El fenómeno
Leonel: Titulo llamativo para un escrito variopinto
Muchos
saludos amiga o amigo que me honras con la lectura de estas líneas, las cuales
redacto un 9 de noviembre de 2014, ya que el día de mañana, lunes, la
Constitución me lo regaló feriado con su nacimiento. He querido homenajear a nuestra
Carta Magna compartiendo con sus amparados mis reflexiones acerca de pasatiempo
nacional No. 2, “hablar de política”
(el 1ero siendo “quejarse en sentido
general” y el 3ro “embriagarse”, el 4to “gastar dinero en juegos de azar o
brujos”, el 5to “chismear en las
redes sociales” y el 6to “ver y discutir acerca de deportes,
incluyendo el dominó”).
Para
los que se preguntan por el título, el mismo es la mímesis de un libro leído
hace algunos años de nombre “El fenómeno Leonel”, escrito por Aulio Ortiz,
Bruno Rosario Candelier, Arturo Emilio Ureña y Argelia Aybar bajo la sombrilla
de Centro de Intelectuales Dominicanos, publicado por Editora Alfa & Omega,
cuarta edición, impreso en Santo Domingo en el 2004, y el cual ha sido escogido
como materia prima de nuestro análisis. Con el morbo que caracteriza todo
escrito sobre Leonel, incluiremos extractos del libro para a todo de burla
grotesca avanzar la siguiente idea, usurpada con blasfemo placer al patricio:
La política es la ciencia
más estulta, después de la astrología, en que ocupar las inteligencias nobles
Esto
último lo digo sin tener nada contra la astrología, sino que simplemente la considero la pseudociencia más
popular entre los dominicanos (forma parte del cuarto pasatiempo nacional), sin
quitarle merito a la frenología, la alquimia, el psicoanálisis (perdonen los
dolientes), entre otras muy vigentes pseudociencias.
En
cuanto a la estultez de la política, quiero aclarar a mis amigos en política
que lo que quiero decir no es que quienes se ocupan de ella sean necios o
tontos. No, se trata de algunos de los jóvenes más preparados, decididos y
solidarios que ha parido nuestro terruño. Lo que sucede es que todo quien se
mueve en ese ambiente corre el riesgo de terminar en la estultez por culpa de
exposición a tan indigna sustancia.
Igualmente,
quiero dejar bien claro desde el inicio que no pretendo concluir con el
auténtico cliché de la oposición de nuestros tiempos de que “una cosa es
política y otra politiquería”. Si bien la distinción es cierta, no deja de
resultar trivial para los fines de mi mensaje: “El grado de exposición a la política es inversamente proporcional a la
capacidad de pensamiento expansivo de una persona”. Mientras más nos adentramos
en disquisiciones de índole política, nos volvemos más y más propenso a estas
cosas:
1) Dicotomizar la realidad entre “nosotros” y “los
otros”;
2) planear nuestras acciones de cara a cómo afectan
nuestra imagen;
3) Renunciar a nuestras posturas para servir a un fin
ulterior que generalmente se identifica como noble;
4) Acomodarnos a estructuras jerárquicas en las que
cuestionar es casi una indecencia
5) La peor de todas, evaluar el valor de una
propuesta por la cantidad de personas movilizadas por quien la propuso.
Por
último en este prólogo, si quiero dejar constancia que le reconozco gran valor la
ciencia de la Administración Pública, para la cual se requiere capacidad
táctica y estratégica (si pensaron en Benedetti, siguen mi línea de pensamiento).
No obstante, en cuanto a la política,
la misma no es más que el estudio de las formas de obtener y conservar el poder,
o en nuestro caso, el control de las instituciones que manejan el poder público,
especialmente el poder de exigir contribuciones (que es más importante en estos
tiempos que el poder de reprimir que estuvo tan presente hace tan solo una
generación). Francamente, en cualquier círculo político que nos desenvolvamos,
no hallaremos más que eso, tácticas y estrategias para acceder al poder, o
cuando se es muy débil, debilitar a quienes están en el poder. Es triste, pero
incluso temas necesarios como, por ejemplo, la instauración de una red nacional
de Salud Pública, son tratados como un mero condimento en el sancocho de
descredito de la incumbencia. A lo sumo, podemos encontrar los siguientes
desperdicios de nuestra mente cuando conversamos de política con incluso los
más brillantes interlocutores:
1.
