La sed verdadera
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Magritte. Los amantes |
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Al flaco. Por el título y la inspiración.
Nunca es el momento oportuno, nunca es solo
uno, siempre es más, entre todos los demás no es ninguno. Este es el momento
oportuno. Abrir los ojos, salir de prisa, montar la brisa, cargar el peso,
sufrir los coches, rimar de noche, cantarte un beso. Este es el momento
preciado, este es el rincón preciso, este y solo este, no le hagas caso omiso.
Estuve buscando otra vez tener la vida por
delante. Estuve andando, más bien gateando, más bien soñando, tener toda la
vida por delante. Me he estado lamentando, he estado masticando, saboreando,
más bien rumiando, volver a ser el de antes, pero ya he cambiado mucho, si bien
no fumo todavía, pero mi barba crece, crece dura, crece y crece oscura, la piel
se estira y se fractura, como una yesca consumida. Y en el verano de mi vida, brillan
luces a lo lejos, como hogueras de un reflejo, son solo brillos de ventanas, rompiendo
el silencio que a oscuras, fabricaban las persianas. Aquí, en este patio
interino, que es mi rincón de concreto, las rejas de un barandal guardan mis
secretos y crujen mis rodillas, chirriantes y sencillas, como llamas
milenarias.
Tengo sueño, tengo arañas, tengo sucias
telarañas y cajones del recuerdo y siento, o pienso que me acuerdo, que los
sueños pierden brillo cuando se hacen realidad, ¿qué es la felicidad? ¿Qué es
la vida, qué es mi edad? ¿Quién soy yo y por qué estoy vivo? Si estoy despierto
o estoy dormido, ¿cómo saberlo en realidad? Es por la sed de saciedad.
¿Qué es la sed verdadera? Es como una reja que
cubre una ventana de la cual no quieres lanzarte. Es como la brisa que hiela la
mañana cuando quieres despertarte. Es como ese ojo que te pica sin que puedas
rascarte, porque tienes miedo, porque duele mucho. Es como un sueño que te
quita el sueño y solo quieres relajarte. Es como aquello que está ahí, pero que
nunca ves, que te susurra, aunque lo ignores una y otra vez. Es siempre tu más
marchita esperanza, pero que insistes en regar, es la más maldita de tus suertes,
pero que quieres bautizar. Esa es la sed verdadera, la que no conoce hora, la
que sorprende al que vela, la que consuela al que llora. Es la que apaga las hogueras
de los fuegos más oscuros, la que nunca llega tarde, ni en momento prematuro.
Llega, cuando tiene que llegar, porque siempre está contigo, te despierta,
cuando te debes despertar y seguir tu camino.
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