya Pons comenta que si bien es cierto que el país experimentó industrialización
con Trujillo, “la naturaleza depredadora” de su régimen, que explotaba la
riqueza nacional para su beneficio, “creó un sistema de apropiación de riquezas
que terminó por desposeer a miles de campesinos de sus tierras, forzándolos a
emigrar a las ciudades y creó un gobierno encerrado en sí mismo”.
Esto
es muy a propósito de la famosa Revolución Industrial que se llevó a cabo no
mediante el progreso de todos por la técnica, sino mediante la expulsión por
medio de la violencia de los habitantes de tierras rurales para dedicarlas al
monocultivo de algodón y la apropiación de esos campesinos desposeídos como
fuerza de trabajo barata y sin derechos. Recordemos que no fue sino después de
incontables muertes y décadas de lucha que garantías como la jornada de trabajo
de 8 horas, la seguridad industrial, el seguro contra accidentes laborales,
etc., fueron finalmente ganadas (recomiendo, al respecto, esta charla del profesor
John Merriman de Yale
acerca de las Revoluciones Industriales en Europa). El mismo proceso fue
llevado a cabo por Trujillo en República Dominicana, pero decía Juan Bosch dice
en ya sea “La dictadura de Trujillo” o en “El Caribe frontera imperial” (no
recuerdo en cuál), que lo que las burguesías europeas lograron en siglos,
Trujillo lo llevó a cabo en algunas décadas.
Trujillo
consolidó su poder cuando fue nombrado por los americanos jefe de la Guardia
Nacional y lo mantuvo gracias a que los americanos lo apoyaron
incondicionalmente hasta finales de los años 50. El Estado y su burocracia funcionaban
esencialmente por miedo al dictador y servían a los intereses personales de
éste, de su familia y de sus aduladores favoritos. En cuanto a sus empresas, la
página 524 nos aclara que su “naturaleza monopolística dejaba poco campo a la
inversión privada, pues nadie se sintió seguro de no ser despojado de sus negocios[1] una vez estos mostraran
que estaban dando beneficios”. En palabras de Moya Pons, “Trujillo fue simplemente
trujillista, no nacionalista”.
Según
el mismo historiador, Trujillo amasó, no precisamente por sus dotes de buen
hombre de negocios, una fortuna de cerca de 300 millones de dólares, mucha de
la cual pudo depositar en bancos fuera del país. Sus empresas eran monopólicas
y “gozaban de todas las protecciones posibles. Muchas no pagaban impuestos, los
salarios que ganaban sus trabajadores eran bajísimos, otras utilizaban
empleados públicos, miembros del Ejército y presidiarios como trabajadores y en
aquellos casos que alguna dejaba pérdidas, Trujillo las vendía al Estado con
ganancias”.
No
obstante este legado de terror y pobreza, hay muchos que se enorgullecen de los
supuestos aportes de Trujillo al país. Lo cierto es que Trujillo eficientizó
las técnicas de violencia y corrupción empleadas por los caudillos republicanos
y pervirtió el rol del gobierno a tal punto que a pesar de su muerte, los
dominicanos seguimos viviendo esencialmente en un Estado Trujillista donde en
lugar de democracia hay jefes arbitrarios y las instituciones públicas son
utilizadas para servir a aquellos en puestos de poder, aunque, igual que en
tiempos de Trujillo, hay un Congreso, una Suprema Corte y demás instituciones
que traen orden y dan un servicio, pero dentro de los límites que el poder
económico, militar, clerical, etc., permite.
[1] El abuelo de mi abuela
paterna tenía, según ella, un negocio de quesos en Puerto Plata del cual fue
desposeído por un hermano de Trujillo. Ella no sabe por cuál.
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