Motivado por el foro de Seminario Especial I, PUCMM. Publico esto:
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¿Cuál es la
relación entre el poder político y la existencia de una sociedad justa o
injusta?
Las relaciones
entre las personas siempre son complejas y aunque a primera vista no lo
parezca, mientras más personas involucradas, más complejas son. La política,
como ciencia de lo público, es la rama más abarcadora de las ciencias sociales
a la vez que es aquella que ofrece los resultados menos concretos: ¿Qué es el
Estado? ¿Quiénes son el pueblo? ¿Cómo debe organizarse el Estado? ¿Por qué
razón prevalecen determinadas personas o ideologías a la hora de contestar
estas preguntas?, etc.
La Iglesia, a
través de su Doctrina Social, ha avanzado determinadas respuestas, subrayando
principalmente dos principios que deben guiar la organización política de una
sociedad: La justicia y la subsidiaridad. Estos significan, en esencia: 1) Justicia: Cada uno debe recibir en
base a su necesidad, con debida consideración al fin de eliminar las
desigualdades mediante una transformación de las conductas humanas, no mediante
la presión armada o económica; 2)
Subsidiaridad: En la labor de lograr una sociedad más justa, los grupos
sociales de gran tamaño deben dar la mayor autonomía y apoyo posible a los
pequeños a fin de lograr un cambio directo y espontáneo, no forzado. El Estado
ayuda a las ciudades, las ciudades a los barrios, los barrios a las familias,
etc.
En conclusión, el
poder político juega un papel crucial en la creación de una sociedad más justa,
pero no debe asumir la tarea como exclusivamente suya. Los sectores activos en
la política suelen constituir una vanguardia que representan una serie de
ideales o conductas en cierta forma reflectivas de la situación de la sociedad,
pero que en ningún caso pueden decirse que la representen, de lo contrario, no tendríamos
dictaduras como la de Trujillo o gobiernos conciliadores como el de Mandela.
Por ende, los sectores políticos deben enfocarse en propiciar el cambio que
quieren ver en la sociedad, no imponerlo.
Ahora bien, ¿Cuál
es la manera de lograr esto? Las respuestas son tan diversas como sociedades
hay. Lo único certero es que mientras la vanguardia política no asuma un papel
de guía hacia la justicia, es difícil que el grueso de la población lo inicie,
sobretodo cuando los proyectos individuales no gozan del respaldo del tren
gubernamental.
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¿Cómo considera
la influencia de la convivencia política en la Republica Dominicana con
relación al establecimiento de una sociedad justa o injusta?
La convivencia
política no se limita a la pluralidad de instituciones políticas electorales en
un clima de tolerancia y respeto, sino que trasciende a todos los individuos de
la sociedad para expresar una relación armoniosa entre todos los estamentos de
la población. En esencia, convivencia política es que las personas,
independientemente de su rol social y estatus social, se muestren tolerantes y
respetuosos a todas las demás personas.
Esta es una
definición muy amplia en virtud de la cual, a menos que se trate de sociedades
muy reducidas (en las cuales posiblemente no haya “quehacer político”), no
podría afirmarse que existe convivencia política en ningún lugar del mundo.
El rol de la
Iglesia respecto a esta compleja situación ha sido bastante claro: La
convivencia política (llamada en las encíclicas como “paz” o “paz social”), es
alcanzable solamente mediante el desarrollo integral de todos los estamentos
sociales. Donde hay igualdad de oportunidades de desarrollo, allí reside la
paz.
Respecto al
concepto de desarrollo la Iglesia ha querido reivindicar una definición muy
amplia de desarrollo, refiriéndose al mismo no como mero progreso de la
capacidad económica, sino también cultural y de dignidad humana. Duele a los
ojos de la Iglesia todo tipo de desigualdad no fundamentada únicamente en el
trabajo y la creatividad y respecto a la cual nada se ha hecho a través de la
caridad, lo mismo si esa desigualdad ocurre en un país desarrollado como en uno
en vías de desarrollo.
Para vincular el
tema a nuestro país basta decir que la igualdad de oportunidades dista mucho de
conseguirse, principalmente por carencia de liderazgo comprometido en los
sectores políticos, apatía generalizada y trabas corruptas al desarrollo de
ideas valiosas (recordamos el principio de subsidiaridad). Para parafrasear a
la gran Adela Cortina, los servicios básicos como educación, salud, seguridad y
crédito de calidad no responden al mal llamado estado de bienestar, sino a un
Estado de Justicia que en la República Dominicana distamos mucho de alcanzar.
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¿Consideran
ustedes que habrá alguna manera de vincular a la sociedad en su conjunto para
la toma de conciencia de la situación de la justicia y la exigencia de
aplicación de la misma?
Considerando el
estado actual de cohesión social de la República, la cual ha crecido
exponencialmente en desconfianza al ritmo de su expansión demográfica, la única
solución viable para un cambio de actitudes respecto a la justicia social es a
través del quehacer político directo sobre las distintas comunidades. Habiendo
visto varios lados de la moneda mi percepción es la siguiente: 1) Los pobres resienten, violentan y/o
adulan a los más pudientes a fin de escalar por sí mismo la fosa de su clase; 2) La clase media resiente a los ricos
y a los pobres porque se considera la gran sacrificada del país, poniendo cara
dura cuando se le habla de justicia social y cara alegre cuando un rico cae en
desgracia; 3) Los ricos se sienten
superiores a los pobres, buscando agradarlos a fin de asegurar lealtad en base
al agradecimiento y desdeñan aún más a la clase media a la cual considera una
competencia indeseada a la cual no vale la pena proteger; 4) Los sectores políticos juegan a los malabares con las distintas
clases a fin de colocarse en posición privilegiada en el embotado y anquilosado
aparato del poder, forjado para mantener privilegios más que para propiciar
buen gobierno.
En ese sentido, el
quehacer sobre la gente no debe ser de activismo electoral. El gran error de
todos los grupos divergentes es que piensan que porque la gente está
desencantada con los partidos tradicionales, que podrán adquirir liderazgo en
el plano político. Afortunadamente esta situación no ha ocurrido en el país
porque las consecuencias en otros países latinoamericanos nos han dado
manifestaciones que poco puede decirse que hayan afianzado la democracia y que
es dudoso se mantengan después del ocaso de sus líderes. La vinculación de la
gente tiene que ir encaminada hacia un repensar de las relaciones sociales para
hacerlas más justas, lo que no necesariamente significa todavía más onerosas
para algunos. Además, los enemigos comunes: corrupción, apatía, desorden,
insalubridad, deben ser combatidos por todos por representar esto el único
camino hacia cambios duraderos.
Algunos ejemplos de
vinculación entre los estamentos sociales que han probado muy benéfico son las
asociaciones de ahorro y préstamo de Microcréditos, los clubes deportivos, las
cooperativas, los patronatos de ayuda en salud, la pastoral constitucional, los
colegios que comparten con liceos, etc. Sin embargo, si estas iniciativas no gozan
del apoyo del gobierno central, el peso de la corrupción, la apatía y el gasto
extra en condiciones como seguridad, salud, infraestructura, terminará agobiándolas.
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