Intentos
de divinar los oscuros designios de Leonel Fernández, Domínguez Brito, Danilo
Medina y quien sabe cuántos otros actores de reparto que compiten por el Oscar
de los periódicos independientes o de la oposición.
2.
Recuentos
infranqueables de los actos de corrupción atribuidos al gobierno de turno, el
cual, a la sazón, es el mismo que ha estado gobernando desde el 2004… ¿o no lo
es? ¿O lo es? En este interminable debate nunca falta la interrogante: “¿A
quién responde ______________ (insertar el nombre de toda figura pública o
privada imaginable o por imaginar) ________?”
3.
Críticas
a los partidos de la oposición, especialmente al partido escisivo que con pantagruélicos
conflictos se ha descalificado para gerenciar el Estado, o bien a los
minoritarios que con su hibris prefieren trillar solos la senda de la burla
electoral en lugar de aunar fuerzas para destronar al “fenómeno” y a sus
secuaces.
4.
Y,
finalmente, cuando se conversa con personas activas en política, por más o
menos ciertas que sean estas palabras, nunca falta la apología a la propia
moralidad vis a vis la inmoralidad de
aquellos en el poder ¡Incluso cuando se
conversa con peledeístas! Nadie se escapa de ser vilificado si es para
enaltecer la figura del denunciante, aunque, por supuesto, reconocemos que en
estos momentos el senador Bautista es el blanco más apuntado.
En
cuanto al fenómeno Leonel, no sabemos si que su nombre y hazañas ensucien la
boca de todos le disgusta o le halaga, del mismo modo que un autor se halagaría
ante las reproducciones piratas de sus obras. Lo cierto es sus sentimientos y
pensamientos son un tema demasiado insulso para ocupar todo un artículo, por lo
que más bien los utilizaremos para romper algunos esquemas.
Extractos de “El
fenómeno Leonel”
Primera lección:
Gobernar no es asunto de magia, sino de método, pero los dominicanos estamos
muy cómodos con la magia.
Página 126.- “Resulta que el PLD gasta menos de un 10%
de lo que gastaría cualquiera de los otros partidos, sencillamente porque los peledeístas usan métodos correctos
y tienen formación ética y vocación de servicio. No hacen política a cambio de
dinero ni de nada, y ello baja bastante sus costos. En el PLD todo se revisa o evalúa
de manera sistemática; lo más importante es que no existe la impunidad, pues el
que se corrompe en el PLD es expulsado sin contemplaciones. No como en el caso
del Doctor Peña Gómez, que prometió expulsar del PRD a los miembros de su
partido que se les probara haberse
corrompido desde el poder” (resaltado nuestro).
Decía
Bill Mahler en su documental Regiliculous,
que los religiosos tienen opiniones muy fuertemente arraigadas respecto a
ciertos temas. No se trata de que conozcan el tema muy bien, sino que
simplemente tienen opiniones muy férreas. Cuando en República Dominicana se
toman decisiones de Estado, ¿Cuántas se discuten? Peor aún, ¿Cuántas se
discuten con los datos en la mano? Si
existen la Oficina Nacional de estadística y el Ministerio e Planificación y
Desarrollo, ¿por qué apelar a la intuición antes de la actuación? Porque la
experiencia revela que las decisiones políticas serán bien o mal recibidas en
la medida que respondan a las opiniones de
los afectados por la decisión.
Pongamos
los siguientes ejemplos de los últimos grandes temas en la política nacional:
1) Corrupción. ¿Cuánto se pierde en corrupción cada año? ¿Qué
porcentaje de la deuda pública pudiera saldarse en caso de existir cero
corrupción? Es excelente que se persiga a un corrupto, ¿pero está la gente
feliz porque la recuperación de los bienes malversados por Félix Bautista
significarían un ingreso no tributario no presupuestado excelente para las
arcas nacionales?
2) Educación. ¿Cuál es la diferencia cualitativa que se
evidencia en el desempeño de los alumnos con relación a los fondos invertidos
en una escuela?
3) Salud. ¿Cuáles hospitales cumplen con el
Reglamento General de Hospitales? Y de paso, ¿cumple un reglamento de 1999 con
los estándares actuales?
4) Criminalidad. ¿Cuál es la relación entre cuantía de la
condena y tasa de no reincidencia del condenado?
5) Frontera. ¿Cuáles son los puestos donde pasan la
mayor cantidad de inmigrantes ilegales y donde se asientan?
6) Transporte. ¿Qué porcentaje de la población utiliza
vehículo privado y cuáles son sus hábitos de uso?
7) Loma Miranda. ¿Después de haberse realizado 4 estudios
de impacto ambiental, por qué es todavía un tema?
Incluso
cuando hay datos, ¿qué respuestas genera? ¿Recuerdan cuando se rompió la
compuerta de la Presa de Tavera? Dos estudios determinaron que hubo negligencia,
pero ¿hubo culpables? ¿Recuerdan cuando un estudio de finales de 2013 del BM
señaló a RD como uno de los países con mayor tasa de fertilidad adolescente del
mundo? ¿Se han tomado medidas? El Diario Libre de hoy indica que la población
dominicana es más adulta, ¿se traducirá esto en políticas pro envejecientes
como acceso a medicamentos, rampas y ascensores en lugares de acceso público, etc.?
Estos datos simplemente sirven para hacer titulares entre los medios que creen
que están diciendo algo que a la gente le interesa, pero lo cierto es que a
nosotros mismos no nos interesa, como explicaré más abajo.
El
debate político como tal no da cabida a un lenguaje estadístico, excepto en
términos de encuestas electorales porque el mensaje de los datos es de difícil
absorción y requiere una reflexión posterior. Pertenece, más bien, al mundo de
la Administración Pública, una vez las estructuras de poder se han asegurado,
donde solo serán digeridos por tecnócratas que cuando se los presenten a sus líderes
políticos con capacidad de ejecución, sabrán que reditúa más actuar de acuerdo
a lo visible y a la opinión que en base a unos datos indiferentes para la
población.
Como
expresaba el profesor Julio Rojas en una de sus cátedras de derecho
constitucional “Republica Dominicana: Improvisando desde 1844”.
Segunda lección:
La masa tiene voto, pero más le valiera tener manos porque el que gobierna, en
pocos casos que tiene oído y en ninguno tiene ánimos
Página 145. Extracto de discurso.-“El presidente de
la Republica, aprovechando la autoridad y prestigio que le confiere el cargo,
se involucrará de modo personal y
directo en la solución de los más graves problemas que afectan al país,
para que de esa manera se entienda que se ha establecido un gobierno sensible a
las grandes penurias nacionales y dispuesto a colocar su oído en el corazón del
pueblo para escuchar sus latidos y palpitaciones” (resaltado nuestro)
Tres
cosas lamentables suceden con la política:
1)
Quienes
participan en política se acostumbran a seguir líderes, líneas, a sacrificar
cosas nimias como “la verdad”, por ejemplo, por el beneficio del partido o del
proyecto.
2)
Creyendo
en el proyecto, los seguidores pierden la noción de responsabilidad personal.
¿Para qué elegir gobiernos si todavía tuviéramos que solucionar nuestros
propios problemas? Lo cierto es que todo el mundo termina resolviéndose la vida,
salvo frugales ayudas de la Administración.
3)
El
político se vuelve un experto en oratoria, pero cada vez sabe menos de
antropología, o peor aún, calla lo que sabe: que es imposible gobernar tal cual
se promete, independientemente de lo que
se haya prometido. Las funciones día a día del gobierno arropan tanto el
quehacer de cualquier servidor público que, sumándolo a su vida privada y a sus
funciones políticas, dedica poco tiempo en cambiar algo de lo que prometió
cambiar. Existe la idea generalizada de que en el gobierno se trabaja poco, a
excepción de los niveles bajos cuyo trabajo es intelectualmente deprimente,
pero lo cierto es que se trabaja mucho (llenando la burocracia de cada día), lo
que sucede es lo que sucede en cualquier trabajo privado, que se hace muy poco.
En
política existe un mito de hombres infinitos, con corazones gigantescos que
abrazan el alma de su pueblo. Todos los políticos hacen campaña según ese
perfil, pero aparte de Gandhi, y no sé, Corazón Aquino, Nelson Mandela, Chaim
Weizmann, entre muy contados otros, ningún ser humano llena ese perfil. Los
seres humanos nos encontramos en perpetuo estado de alerta por cumplir con nuestros
deberes percibidos y que una vez cumplidos, cuando se puede, nos sentimos muy cansados
y merecedores de descanso. La vida diaria de un político con un cargo es
idéntica a la de quien trabaja en una oficina: reuniones todo el día,
constantes interrupciones, mucha interacción humana y proyectos que se
adelantan perpetuamente en el calendario hasta que un supervisor nos pide
cuenta y debemos sacarlos de la noche a la mañana y eso sin imaginarnos las
largas horas de tiempo que se perderán en las disquisiciones de índole político
que hablábamos al principio de este texto (¿“Danilo creerá que estoy aliado a
él o a Leonel?”). Cualquiera de nosotros actuaria igual en un puesto público,
cumpliendo nuestra labor someramente y llegando a casa donde nuestras familias
a involucrarnos en las demás actividades que nos arropan el día, sin quedar
satisfecho respecto a ninguna.
¿La
solución? No la tengo. Este escrito es para evidenciar que estar en política es
una pérdida, sino de tiempo, de neuronas. Propondría más formas de
participación directa de la ciudadanía en aplicación del principio de
subsidiaridad, por supuesto, cuando salimos del trabajo estamos tan cansados
como los mismos políticos, ¿de dónde vamos a sacar fuerzas y ánimo para
involucrarnos en la autogestión de nuestros servicios?
Tercera lección: Los
candidatos electos nunca son aquellos con las mejores cualidades para dirigir,
sino por los que ejemplifican valores que quisieran ver en ellos mismos.
Página 153.- “A sus adversarios les desconcierta que
en tan corto tiempo el talento y el carisma del joven candidato haya concitado
tanta simpatía y un fervor colectivo a todos los niveles y sectores de la
sociedad. La identificación que esos sectores están expresando hacia la
candidatura remozante de Leonel Fernández es una respuesta de adhesión a los postulados
de gobierno tal como los viene explicando en sus múltiples intervenciones públicas
el candidato del partido morado, que piensa como piensan los buenos dominicanos
y quiere gobernar como anhela la gente,
con una línea de acción afín a las necesidades cotidianas (resaltado
nuestro)”.
Página 159.- “Entre los aspectos que la población votante
toma en cuenta juegan un papel influyente el rostro, el carisma, el carácter,
la intención y la expresión. La expresión es la forma en cómo se empleada la
lengua en la comunicación. El Dr. Leonel Fernández, que es la figura fresca,
nueva y remozante del próximo torneo electoral, además de los rasgos de su
personalidad, le favorece el hecho de que emplea un lenguaje positivo, es
decir, expresa lo que va a hacer, a favor de qué perfila su pensamiento, su
actitud y su proceder”.
Es
así de sencillo y los que están en política, por más inteligentes que lo sean,
lo empiezan a sufrir en carne propia. Si no va nadie a una actividad, el
candidato simplemente no vale la pena, porque no son sus cualidades, sino su
posibilidad como opción de poder. En cambio, si el candidato atrae a la gente,
si tiene carisma, seguridad y hasta buenamozura, entonces es meritorio del
apoyo, del voto, del puesto. Como escuchaba en la película Young Mr. Lincoln
“la gente está dispuesta a hacer en grupo cosas que le avergonzaría hacer por sí
misma”.
No
pienso expresar aquí que la sociedad en la que nos desenvolvemos ha caducado,
que se ha vuelto superficial y vana y que no le importa su destino, porque no
vive ni del pasado ni del futuro, sino del espectáculo del día a día. No es
tanto así, sino que el sistema político siempre ha sido un gran comercio de la
imagen y el comprador, sea quien sea, solo
compra productos llamativos. Por supuesto que hay compradores conscientes,
y así mismo hay votantes conscientes, pero su elección, madurada en conciencia,
flaqueará en la medida que no encuentre sustento en la apariencia del candidato
y, paradójicamente, en las posibilidades de triunfo del mismo. A la gente le
gusta votar por el que va a ganar. Para muestra, un botón.
Página 160.- “Si a Leonel no le ha afectado, sino que
le ha favorecido la acusación de que los reformistas lo apoyan, indica que la
lucha no será entre liberales y conservadores, lo que en el fondo serpia una
lucha de ideologías, y ya se ha dicho que en esta etapa del proceso histórico
que está viviendo el mundo las ideologías no cuentan como cuentan otros factores
sociales y políticos”.
Cuarta lección: La
política es un ejercicio sin memoria
Página 166- “Transformar el Estado dominicano para
que deje de ser un centro de repartición del botín y se convierta en un
instrumento al servicio del desarrollo nacional, porque combatirá el flagelo de
la miseria y la crisis energética, porque promoverá la educación y la salud de
nuestro pueblo, porque rescatará la credibilidad del funcionario de nuestras
instituciones democráticas; no podemos concluir este análisis con otra frase
que no sea: LEONEL ES LO MEJOR QUE NOS PUEDE PASAR”.
Se
ha dicho mucho que nadie muere en política. Si no basta con el ejemplo local de Hipólito y Leonel, veamos
casos como el de Alan García en Perú o de Daniel Ortega en Nicaragua, por mencionar
los que tengo presentes. La memoria de los pueblos es como la de un hombre
inmortal. No como la de un hombre viejo que sabe que un día morirá, y por lo
tanto debe responsabilizarse de su vida, sino como la memoria de alguien para
quien la muerte no es un tema. Como durante un tiempo inmortal le sucede a un
hombre eventualmente todo, bueno o malo, éste ya no piensa ni en el pasado ni
el futuro, sino que vive solamente el instante. Por tal razón, las campañas
siempre se centrarán en los mismos temas, que son los leitmotivs de la política: bienestar de la gente, seguridad, prosperidad,
justicia, felicidad. Ese discurso,
provenga de quien provenga, es el único que tiene vigencia. Las situaciones
coyunturales, como los sucesos de corrupción y la consecuente moralidad de
quienes los denuncian no tienen cabida en la mente del hombre inmortal porque
requerirán de hacer referencia a un pasado o un futuro que no importan.
Decía
Ortega en la página 19 del prólogo para los franceses de “La Rebelión de las
Masas”, que “es consustancial a las revoluciones el fracaso”. Mencionaba como
la de 1789 dio lugar al Terror y la de 1848 dio lugar a Napoleón III y nosotros
podemos agregar ejemplos como la de 1917,
que dio lugar las dictaduras de la Unión Soviética, la 1959 dio lugar a 55 años
de gobierno sin alternancia (me disculpan los dolientes), la de 1966 que dio
lugar a la maquinización del hombre en China, etc. La principal razón del fracaso
de las Revoluciones es esperan del hombre algo diferente a lo que puede
ofrecer. Prometen un cambio, un borrón y cuenta nueva, pero eso es imposible,
pues los hombres siguen siendo los
mismos hombres y ningún acto los cambia de manera sustancial, como si puede
cambiarlos la costumbre.
Desafortunadamente
los seres humanos somos ávidos de novedad y estamos ansiosos de tragarnos el
cuento del cambio. Así como decía que los candidatos que ganan son los que
responden a los valores que la gente quiere ver en sí mismos, los candidatos
que prometen cambios, aunque se estén reeligiendo, son más propensos a ganar
que aquellos que quiere construir sobre una estructura ideológica sólida.
A
modo de conclusión, quero resumir los argumentos de porque la política es una
ciencia estulta: Primero porque nos convierte en rebaños que adoran antagonizar
con otros rebaños, segundo porque nos hace atender a lo que está en la cabeza
de otros en lugar de cuidar nuestra propia cabeza. Tercero porque nos vuelve
demasiados sensibles a la apariencia. Cuarto, porque nos da ideas erróneas acerca
del ser humano y de nuestro papel en nuestra propia vida y quinto, porque nos
motiva a formar juicios en base a anécdotas y no a datos o reflexiones
profundas.
Por
tal razón, amiga o amigo que me has dedicado estas horas, la próxima vez que
alguien intente atraerte a las brumosas aguas del debate político, como decía Ortega,
trata más bien de dirigir la conversación hacia “que es el hombre y la naturaleza
y la historia, que es la sociedad y el individuo, la colectividad, el Estado,
el uso, el derecho. La política se apresura a apagar estas luces para que todos
estos gatos resulten pardos” (ver gatopardismo). No propongo
cerrar los ojos al mundo ni ignorar “nuestras circunstancias”, sino más bien
hacer un esfuerzo consiente de suprimir de nuestra vida todo lo que fomente
nuestro embotamiento mental.
Abajo,
una píldora.
Carl
Sagan, sobre “Dios” y los
“dioses”
No hay comentarios:
Publicar un comentario